Ciencia y Tecnología
Sin miedo a los robots
El Espacio Fundación Telefónica organiza una exposición de casi 50 piezas con el objetivo de explorar sus orígenes, composición e impacto cultural.
Es interesante apreciar cómo María Brancós, responsable de exposiciones del Espacio Fundación Telefónica, cedió ayer la batuta de la presentación de su nuevo proyecto «Nosotros, Robots» a Nao, un pequeño androide de menos de 80 centímetros. «Ya en la antigüedad, venís soñando con nosotros», entona la máquina en un perfecto castellano. «Desde la época de Platón hasta el Renacimiento habéis estado ideándonos [...]. Estamos aquí para ayudaros. Podemos ocuparnos de las tareas del hogar, conducir transportes o traeros la comida». Tras finalizar los prolegómenos, Nao comenzó a despertar sensaciones de los asistentes con una cariñosa y simpática despedida: «Pero antes de irme, dame un abrazo».
El sector de la robótica ha causado fascinación al ser humano desde tiempos inmemoriales: ya en el siglo XVI a. C. se documentaron las primeras clepsidras, unos rudimentarios aparatos que ayudaban a medir el tiempo a través de gotas de agua. Con el paso de los años, las manos y mentes de Leonardo Da Vinci o Joseph Barnett contribuyeron a mejorar la ciencia hasta llegar a los tiempos actuales, en los cuales Amazon comienza a enviar paquetes a domicilio a través de drones.
En la presentación que tuvo lugar en Madrid participaron Andrés Ortega, periodista, y comisario del proyecto; Concepción Alicia Monje, Doctora Investigadora del grupo de investigación RoboticsLabs de la Universidad Carlos III; y Pablo Medrano, CEO de Casual Robots. Ortega, un erudito de la robótica en general, valoró que «la sociedad se está enfrentando a una cuarta revolución industrial haciendo frente a nuevos retos económicos, éticos o políticos». No tardó demasiado en salir una de las mayores reticencias acerca de este campo: la potencial inteligencia emocional de la que pueden gozar estas máquinas y sus consecuencias en caso de una rebelión general. «El gran reto descansa en el diálogo con la sociedad. Hay una importante labor que tenemos los científicos y es la de transmitir esa seguridad al ser humano de que será una robótica de todos para todos», llamó a la calma Concepción. «La inteligencia emocional debe estar ligada a la artificial: el robot parece que siente, pero en realidad no lo hace, y es fundamental que exista para comunicarnos con él. Evidentemente, es una simulación, pero para nosotros es suficiente con entender hasta dónde llega la máquina», finalizó.
Tampoco tardó en brotar otro de los miedos que acecha hoy a la sociedad: ¿Qué sucederá con muchos puestos de trabajo? «Tenemos clientes que nos llaman para sustituir a un trabajador por un robot. Es preocupante, sobre todo en la parte de formación e información. Desde Casual Robots asesoramos e informamos a empresas y a particulares sobre qué uso deben hacer de la robótica», afirmó Pablo. Parece que, para las compañías productoras de este aparato, resulta fundamental garantizar la construcción de un ecosistema compatible entre máquinas y humanos que no interfiera en el bienestar social.
La exposición, que estará abierta al público hasta el próximo 3 de febrero, es un recorrido por cinco espacios diferenciados con cerca de casi 50 aparatos de tecnología puntera a nivel mundial, aunque algunos ya hayan quedado obsoletos. Mientras que una sala explora, a través de una línea temporal, la genealogía de las máquinas, otra bucea en el uso de esta figura a través de la cultura popular (cómics, cine, literatura...) y la de más allá desgrana su funcionamiento. Hay robots de todo tipo: perros en miniatura cuya función principal es hacer compañía, empatizar y tratar de comprender, drones aéreos que pueden transportar carga y réplicas de R2D2 o un modelo, denominado InMoov, cuyas piezas pueden fabricarse a través de una impresora tridimensional.
No debe de quedar mucho para que los robots vengan con partida de nacimiento bajo el brazo. El avance irrefrenable de la tecnología crea más espacio para esta figura que, inevitablemente, acabará formando parte del día a día. Su impacto es real: la Federación Internacional de Robótica espera que para 2019 se hayan instalado más de 1,4 millones de nuevos aparatos. «Se está produciendo una explosión de robots en el sector industrial y, últimamente, en los servicios también [...] Se estima que las ventas de estos crecerán un 25% cada año», evaluó Ortega. Aunque hayan tenido que pasar 50 años, por fin será posible preguntar a los androides si sueñan con ovejas eléctricas.
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