Desalojo

Okupan la única vivienda de un anciano de 95 años con cáncer mientras pasea: “Va a morir sin ver cómo echamos a los okupas”

La okupa alegó que el hijo del propietario le había hecho un contrato antes de morir y entró en el inmueble con el respaldo de la Policía

Agentes de la Policía Nacional entran en un edificio de la calle José Garrido que estaba "okupado", el pasado verano
Agentes de la Policía Nacional frente a una vivienda okupadaJesús HellínEuropa Press

Las okupaciones se siguen sucediendo en España. Tras un 2024 en el que hubo un considerable aumento en el número de casos, los delitos por allanamientos y usurpación de vivienda en España crecieron un 7% con 16.426 casos registrados, en 2025 la tendencia es similar pese a la entrada en vigor de la reforma en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que permite que los delitos de allanamiento de morada y usurpación de vivienda se tramiten bajo el procedimiento de juicios rápidos.

Los casos se siguen sucediendo en los distintos puntos de la geografía española y muchos llevan de la mano una considerable violencia. "Me han tirado piedras, no me han matado de milagro. Es un intento de homicidio en toda regla", afirmó Carlos, un propietario de una vivienda en Pozuelo que necesitó seis grapas en la frente tras la agresión de un okupa. No es el único caso de este tipo, ya que en alguno han llegado a sufrirlas hasta los vecinos.

Otras okupaciones, como la que revela 'Libre Mercado' no han sido con violencia, pero sí en una situación límite con personas de extrema vulnerabilidad. En este caso le ha tocado sufrir a Alfonso, un anciano de 95 años con cáncer de próstata que ha tenido que irse a vivir a la casa de su hija después de encontrarse su casa okupada al volver de pasear.

La Policía no pudo efectuar el desalojo inmediato

El caso estalló tras el mencionado paseo. Al regresar se encontró con una okupa en su vivienda. Sin embargo, pese a llevar menos de 48 horas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no pudieron llevar a cabo el desahucio porque la okupa presentó un contrato firmado por su hijo, que nunca fue el propietario, antes de morir. Cristina, la otra hija de Alfonso relata la historia al mencionado medio. Todo comenzó cuando Alfonso fue ingresado en una residencia junto con su mujer porque ella sufría Alzheimer: "Tuvimos que ingresarla en una residencia y mi padre ingresó con ella, así que mi hermano se quedó viviendo en el piso".

Alfonso quiso abandonarla, pero se encontró con una oposición: "Él estaba con depresión y quiso salir, pero mi hermano nos empezó a poner pegas y a decir que él no podía cuidar de mi padre y que esperásemos", explica Cristina. La oposición cobró sentido cuando se enteraron de que su hermano no vivía solo, lo hacía con una mujer que llegó a ser denunciada: "Nos enteramos porque mi hermano la denunció a ella por malos tratosy la Policía nos llamó para que nos hiciéramos cargo de él".

La justicia, del lado del okupa

La mencionada mujer fue expulsada y la familia cambió la cerradura, pero ya con el hijo de Alfonso fallecido, volvió para convertirse en okupa: "A mediodía siempre bajábamos a dar una vuelta con mi padre y un día, de repente, nos llamaron unos vecinos para decirnos que la mujer estaba entrando con la Policía". Los agentes la permitieron entrar por la presentación del contrato. Lo más llamativo es que ni estaba firmado por el verdadero propietario, Alfonso, ni la mujer paga lo estipulado en el mismo.

La indignación de Cristina es total ante la situación: "La firma de mi hermano está, pero es que él ni era dueño de la casa ni nada. Por tanto, no sé cómo la jueza pudo autorizarla a entrar y, además, sin ni siquiera escucharnos a nosotros" y manda un mensaje al Gobierno: "¿En algún momento va a pensar en los propietarios? ¿Cuánto tiempo debe esperar un pequeño propietario sin recursos a recuperar lo que es suyo? ¿Por qué obliga a mi padre de 95 años a hacer de escudo social?".

La pesadilla de Alfonso y su familia

La situación ha llevado a la familia al límite. "Ha perdido a un hijo, tiene un cáncer de próstata y se va a morir sin ver cómo echamos a los okupas de su propia casa, y no es justo que esta gente le quite lo que con tanto esfuerzo ha conseguido", lamenta Cristina al límite de sus fuerzas. Además, Alfonso lo ha perdido todo: "Se quedaron con todas las pertenencias de mi padre, los medicamentos, todas las cosas de mi hermano… No pudimos sacar nada".

El desenlace no llega

La familia sigue peleando a nivel judicial, pero se encuentran con una respuesta que aviva su drama: "Nos dicen que la juez está de baja y que no hay sentencia todavía, pero es que mi padre tiene ya 95 años, es un hombre vulnerable que, con todo lo de mi hermano y ahora esto, ha pegado un bajón importante, y lo que me da pena es que se va a morir sin que le demos la alegría de decirle que ha recuperado su casa".