Religión
«No vamos a alimentar batallas para hacer caer gobiernos»
El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, se desmarca de los rosarios por la unidad nacional celebrados junto a la sede del PSOE
La Conferencia Episcopal Española marca distancia del llamado Rosario por la Unidad Nacional, que desde hace varias semanas se celebra cada tarde en la escalinata de la madrileña iglesia del Inmaculado Corazón de María, ubicada en una de las esquinas de la calle Ferraz. «¿Las personas que rezan... qué piden? Yo qué sé lo que pide cada persona en su conciencia, allá ellos, no controlamos a las personas y los grupos», expuso ayer con naturalidad el presidente de los obispos, el cardenal Juan José Omella, durante el desayuno informativo «Fórum Europa» celebrado en Madrid.
Con estas palabras el purpurado se desmarcaba de esta iniciativa respaldada por Enraizados, una entidad vinculada a la plataforma HazteOir y con cierta cercanía a Vox, que se ha forjado en paralelo a las protestas contra la amnistía junto a la sede del PSOE. «Nosotros lo que queremos es siempre trabajar codo a codo por el bien común, si nos dejan, pero lo que no vamos a hacer nosotros batallas políticas y batallas de hacer caer gobiernos», aclaró el también arzobispo de Barcelona. Fiel a su empeño de que la Iglesia no se quede encasillada bajo las siglas de un partido u otro, Omella continuó su reflexión añadiendo que «propondremos valores por los que hay que defender y luchar, es lo propio de un cristiano y de un ciudadano democrático». En otro momento del encuentro dibujaría aún más cuál ha de ser el papel de los católico en la vida pública: «No seamos cristianos proselitistas, sino cristianos que están en la calle, con valentía, pero también con humildad».
No fue esta la única mina con la que se topó en esta cita mediática. Al ponerle sobre el atril el ataque lanzado desde Argentina por el dirigente de VOX, Santiago Abascal, a Pedro Sánchez, Omella despejó el balón con «finezza» eclesial: «Todas las personas, estén con un cargo público o privado, tienen que hablar con respeto y, si pueden hacerlo con belleza, mejor». «La autoridad no se da por decreto, sino que se consigue por tres atributos de Dios: diga usted siempre la verdad, dígalo con bondad y dígalo diplomáticamente», apostilló.
El líder de la Iglesia española también fue invitado a posicionarse ante la ley de amnistía. El cardenal se remitió al mensaje al Pueblo de Dios aprobado por la reciente Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal. Con su alerta por la creciente polarización por delante, llamó a incrementar «el diálogo social» frente a cualquier postulado «excluyente». «La Iglesia en las cosas concretas de la política no entra, sino que desde la Doctrina Social de la Iglesia damos principios morales», resolvió.
En esta misma línea, evitó una confrontación directa con Moncloa al analizar los posibles frentes de la nueva legislatura, dejando caer que «no sé de las intenciones ahora de los ministros y del presidente». «El diálogo que yo mantengo con el Gobierno a través del ministro Félix Bolaños, es cordial, hablamos de forma directa y no percibo una animadversión a los actuales acuerdos y conciertos», apreció el purpurado que, como ha ocurrido en los cinco años previos, se mostró abierto a «cambiar alguno de los artículos de los acuerdos Iglesia-Estado» con una condición: «desde el diálogo».
Por otro lado, una vez más, Omella desmintió que Oriol Junqueras le propusiera ser mediador para verificar sus acuerdos de investidura con los socialistas: «Nadie me ha propuesto nada y no me meto donde no me llaman».
Más allá de la actualidad política, el desayuno informativo se centró en la lucha antiabusos. Bajo la mirada atenta del Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, Omella agradeció su informe, sabedor de que «nada es perfecto». En cualquier caso, apreció del estudio que «nos ha permitido ver la foto del sufrimiento de las víctimas, especialmente su silencio».
Más crítico se mostró con la auditoría encargada por los propios obispos al bufete Cremades & Calvo Sotelo. «Llega un poco tarde», valoró el cardenal sobre un trabajo que estaba previsto entregar el pasado febrero y que está prometido para finales de esta semana.
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