Opinión

Teología de la Historia de Fátima y el comunismo

Los mensajes de la Virgen siguen teniendo un papel fundamental

Miles de personas se dan cita en el Santuario de Fátima para rezar a la Virgen
Miles de personas se dan cita en el Santuario de Fátima para rezar a la Virgenlarazon

La Teología estudia a Dios en su inmensidad. La Teología de la Historia proyecta ese conocimiento sobre su Creación para escrutar si Su Providencia –que sabemos la gobierna–, muestra señales visibles de ella para que quien pueda y «quiera ver, vea» y «quien pueda entender, entienda». Ya desde la antigüedad se debatía si la Historia tenía algún sentido, o si era fruto de la mera sucesión aleatoria y continua de acontecimientos humanos y naturales; políticos, militares...; terremotos, etc. Según la respuesta dada, la subsiguiente pregunta era inmediata: «¿y cuál es ese sentido?». No la hubo adecuada, hasta un momento singular del siglo V, con San Agustín.

El imperio romano había comenzado el siglo IV con las persecuciones de Diocleciano, más crueles incluso que las de su predecesor Nerón. Poco después en 311 el Edicto de Milán de Constantino, establecía la libertad religiosa en el Imperio y unas décadas después el Edicto de Tesalónica del hispano emperador Teodosio establecía el cristianismo como la religión oficial de Roma. A esa radical transformación le seguiría en 410 la caída de la Urbe saqueada por el bárbaro Atila precedente de la definitiva caída del milenario Imperio de Occidente. En esas circunstancias los ciudadanos romanos veían esa sucesión de acontecimientos como «una venganza de sus anteriores dioses por haberles abandonado». El obispo Agustín de Hipona, escribirá su magna obra «De Civitate Dei» (La Ciudad De Dios), donde dará respuesta a la pregunta de si tenía algún sentido la Historia. En ella, y con su cosmovisión de las dos ciudades, –«la de Dios y la terrenal»–, la definirá. Desde el comienzo de la Creación y tras la rebelión de Luzbel con su ¡non serviam!, el mundo se dividió en dos bandos enfrentados: uno que defiende la virtud y la verdad, y otro que se opone a todo ello. El primero, edifica la ciudad de Dios y tiene por Rey a Jesucristo; el otro, edifica la ciudad terrenal que combate con Satanás al frente. Es el eterno combate entre el bien y el mal que san Agustín conocía bien por su pasado como seguidor de la secta herética de los Maniqueos. Ese «sentido cristiano» es el fundamento de la Teología que define a Jesucristo como el «Señor de la Historia». Su presencia, como «el brazo que dirige sus acontecimientos» se manifestará en especial cuando la Humanidad se encuentra ante «cambios de rasante» en su caminar a través del tiempo, y una de sus expresiones son las providenciales coincidencias. San Juan Pablo II lo expresó magistralmente cuando sufrió el atentado a manos del terrorista Ali Agca el 13 de Mayo de 1981: «Tenía que producirse el atentado –coincidiendo con la fiesta de la Virgen de Fátima–, para que la Iglesia y el Papa miráramos a su mensaje»... «porque en los designios de la Providencia, no hay meras coincidencias». Consagró Rusia al Inmaculado Corazón de María y cayó el Muro de Berlín –el «Telón de Acero»– y la URSS sin violencia ninguna.

En 1917, año de la revolución comunista, la Virgen se apareció en la Cova da Iria el 13 de cada mes desde Mayo a Octubre, a tres pastorcillos, salvo el 13 de Agosto, al estar detenidos para «acabar con aquellas apariciones». Lo haría el día 19 cerca de allí, expresando «su alegría» por volver a verlos y su «tristeza» por habérselo impedido el día 13. El Muro comunista se construyó un 13 de agosto de 1961 –día de «tristeza»– del siguiente año al que debería haberse dado a conocer el «Tercer secreto». Cayó el 9 de noviembre de 1989, día que en 1982 el Papa se despedía de España en la Catedral de Santiago exhortando a Europa a «ser ella misma... a revitalizar sus raíces cristianas». Y el principio del fin del «Telón de Acero» fue el 19 de agosto (día de «alegría») casi tres meses antes.

Aquella fecha se convocó en un lugar de la frontera de Austria y Hungría, el «picnic paneuropeo por la Paz», una iniciativa del príncipe Otto de Habsburgo, hijo de Carlos, el último emperador austrohúngaro y beatificado por Juan Pablo II. Anualmente se conmemora dicha fecha junto a un monumento que recuerda aquel acontecimiento. Los asistentes al encuentro empezaron a atravesar libremente la frontera –abierta para la ocasión– y siguió una riada de berlineses que desembocaría en el posterior derrumbe pacifico del Muro. El mismo esquema se repetiría dos años después con la URSS: el 19 de agosto de 1991 fracasó el golpe de estado que el sector más radical del Politburó soviético había dado contra la Perestroika de Gorbachov, aprovechando su ausencia de Moscú, de vacaciones en Crimea. Fue el principio del final del imperio comunista soviético ruso, que se desplomaría igual que el «Telón de Acero» comunista. La fecha: el 8 de diciembre, la Inmaculada Concepción. Rusia había sido consagrada a su Corazón Inmaculado. «El Señor de la Historia».