Obra social

Pablo Sánchez, Premio Princesa de Girona Social 2025: «Ningún bebé debería morir por algo tan simple como no tener una incubadora»

Este ingeniero navarro es responsable de una ONG que ha salvado la vida de miles de niños prematuros en 30 países

Pablo afirma que ha llegado a ver a recién nacidos que son calentados en cajas de zapatos o entre mantas
Pablo afirma que ha llegado a ver a recién nacidos que son calentados en cajas de zapatos o entre mantas Cedida

El pasado mes de febrero, un emprendedor con alma de filántropo de tan solo 32 años, Pablo Sánchez Bergasa, recibió el Premio Princesa de Girona Social 2025. Este navarro es el fundador y director de la ONG Medicina Abierta al Mundo, que está al cargo de la fabricación y distribución de In3ator, una incubadora neonatal de bajo coste que está destinada a los hospitales de los países con bajos recursos, donde la supervivencia de un niño prematuro se ve seriamente amenazada sin la existencia de incubadoras convencionales.

En palabras del jurado, Sánchez recibió el premio por «perseguir sus sueños con pasión y entrega, por su incansable vocación de transformar y salvar vidas, y por su profundo compromiso social».

Licenciado en Ingeniería de Tecnologías Industriales y máster en Sistemas Eléctricos de Comunicación e Información, Pablo disfruta poniendo sus conocimientos al servicio de los demás. Los planos de su incubadora están en internet, al alcance de cualquiera que quiera construirla.

¿Qué ocurre en los países cuando no disponen de incubadoras para los bebés prematuros? ¿Técnicamente qué sustitutos emplean?

Cuando no hay incubadoras, muchas veces simplemente los bebés no sobreviven. En el mejor de los casos usan el método canguro, en el que la madre lleva al bebé pegado al pecho para darle calor. Pero en zonas rurales o si la madre está ingresada eso no siempre es posible. Algunos intentan improvisar calentando al prematuro en cajas de zapatos con mantas o con un radiador, pero no hay control de temperatura ni protección.

¿Sabe en cuántos bebés se han empleado In3ator y cuántos han logrado sobrevivir?

Hasta ahora hemos enviado más de 200 incubadoras a 30 países diferentes. Tenemos constancia de miles de bebés salvados, algunos de tan solo 500 gramos al nacer. Muchas veces los médicos nos escriben meses después para contarnos que ese bebé que parecía perdido hoy está en brazos de su madre.

¿Cómo son acogidas las incubadoras en los países destinatarios?

Con mucha gratitud y también con sorpresa. A veces no entienden cómo algo tan simple puede funcionar tan bien. Una vez llevamos incubadoras a Senegal y fue bonito ver la mirada de una embarazada al ver la incubadora. Tenía una mirada de esperanza de que si su bebé nacía antes de tiempo tendría una oportunidad de vivir. Lo más bonito es cuando vemos que los equipos médicos empiezan a confiar en la tecnología y se involucran en el seguimiento.

¿Cómo nace este proyecto y qué le movió a ponerlo en marcha? ¿De dónde cree que procede su interés por ayudar a los demás?

Cuando tenía cinco o seis años, jugando en el parque de mi casa en Pamplona, me caí y me hice una brecha en la cabeza. Me llevé las manos a la nuca y al verlas cubiertas de sangre, entré en pánico. No había nadie. Lloré, pedí ayuda, pero el parque seguía vacío. Al cabo de un rato, pasó una pareja por la plaza. Sentí alivio. Les enseñé las manos esperando una reacción… pero miraron hacia otro lado y siguieron caminando. Finalmente, mi hermano me oyó llorar y me llevó al hospital, pero aquella sensación de abandono se me quedó grabada en lo más profundo. Años más tarde, en la universidad, un profesor me contagió su pasión por la electrónica. Monté un pequeño taller en mi habitación y comencé a hacer inventos para mi familia y amigos. Descubrí que podía usar ese conocimiento para algo más grande. Poco después de empezar a trabajar en Madrid, leí en los medios que en la Universidad CEU San Pablo estaban desarrollando una incubadora neonatal de bajo coste para salvar a bebés prematuros. No conocía ese problema. Me impactó saber que en muchos países los prematuros mueren por no tener una incubadora, algo que aquí damos por hecho. Me puse en contacto con el equipo y comencé a colaborar. La idea aún era muy incipiente y quedaba mucho por hacer. Al poco tiempo, el equipo se disolvió: algunos fueron padres, otros se mudaron al extranjero… y me quedé solo. Y ahí reviví la escena del parque, me sentía en la posición de aquella pareja: podía seguir con mi vida cómodamente, mirando hacia otro lado… o hacer algo que realmente mereciera la pena. Elegí lo segundo. Desde 2017 trabajé durante tres años en el diseño. Desde 2020 dedico mi tiempo libre a construir y enviar incubadoras a hospitales en zonas de conflicto o con pocos recursos. Porque ningún bebé debería morir por algo tan simple como no tener una incubadora.

Ha estudiado ingeniería industrial. ¿A qué le gustaría dedicarse, seguir su carrera o la vertiente solidaria?

La ingeniería me ha dado las herramientas, pero lo que me llena es ponerlas al servicio de quienes más lo necesitan. Me encantaría poder combinar ambas cosas: seguir creando tecnología, pero con un propósito social. Gracias al Premio Princesa de Girona y a la difusión que ha tenido el proyecto de las incubadoras en los medios de comunicación, hace dos meses conseguí dar el salto al vacío, dejar el trabajo y dedicarme a lo que me apasiona a tiempo completo. Cada hora dedicada a este proyecto durante estos ochos años han sido vidas enteras para otros, pero siempre he querido dedicar más tiempo.

¿Qué ha aprendido en este tiempo con la ONG?

He aprendido que no hace falta tener todos los recursos para empezar a cambiar las cosas. Que la constancia, la empatía y una idea clara pueden llevar muy lejos. También que trabajar en red, con voluntarios, médicos y otras ONG, multiplica el impacto.

¿Hay alguna experiencia personal con alguno de los padres o bebés que le gustaría compartir?

Sí. Un bebé en Camerún nació con 500 gramos y los médicos lo habían descartado. Pero lo metieron en una de nuestras incubadoras. Un año después, pude volver y cogerlo en brazos. Su madre me dijo: «¿Cómo es que no tienes hijos? ¡Es lo mejor de la vida!». Esa frase se me quedó grabada para siempre.

¿Tiene algún otro proyecto o reto en marcha?

Sí, tenemos en mente diseñar también respiradores neonatales, que son muy necesitados en muchos países, aunque por ahora solamente tenemos tiempo para las incubadoras. También queremos lanzar una plataforma abierta para que cualquiera pueda fabricar su propia incubadora con bajo coste, desde cualquier parte del mundo.

Si alguien quiere ayudar, ¿cómo puede hacerlo?

Buscamos donaciones de particulares, patrocinadores empresariales y voluntarios con ganas de cambiar el mundo, y que nos ayuden a crear un equipo, porque ahora somos todos voluntarios. Cada euro, cada empresa comprometida, cada hora de su tiempo puede marcar la diferencia. Nuestro instagram es @in3ator, y nuestra web medicalopenworld.org.