Entrevista
«La mayoría de las parejas son menos felices tras el primer hijo»
La psicóloga neoyorquina Darcy Lockman derriba el «mito» de la crianza paritaria en «Toda la rabia»
Darcy Lockman (Nueva York, 1972) ha publicado en Capitán Swing un libro que grita desde la portada. En «Toda la rabia», esta psicóloga clínica desmonta el mito de la crianza paritaria que muchas parejas progresistas creyeron posible hasta que se metieron en harina. A través del teléfono desde su consulta en la Gran Manzana, Lockman suena más tranquila porque ha pasado lo peor. Sus hijas ya tienen una edad que demanda menos atención y eso ha aflojado la tensión en su pareja, aunque, según asegura, «este no es un problema que se acabe de resolver nunca del todo».
Dice que la «cultura paternal» va por delante del comportamiento real de los varones.
Significa que nuestros valores han cambiado mucho y creemos en la igualdad y en que hombres y mujeres deben realizar las mismas tareas domésticas. Sin embargo, la realidad desmiente esos principios. Si pregunta a hombres y mujeres que se consideran modernos te responderán con rotundidad, aunque la verdad es que el comportamiento no está guiado por los valores. Las Ciencias Sociales se han encargado de probarlo.
Habla del resentimiento que causa toda esa desigualdad en la pareja.
La mayoría de las parejas ven descender su felicidad marital cuando tienen un hijo. Solo hay un grupo de parejas que no manifiestan ese malestar, y son las que sienten que comparten la carga. El resentimiento es cosa de dos. Las mujeres que sienten que hacen más están enfadadas y los maridos, que saben que es cierto, se sienten culpables. Esto se apoya en las investigaciones sobre la desigualdad en la percepción de beneficios. Ocurre en los hogares igual. No suele haber mujeres iracundos y hombres felices y contentos.
Bueno, se han dado casos.
Ja, ja, sí. Puede que mientras ella esté trabajando en la casa él esté tan feliz jugando al golf con los amigos, pero la relación no es una relación feliz. A no ser que estés fuera de la realidad, la felicidad suele ser compartida o no darse.
¿Cree que esa falta de paridad en la crianza es mayoritaria?
Es muy común. Cuando los dos trabajan fuera de casa, los estudios muestran que ellas hacen dos tercios de las tareas. Y no cambia cuando son ellas las que ganan más dinero.
Puede ser incluso peor, ¿no?
Totalmente. A veces hacen más para reafirmar el ego masculino y que no se vea comprometido por creer que ya no son los que mandan. Los datos muestran justo eso, que tienden a compensar el hecho de salirse de los roles de género. Es de locos.
En el libro dice que muchos se dan por satisfechos simplemente por actuar mejor que Don Draper en «Mad Men».
Fíjate que cuando saqué el libro en EE UU hace cinco años, muchos hombres me escribieron para agradecérmelo porque por fin sabían lo que estaba pasando en sus matrimonios. Nadie les decía nada, al contrario, les alababan lo buenos padres que eran.
¿Por qué cree que, en el fondo, se mantienen los roles tradicionales?
Creo que la respuesta es que seguimos viviendo en una sociedad patriarcal. Aprendemos desde que nacemos que los hombres son más importantes que nosotras. Que sus necesidades son priorirarias. Solo viendo las noticias te das cuenta de esto. Además, aprendes de manera implícita que los hombres son valorados por salir a comerse el mundo y nosotras por ser cuidadoras y amables. Y todos queremos que se nos aprecie, claro. Con esta base no podemos extrañarnos del resultado.
Dice que detrás de la frase «Al menos me ayuda» hay toneladas de frustración.
Es una forma de rebajar el enfado, de no sentirse tan mal, pero la realidad es que se están engañando a sí mismas.
Esa frase se sostiene unos años, pero normalmente termina estallando tras la crianza, ¿no cree?
Es que si uno de los dos en la pareja no está siendo escuchado, no conduce a nada bueno. Un matrimonio ya es suficientemente duro como para no tener una mente abierta al otro.
¿No cree que las mujeres también tenemos una responsabilidad?
Es cierto que muchas madres creen que son las únicas capaces de hacerlo bien y suelen quejarse cuando sus compañeros actúan porque no saben hacerlo. Lo que ocurre es que ellos no aprenden a hacerlo y nosotras sí porque en los primeros momentos de la crianza estamos más involucradas. Nada de esto es automático, se aprende y la única manera de hacerlo es a través de la práctica. Hay mucho estereotipo de la madre criticona con el padre y creo que es bastante misógino. ¿Por qué el otro no se esfuerza también por hacerlo mejor? Y quizá ellas puedan tratar de decir las cosas de una manera constructiva.
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