
Alimentación
¿Por qué comemos huevos de gallina, de pato y de codorniz, pero no de pavo?
Como suele pasar en el mundo de la alimentación, la tradición y la economía dictan lo que llega (o no) a nuestro plato

Cuando pensamos en huevos, lo primero que se nos viene a la mente son los de gallina. Los de pato y codorniz también han ganado espacio en mercados y restaurantes gourmet. Pero, curiosamente, los huevos de pavo brillan por su ausencia en la mayoría de los hogares y supermercados. ¿La razón? Una combinación de biología, economía y tradición.
Pocos huevos, mucho espacio
A diferencia de las gallinas, que pueden poner un huevo casi todos los días, las pavos hembras (pavas) son mucho menos productivas. En promedio, una pava pone de 2 a 3 huevos por semana, principalmente durante la primavera. Además, las pavas son más grandes, requieren más espacio, comida y cuidados. Esto hace que el costo de producción de un huevo de pavo sea significativamente mayor que el de uno de gallina.
Una inversión poco rentable
Desde el punto de vista comercial, criar pavos para la producción de huevos no es rentable. La mayoría de las granjas crían pavos por su carne, que tiene una alta demanda, especialmente en fechas como Navidad y Acción de Gracias. Las pavas se utilizan más para la reproducción que para la puesta continua de huevos comestibles.
¿Y el sabor?
Los huevos de pavo son perfectamente comestibles y, de hecho, tienen un sabor más rico y una yema más grande que los de gallina. Sin embargo, su textura más densa y su sabor más fuerte pueden no ser del gusto de todos. También tienen una cáscara más gruesa y una apariencia moteada que los hace menos “atractivos” para el mercado general.
Tradición y disponibilidad
La costumbre también juega un papel importante. Durante siglos, las gallinas han sido las principales productoras de huevos debido a su facilidad de crianza, alta productividad y domesticación temprana. Los huevos de pavo, al no haber estado disponibles de forma habitual, nunca se incorporaron a la dieta diaria de la mayoría de las culturas.
¿El huevo prohibido del futuro?
Aunque es poco probable que los huevos de pavo se conviertan en un producto de consumo masivo, algunos chefs y granjas especializadas están comenzando a ofrecerlos como una alternativa gourmet. Eso sí, a un precio considerablemente más alto.
En definitiva, no es que no podamos comer huevos de pavo. Es que, por ahora, simplemente no vale la pena producirlos para eso. Y como suele pasar en el mundo de la alimentación, la tradición y la economía dictan lo que llega (o no) a nuestro plato.
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