Calor
Por qué tu coche pierde hasta un 15% de potencia y gasta más combustible en verano
Las altas temperaturas propias de la estación afectan al rendimiento de tu vehículo de muchas formas
Llega el verano, coges el coche para irte de vacaciones intentando escapar del calor o desplazándote a algún lugar en el que se pueda disfrutar mejor del mismo, pero notas que no está rindiendo como hace unos meses. Parece haber perdido potencia y gasta más litros de combustible cada cien kilómetros, ¿tendrá algún problema? No, es simplemente el calor.
Las altas temperaturas afectan de muchas formas a un vehículo y obligan a ser más cuidadosos en su mantenimiento para evitar percances inesperados. Entre otras consecuencias, los neumáticos aumentan su desgaste al rodar sobre un asfalto que puede alcanzar los 70 grados mientras que el líquido de frenos dura menos y los discos de frenado pueden deformarse por la presión y el rozamiento junto al exceso de calor.
Los efectos en neumáticos y sistema de frenos pueden prevenirse con un adecuado mantenimiento y conducción, pero hay otros que son inevitables en esta época del año como la pérdida de potencia y el aumento del gasto de combustible que son consecuencia de las altas temperaturas que se dan en el interior del motor.
Ni siquiera hace falta que haya un calor extenuante en el exterior para que las temperaturas en el interior del vehículo se disparen. Según un estudio del RACC, una exposición de una hora al sol bajo una temperatura de 35 grados hace que el interior del vehículo, si no se hace uso del aire acondicionado, pueda llegar hasta los 55. Y con solo 25 grados en el exterior, se pueden alcanzar los 40 dentro del coche en el mismo plazo de tiempo.
Lógicamente, la temperatura que alcanza un motor en funcionamiento será mucho mayor que la del espacio para los ocupantes. Esta se cifra habitualmente en unos 90 grados, pero la referencia que se utiliza es la temperatura del líquido refrigerante. Otras partes del motor alcanzan temperaturas mucho más elevadas, siendo la máxima la del interior de la cámara de combustión del motor que puede superar los 2.000 grados.
En verano, esas temperaturas aumentan y eso provoca la pérdida de potencia del motor en hasta un 15%, especialmente en los motores turbo y con compresor de aire que no hacen uso de intercooler. Esto se debe a que el motor necesita aire para su funcionamiento, pero con más calor la proporción de oxígeno disminuye, la mezcla no se quema con tanta facilidad y el rendimiento decae. Como consecuencia, también aumenta el consumo del combustible en una media de un litro por cada cien kilómetros.
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