Tecnología
Esta es la primera medida que tenemos que tomar contra la COVID-19 este verano
Entrevistamos a Javier Balletester, catedrático de mecánica de fluido en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Zaragoza
Cada vez son más las voces científicas que se alzan para señalar la importancia de los aerosoles y la escasa repercusión que reciben desde la autoridades. Si un tiempo atrás hablábamos con José Luis Jiménez, experto español en aerosoles de la Universidad de Colorado, ahora le toca el turno a Javier Ballester, catedrático de mecánica de fluido en la escuela de Ingeniería de la Universidad de Zaragoza. La semana pasada, Ballester publicó un estudio en el que se analizaba las medidas más adecuadas para determinar el aforo en establecimientos de hostelería. Y la clave en todo ello eran los detectores de CO2.
Con la ciencia en la mano y los conceptos muy claros, Ballester explica lo que debemos saber a la hora de evaluar la apertura o cierre de esta actividad. También cómo se compara con los centros educativos y qué debemos saber sobre la tecnología detrás de los filtros de aire y los detectores de CO2.
“Los detectores de CO2 indican el nivel de contaminación del aire, no la contaminación ambiental sino qué cantidad del aire en la sala ha sido respirado por otra persona, porque allí está el riesgo: si allí hay un contagiado que respire y al hacerlo emite aerosoles”, explica Ballester desde Zaragoza. “Si ventilamos, eso desciende. El 30% de aforo puede ser suficiente en ciertos lugares y en otros muy poco”.
La primera medida: analizar el CO2
“Desde instancias oficiales hay informes que hacen una indicación concreta en la que se habla de CO2. Hay un acuerdo general que en el interior es más fácil el contagio que en exteriores, como 20 veces más. ¿Por qué es más alto ? Está vinculado al nivel de ventilación”, añade Ballester. “La raíz del problema es que se transmite a través del aire, entonces si se reconoce que la ventilación es importante, hay que saber cuánto hay que ventilar. El CO2 es un buen indicador, el problema que no hay criterios oficiales que se apliquen y eso es lo que exigiríamos a las autoridades. Es la primera medida que hay que tomar: medir CO2, un indicador que nos sirve para saber cómo estamos y luego para actuar. El aforo es muy incierto, pero el CO2 es fácil de medir”.
No se puede aplicar el mismo criterio a todos
“De la misma forma que el 30% de aforo en ciertos lugares es mucho, en otros es poco, debido a la ventilación de cada sitio”, afirma este experto. “En aulas hemos comprobado que ventilando, con ventanas no muy abiertas, puedes tener 25 alumnos y abriendo un poco, está bien ventilado y las condiciones son buenas”.
Ventajas y desventajas de los purificadores
“Los purificadores de aire pueden incluir distintos métodos de limpieza del aire”, señala Ballester. “Pueden tener los filtros HEPA, algo muy eficaz para retener los aerosoles, pueden tener carbón activo pero esto es para contaminantes orgánicos y luego puede tener otras tecnologías como ultravioleta u ozonización. Estos últimos, como efecto secundario pueden generar moléculas tóxicas. El filtro HEPA sí es bueno, pero el ozono con personas no se debe utilizar porque es tóxico. Pero el filtro, aún siendo efectivo, es muy difícil de medir en cuanto a rendimiento. La recomendación es ventilar, sea de forma natural o mecánica. Los purificadores con HEPA serían un segundo recurso o un recurso complementario”.
¿Cómo debe ser la ventilación adecuada?
“La ventilación natural debe ser cruzada, es decir una puerta y una ventana para que el aire se renueve”, explica Ballester. “No es necesario que haya viento, pero sí tiene que ser continuo. Abrir y luego cerrar da una falsa sensación de seguridad y no es suficiente. La ventilación mecánica (cuando se recurre a sistemas de ventilación) no puede llevarse a cabo haciendo recircular el aire ya respirado, sino renovarlo tomando aire del exterior. La apertura de ventanas necesaria para ventilar correctamente depende de muchos factores. Por ejemplo, en invierno es fácil ventilar porque la diferencia entre interior y exterior es grande y eso genera movimientos de aire, algo similar ocurre en verano, por la diferencia de temperaturas: más cálida fuera y más fresca dentro. Pero en primavera y otoño, cuando las temperaturas son similares, la circulación del aire es menor. Por eso es tan importante medir el CO2, para poder ajustar la ventilación y asegurar suficiente en cualquier situación”.
¿Cómo saber si un detector de CO2 es bueno?
“A la hora de buscar un detector de CO2, hay equipos de bajo coste para medir CO2 en ambiente con una precisión buena. Hay dos categorías, debe ser de tipo infrarrojo, NDIR, los electroquímicos son menos fiables. El coste de estos puede ser desde 90 a 150 euros y son perfectamente fiables”, asegura el catedrático.
¿En qué estamos fallando?
“Es esencial la comunicación”, concluye Ballester. “Todo se resume en dos o tres ideas principales y si se hubieran comunicado de manera adecuada hubiéramos avanzado muchísimo. Las recomendaciones deben ser adecuadas, no tiene sentido invertir tanto en gel y tan poco en detectores, es tirar el dinero. Mejor que tener memorizar muchas reglas, sería más efectivo tener claros unos pocos conceptos, de forma que cada uno podamos razonar cuál es la mejor forma de protegernos en cada situación. Por ejemplo, si sabemos que se contagia por el aire, si entramos en un bar, estaremos mejor cerca de la ventana, donde circula el aire. El ajuste de las mascarillas es esencial y debería comunicarse desde las instituciones responsables. El éxito no es que pocos sepan mucho, sino que todos sepamos estas ideas básicas, si lo conseguimos, es la mejor medida que podemos tomar”.
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