Tecnología
630 kilómetros por carretera separan Vilnius (Lituania) de Lublin (Polonia). Los mismos que hay, por ejemplo, entre Madrid (España) y Lisboa (Portugal). En coche, eso se traduce en aproximadamente siete horas de viaje según el tipo de vía que nos encontremos. Ahora bien, entre las restricciones provocadas por la COVID-19 y el inminente pasaporte europeo de vacunación, los desplazamientos entre países se han visto muy limitados. Esta situación ha supuesto una bajada histórica del turismo, así como un incremento irrefrenable de las ganas de emprender una nueva aventura. Por ello, a la espera de esa vieja normalidad que las permitía sin condiciones, estas dos ciudades del este de Europa han querido conectarse en tiempo real para que sus locales puedan satisfacer un poquito ese sentimiento wanderlust.
Lo han hecho a través de una enormepuerta circular que muestra imágenes en vivo de ambos destinos, de tal modo que sus habitantes pueden observar lo que ocurre en cada momento al otro lado del portal. Este puente digital, tal y como han explicado sus creadores, tiene por fin alentar a la gente a repensar el significado de unidad: “Se trata de una invitación para superar prejuicios y desacuerdos que pertenecen al pasado”.
Gracias a un sofisticado sistema de cámaras, pueden comunicarse, compartir pensamientos y, en definitiva, establecer una unión entre pueblos y culturas, incluso aunque no hablen el mismo idioma. Su diseño y desarrollo ha sido obra del Centro de Creatividad e Innovación de la Universidad Técnica de Vilnius Gediminas. El proceso se inició hace cinco años en pleno boom turístico de ambos territorios, pero el destino ha querido que su puesta en marcha corresponda con un momento más que necesario: la pandemia. “Tanto para el modelado 3D como para la elaboración del contenido digital, se ha requerido un equipo amplio y multifuncional”, apuntó Adas Meskenas, director de LinkMenu fabrikas. “Proyectos como éste nacen cuando diversas personas logran trabajar juntas y alcanzan una buena sincronicidad”.
Es cierto que, a fin de cuentas, es una especie de videollamada con pantalla gigante, pero el hecho de que las cámaras estén en mitad una de gran urbe, abiertas 24 horas a todo el mundo, cambia el enfoque. “La humanidad se enfrenta a muchos retos potencialmente mortales, ya sea la polarización social, el cambio climático o los problemas económicos. Sin embargo, si nos fijamos bien, la causa de estos retos no es la ausencia de científicos brillantes, activistas, líderes, conocimientos o tecnología. Es el tribalismo, la falta de empatía y una percepción estrecha del mundo, que a menudo se limita a nuestras fronteras nacionales”, explicó Benediktas Gylys, artista, al ayuntamiento de Vilnius. Tal es el éxito que ha cosechado su propuesta que ya hay planeados otros dos nuevos espejos en Reikiavik (Islandia) y Londres (Reino Unido).