Productividad

Por qué estos trucos de productividad en realidad te vuelven menos eficiente

Durante años busqué el truco definitivo para ser más productivo. Lo que encontré fue que muchos de esos métodos "infalibles" solo añadían más estrés y trabajo innecesario a mi día

Por qué estos trucos de productividad en realidad te vuelven menos eficiente
Por qué estos trucos de productividad en realidad te vuelven menos eficienteUnsplash

Probé aplicaciones, rutinas, técnicas y sistemas que prometían llevar mi vida al siguiente nivel de eficiencia. Lo que descubrí es que la productividad se ha convertido en una industria que vende la idea de que siempre estamos a un método de distancia de nuestra mejor versión.

Pero la realidad es otra: muchas veces lo que más necesitamos es menos ruido, menos complicación y más acción directa.

Cuando la obsesión por la productividad te hace menos productivo

Cuando la obsesión por la productividad te hace menos productivo
Cuando la obsesión por la productividad te hace menos productivoUnsplash

Por ejemplo, me obsesioné con probar cada nueva aplicación de gestión de tareas que salía al mercado. Trello, Asana, Notion, Todoist… Tenía tantas que al final gastaba más tiempo decidiendo cuál usar que completando mis pendientes. Hasta que volví al clásico cuaderno y bolígrafo, y curiosamente, avancé más.

Lo mismo ocurrió con el famoso time blocking: tener el día dividido en bloques de 15 minutos parecía brillante… hasta que un imprevisto tiraba todo el calendario por la borda y yo terminaba más estresado que antes. Ahora prefiero trabajar por "franjas de enfoque" en lugar de horarios rígidos: mañana para escribir, tarde para gestiones administrativas.

También me di cuenta de que multitarea no es sinónimo de productividad. Creía que responder correos mientras estaba en una llamada o escribir con un podcast de fondo me hacía más eficiente, pero los errores y retrasos demostraban lo contrario. Hacer una sola cosa a la vez mejoró mi concentración y, paradójicamente, me permitió terminar antes.

El punto más revelador fue con las rutinas de mañana. Pasé de tener un ritual casi militar de dos horas a reducirlo a café y algunos minutos para planificar el día. Suficiente para empezar bien, sin sentir que debía ganar una carrera antes del desayuno.

Al final, descubrí que la productividad real no viene de la aplicación perfecta ni del sistema más complejo. Viene de simplificar, enfocarse en lo importante y dejar de perder tiempo intentando ser productivo en lugar de simplemente avanzar