Problemas de acceso

Tratamientos «de segunda» para el cáncer de riñón avanzado

Sanidad ha rechazado en los últimos años y por cuestiones de precio la financiación de hasta tres terapias combinadas que han mostrado mejoría significativa en la supervivencia global y en la calidad de vida, y que son recomendadas por las guías clínicas

En la década 2006-2016, la enfermedad renal crónica fue la segunda patología que más creció tras el alzhéimer / DREAMSTIME
En la década 2006-2016, la enfermedad renal crónica fue la segunda patología que más creció tras el alzhéimer / DREAMSTIMEDreamstimeDreamstime

No todos los tipos de cáncer reciben la misma atención por parte de la sociedad y de los medios, ni los mismos recursos por parte de la administración y de los organismos implicados. Es el caso del cáncer renal, que en España tiene una prevalencia de más de 66.000 casos y del que se detectan más de 8.000 nuevos casos cada año, con una mortalidad muy elevada, superior al 25%.

Si lo comparamos con otras neoplasias, como la de mama, su incidencia es moderada, pero la posibilidad de un desenlace fatal en la enfermedad avanzada es mucho mayor.

Además, en un contexto como el actual, en el que existen estrategias de diagnóstico precoz en gran parte de los tumores, el cáncer renal es una «rara avis», ya que debuta con síntomas inespecíficos, lo que dificulta en gran medida su detección.

De hecho, más del 50% se diagnostica de manera casual cuando el paciente se somete a una prueba de imagen por otro cáncer. En el momento del diagnóstico, un 25% de los pacientes con cáncer renal presenta enfermedad avanzada y, entre el 20-50% de los diagnosticados en estadios tempranos que se someten a cirugía sufre progresión a una enfermedad ya metastásica.

Beneficios limitados

«Hasta hace algo más de 5 años el tratamiento estándar –y con mayor beneficio demostrado– consistía en la administración de un inhibidor de la tirosina-quinasa (TKI) –con un mecanismo de acción basado en inhibir la angiogénesis, es decir la creación de nuevos vasos para facilitar el crecimiento del tumor–. Sin embargo, esta estrategia, que sí retrasa la progresión, no ha demostrado aumentar la supervivencia de los pacientes», explica Aránzazu González del Alba, coordinadora de la Unidad de Tumores Genitourinarios del Hospital Puerta de Hierro, de Madrid, y presidenta del Grupo Español de Oncología Genitourinaria (Sogug, por sus siglas en inglés).

El gran cambio para estos pacientes llegó con la irrupción de la inmunoterapia (IO), basada en fármacos que desbloquean el freno fisiológico que impide a nuestro sistema inmune atacar y destruir las células cancerosas. Entonces, se demostró la eficacia de las combinaciones de tratamientos –por un lado, una doble inmunoterapia, y, por otro, una inmunoterapia más un TKI– para mejorar la supervivencia global, con resultados positivos también sobre la calidad de vida, frente al TKI en monoterapia. «Las terapias TKI son las terapias clásicas que están aprobadas e incluidas en el Sistema Nacional de Salud (SNS) junto con la doble inmunoterapia (esta última estrategia se aprobó hace algo menos de 2 años sólo para el grupo de pacientes de riesgo intermedio y mal pronóstico)», detalla la oncóloga.

Lo más cercano a la curación

Estos beneficios clínicos son los que han llevado a las principales sociedades científicas, nacionales e internacionales a clasificar, en las guías de práctica clínica, a las terapias combinadas como el tratamiento estándar de primera línea, frente a las terapias clásicas.

«Las combinaciones de inmunoterapia han supuesto un hito en el tratamiento del cáncer renal avanzado en lo que se refiere a la supervivencia de estos pacientes. Antes, menos del 50% sobrevivía a los 2 años y, a los 5 años, no mucho más del 10%. Con las combinaciones de inmunoterapia tenemos ya datos de seguimiento a largo plazo que muestran que aproximadamente la mitad de los pacientes siguen vivos a los 5 años. Además, observamos largos supervivientes que siguen sin experimentar progresión, lo que supone una aproximación, por primera vez ,a la curación», señala González del Alba.

En España contamos con la aprobación de la doble inmunoterapia, que llegó tarde –en noviembre de 2021, tres años después de demostrar sus resultados–. Sin embargo, esta estrategia no es válida para todo el espectro de pacientes con cáncer renal. «Las combinaciones de IO-TKI son imprescindibles. Frente a la doble inmunoterapia, demuestran, además de mejoría significativa en la supervivencia, tasas de respuestas más elevadas y menos progresiones de enfermedad. Es una necesidad no cubierta para nuestros pacientes poder acceder a alguna de estas combinaciones, sobre todo en los casos en los que la enfermedad es muy agresiva y con gran volumen tumoral, independientemente del grupo de riesgo», añade la especialista.

Por ello, desde 2021, la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha contra las Enfermedades del Riñón (Alcer) está movilizándose y reuniéndose con los distintos organismos sanitarios para pedirles un compromiso firme en acelerar el acceso a la innovación de estos pacientes, cuyas vidas se pierden por criterios meramente económicos.

«Mientras que, en los países de nuestro entorno, todas las combinaciones están disponibles, en España, las tres autorizadas por la EMA con indicación en cáncer renal avanzado cuentan con resolución negativa de financiación. Tener un cáncer renal en este país significa tener menos posibilidades de supervivencia que en el resto de los estados europeos de nuestro entorno. Para encontrar un caso igual que el de España hay que ir a Europa del Este», lamenta su presidente, Juan Carlos Julián.

Últimas denegaciones

Las últimas dos denegaciones a financiar terapias combinadas se han producido en los últimos dos meses, y ambas por criterios económicos. En la primera, la Comisión de Farmacia alegó que el motivo eran «los términos de la propuesta de financiación presentada por la empresa», y proseguía: «Además, se ha considerado la existencia de otras alternativas terapéuticas similares a menor precio o inferior coste, así como criterios de racionalización del gasto público». En el caso de la segunda, los motivos de denegación son idénticos.

«Hemos tenido ya varias reuniones con la Comisión, y en todas nos han dicho lo mismo, que están negociando con los laboratorios. Mientras ellos no se ponen de acuerdo, sigue muriendo gente», lamenta Julián. «Desde las sociedades científicas seguiremos insistiendo en la necesidad y la urgencia de aprobar al menos alguna combinación IO-TKI. No se entiende que en una enfermedad de mal pronóstico una estrategia terapéutica con una magnitud de beneficio tan evidente y después de 4-5 años de seguimiento –que añade mayor consistencia a los resultados– no sea accesible para los pacientes de cáncer renal avanzado en España. No hay un precedente en el que un tratamiento con un impacto en la supervivencia y un beneficio clínico tan reseñable, después de 5 años, no esté incluido en la cartera de servicios del SNS y sí en el resto de los países del entorno europeo», concluye la oncóloga.