Armas
¿Qué pasaría si se detonan todas las ojivas nucleares del planeta a la vez y en el mismo lugar?
No exterminarían toda la vida humana, pero las consecuencias se notarían en todo el planeta
Más de tres décadas después del final de la Guerra Fría y de la carrera armamentística entre Estados y la Unión Soviética, el mundo continúa armado con miles de cabezas nucleares. Según Arms Control Association, el arsenal nuclear mundial se componía de 13.133 cabezas nucleares al cierre de 2021, repartidas entre 9 países. Estados Unidos (5.550) y Rusia (6.257) agrupan el 89,9% mientras que las restantes se reparten entre China (350), Francia (290), Reino Unido (225), Pakistán (165), India (156), Israel (90) y Corea del Norte (40-50). La tendencia, en la mayoría de ellos, es la de incrementarlos (Rusia, Reino Unido, China, Corea del Norte, Pakistán e India), mientras que Francia e Israel los mantienen estables y solo Estados Unidos lo está reduciendo, según datos de la Federación de Científicos Americanos.
La capacidad destructiva de todo este arsenal es inimaginable, pero en el canal de divulgación científica de YouTube Kurzgesagt – In a Nutshell (en pocas palabras) se plantearon que sucedería si se detonaran todas las bombas atómicas del planeta a la vez en el mismo sitio. Para resolver la duda contaron con la investigación y los cálculos realizados por el Dr. Matthew Kaplan del Instituto Canadiense de Astrofísica Teórica, Lucas Kreuzer, investigador del departamento de Física de la Universidad Técnica de Munich y Hannah Ritchie, investigadora de Our World in Data. Los resultados, como era de esperar, fueron estremecedores.
Los investigadores partieron de una estimación de 15.000 cabezas nucleares en todo el planeta que, a razón de una media de tres por cada objetivo, tendrían la capacidad de destruir por completo las aproximadamente 4.5000 ciudades con más de cien mil habitantes cada una que existen en el mundo, matando así a más de 3.000 millones de personas y sobrando aún 1.500 ojivas.
Para la hipótesis de concentrar todas las armas nucleares en un solo lugar y hacerlas explotar eligieron la selva amazónica como emplazamiento. Esta explosión, que equivaldría a la producida por 3 billones de toneladas de TNT o quince veces la energía liberada por la erupción del volcán Krakatoa en 1883, provocaría una gigantesca bola de fuego de 50 kilómetros de diámetro y una onda expansiva que arrasaría con 3.000 kilómetros cuadrados de jungla amazónica.
Toda criatura viva en un área de 250 kilómetros ardería al instante mientras millones de toneladas de material incinerado sería lanzado a la atmósfera. La nube de la explosión alcanzaría los límites de la estratosfera y debajo de ella quedaría un cráter de diez kilómetros y un incendio que avanzaría descontrolado por el continente devorando naturaleza y ciudades. La radiación volvería inhabitable un área de varios cientos de kilómetros en torno al cráter y el polvo radioactivo, impulsado por los vientos, se extendería por buena parte del planeta aumentando los casos de cáncer en la población que hubiera sobrevivido. La acumulación de polvo y partículas en la atmosfera propiciaría un invierno nuclear con un descenso global de la temperatura durante unos pocos años pero, pese a todo, la humanidad sobreviviría.
No es el caso de la siguiente hipótesis que plantea Kurzgesagt – In a Nutshell. ¿Qué pasaría si se pudiera extraer todo el uranio disponible en la Tierra, unos 35 millones de toneladas, fabricar con ellas todas las bombas nucleares posibles y hacerlas explotar a la vez?
El resultado sería el equivalente a 10.000 millones de bombas de Hiroshima que, detonadas simultáneamente, liberarían una cantidad de energía similar a la que produjo el impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años. La bola de fuego se elevaría tanto que sería visible desde todo el continente sudamericano, miles de toneladas de material serían lanzadas a la atmósfera, pero muchas de ellas volverían a caer provocando tormentas de fuego y un aumento de las temperaturas que mataría a la mayoría de animales grandes. La explosión generaría terremotos y vientos con la fuerza de un huracán y el invierno nuclear se prolongaría durante décadas provocando la extinción de los humanos y cualquier animal grande. Ni siquiera los astronautas de la Estación Espacial Internacional estarían a salvo, dado que contarían con bastantes posibilidades de que la ISS fuera alcanzada por los materiales lanzados al espacio por la explosión.
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