
Reflexión
Iker Jiménez rememora cuando la industria juguetera española tenía identidad propia: "La radiografía de un país"
El presentador de 'Cuarto Milenio' ha querido abordar la homogeneización del ocio en las generaciones más jóvenes

En esta vida hay dos cosas que nos acompañan pase lo que pase, y estemos donde estemos: nuestra sombra y nuestra nostalgia. En el caso de esta última, siempre vela por tiempos que nos resultaron mejores, esas épocas que añoramos con profundo ahínco. Para Iker Jiménez, la nostalgia se materializa en un ámbito que nos marca desde bien pequeños: los juguetes.
El presentador de 'Cuarto Milenio' ha querido aprovechar el editorial de su programa para reflexionar acerca de lo que supone la pérdida de la seña de identidad de la industria juguetera española. Y es que, si bien afirma no rechazar lo que existe hoy en día, la edad de oro de los juguetes sigue más viva que nunca en su cabeza.
Hacer juguetes era toda una corriente filosófica
"Cuando se encuentra uno de nuevo con una cosa que hace 40 años que no veía eres capaz de imaginar muchas cosas que vienen con un humilde juguete", rememora el periodista. Con un impresionante apogeo en los años sesenta, setenta y ochenta, las empresas jugueteras españolas conformaron un estilo de vida que hoy en día casi ni se aprecia.
Según Jiménez, cada juguete y cada recuerdo asociado a él aporta a ese imaginario colectivo de la sociedad española: "Puede ser la radiografía de un país, no lo sé, les he hablado muchas veces del desarrollismo español, a algunos les sentará muy mal porque estaba Franco, pero es desarrollismo español hasta los 80". Algo parecido ha afirmado a la hora de hablar de los creadores de juguetes de nuestro país.
Los emprendedores jugueteros españoles no venían de grandes multinacionales, sino que era gente de a pie que "no se limitaba a copiar o a clonar licencias". El presentador de 'Cuarto Milenio' ha señalado que cada uno de esos fabricantes era "un pensador" luchando por amoldarse a los nuevos tiempos.
La globalización supuso un declive
El aperturismo de España tras la llegada de la democracia conllevó el establecimiento de todo tipo de relaciones (diplomáticas, comerciales, etc.) con el resto de la comunidad internacional. "De repente llegaron los gigantes asiáticos con unos precios que no había posible competencia", apunta Jiménez.
"Puede que no fuera un tiempo mejor, pero sí que era un tiempo donde la homogeneidad no se imponía. ¿No les ha pasado viajar a alguna ciudad y que todas las marcas sean iguales?", ha especificado el presentador. Ya sea en Toledo, Singapur o Nueva York, los colores, la ropa o los anuncios son los mismos en todas partes. "Hubo un tiempo donde éramos niños y cada país tenía su industria y también era muy bonito'', ha sentenciado el periodista.
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