Estreno
«Supernormal», kryptonita para una vida de postureo
Movistar Plus+ estrena hoy la segunda temporada de la comedia protagonizada por la actriz Miren Ibarguren
Si la primera temporada sacó el lado más salvaje de todo un pez gordo de los negocios, la segunda entrega de «Supernormal» arranca desde los dos últimos años de Patricia Picón, justo después de que la ambición la cegara por completo. La estructura de su familia se ha transformado por completo, ahora es su marido quien lleva el peso económico de la casa. «Ella está tan frustrada con su vida doméstica que no es capaz de empatizar con los demás, ni siquiera escucha las nuevas preocupaciones de su marido, como empresario, ni disfruta con él su nueva experiencia laboral», comparte la actriz protagonista Miren Ibarguren. Diego Martín, que encarna a Alfonso, es más benévolo con el personaje de su mujer. «Creo que él también padece una cierta ceguera emocional, no es capaz de darse cuenta de que no es feliz la persona que tiene al lado. Además, él equivocadamente siente que por fin está ocupando el papel que le pertenecía». Como si «llevar los pantalones» de la casa supusiese cumplir con su destino. A Diego, en verdad, no le sorprende lo que le sucede a su personaje: «No creo que vivamos precisamente en la era de escuchar a los demás. Pasamos tanto tiempo mirándonos el ombligo que ignoramos la realidad de hasta las personas con las que convivimos. Las redes sociales nos hacen creer que conocemos mejor a la gente de nuestro alrededor, pero no es más que otra falsa paradoja».
Tras este gran giro de guion, aparece en escena un nuevo personaje, el de Pitu, interpretado por Alexandra Jiménez. Ella es una mujer de negocios que aparentemente cumple con todos los valores de la mujer del siglo XXI. Pitu atrae la atención de Patricia porque en ella ve reflejada a la mujer que ella quisiera ser. Pero las apariencias engañan. «Esta serie se ríe de lo ridículos que a veces somos intentando mantener ciertas fachadas», aclara Alexandra. Esta mujer a la que tanto admira Patricia Picón se echa ginebra a la bebida isotónica y vive en un matrimonio totalmente roto.
Un símbolo que aparece constantemente en la trama son las emblemáticas cuatro torres de Madrid, icono del éxito profesional y la ambición. Sin embargo, estos cristales también esconden jerarquías, exigencias desorbitadas, horarios incompatibles con la vida familiar y también infelicidad. «En la serie funciona como un recordatorio de que hoy en día no importa tanto ser alguien, sino parecer», comenta Alexandra cuando le interrumpe Diego en tono de broma: «Pero no menosprecies las vistas».
La serie que estrena hoy Movistar Plus+ ahonda también en los estigmas que puede arrastrar una trayectoria profesional, como la larga sombra del despido. A día de hoy, todavía ser cesado en una actividad profesional supone una vergüenza difícil de borrar, en lugar de entenderse como un cambio que puede suponer crecimiento a largo plazo. «Somos muy castigadores y el despido o el fracaso son una tecla fácil de tocar. Siempre pensamos que ‘por algo habrá sido’ y por ello hay gente que apuesta por esconderlo», comparte Miren.
Patricia Picón acaba arrastrando a su entorno a muchas de sus locuras, lo que acaba suponiendo desagradables consecuencias para ellas, sin embargo, ninguna se distancia de ella. Una relación de dependencia que a veces roza la toxicidad. Sin embargo, para Miren «esta red de mujeres es colaborativa y creo que todas quieren pertenecer a ella y se benefician. Pienso que es una relación sana y que todas buscan». Así la serie reflexiona sobre qué Patricia es la que atrae a la gente, la real o la ficticia de su doble vida.
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