Los asesinos de Ardines le rociaron con gas pimienta

Había restos en el lugar del crimen. La Guardia Civil encontró un espray del producto en el registro de uno de los detenidos

Los autores materiales de la muerte del concejal de IU en Llanes, Javier Ardines, rociaron con un espray de gas pimienta (tipo los llamados “espray anti violación”) a su víctima para hacer más fácil su trabajo, según han confirmado a este diario fuentes de la investigación. Los argelinos contratados por Pedro Nieva -primo político de la víctima y autor intelectual del crimen- sabían, por la información proporcionada por su “cliente”, que Javier Ardines era un tipo muy alto, robusto y con una personalidad capaz de enfrentarse a sus agresores. De ahí que trataran de aturdirlo para poder golpearle con ventaja y que aquello no se convirtiera en un enfrentamiento en igualdad de condiciones. Concretamente, le dieron con un objeto contundente en tres sitios diferentes de la cabeza aunque luego acabaron por asfixiarle desde atrás y esa fue la causa de la muerte, según revelaron los datos de la autopsia.

Los agentes del laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil ha tenido un importante papel en la resolución de este crimen ya que el día de los hechos, el pasado 16 de agosto, analizaron concienzudamente la escena del crimen y sacaron restos de este producto tóxico de las vallas que los argelinos colocaron en el camino de Belmonte de Pría (para obligar a Ardines a bajarse de la furgoneta). Ya en la fase de explotación de esta “operación Strabe” los agentes encontraron un bote de este espray en la vivienda de uno de los detenidos y también habrían hallado restos en el Citroen gris del argelino detenido en España, que fue analizado durante un día entero por los agentes especialistas y los “infalibles” Marley y Athor, los perros del Servicio Cinológico del instituto armado.

A última hora de la noche a magistrada del Juzgado de primera instancia de Llanes decretó prisión provisional para los tres detenidos por el crimen. Sólo el autor material (el argelino) declaró y admitió los hechos a la jueza. En dicha declaración le explicó a la jueza el encargo recibido y cómo lo llevaron a cabo.

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