Cargando...

Entrevista

Iñaki López: «No tengo ni idea contra qué compito. Ocho de cada diez estrenos fracasan»

El periodista y presentador se estrena en el entretenimiento como presentador de «Tesoro o Cacharro», el nuevo concurso de laSexta

Iñaki López: «No tengo ni idea contra qué compito. Ocho de cada diez estrenos fracasan» Atresmedia

Iñaki López cambia radicalmente de registro en laSexta para ponerse al frente de «Tesoro o Cacharro», un concurso en el que los participantes deben identificar qué objetos cotidianos esconden un gran valor. Conocido por su trayectoria en el análisis político, el presentador de «Más Vale Tarde» da un giro hacia el entretenimiento sin perder la cercanía que lo define. En su conversación con LA RAZÓN, nos habla de esta nueva aventura, de sus tesoros personales y del valor de salirse del guion habitual.

¿Cómo ha sido el salto del análisis político al entretenimiento?

Siempre me he considerado más un comunicador que un periodista, en el sentido estricto. No me siento investigador como Escolar o Prieto, que están todo el día detrás de los papeles. Lo mío ha sido más el análisis y la comunicación. Llevo años en programas contenedores, como los de sobremesa, y este salto me permite explorar otros registros. No formaba parte de ningún plan maestro acabar presentando análisis político, pero ha funcionado. Y si ahora puedo apartarme un poco de la crispación política, aunque sea temporalmente, bienvenido sea. Es un respiro.

¿Cuál es su papel dentro del concurso?

Mi labor es acompañar y divertirme con los concursantes. Me lo he pasado muy bien, pero he pedido no saber el valor de ningún objeto. Prefiero no tener información para que mi reacción sea real. Soy muy transparente, y se me nota enseguida si intento mentir. Así puedo vivir la experiencia como ellos. El programa tiene mucho juego: vienen famosos como Antonio Resines, Alaska, Santiago Segura o Chicote con objetos personales, y los concursantes deben adivinar si son un tesoro o un simple recuerdo.

¿Cómo se determina el valor de los objetos?

Siempre es el valor de mercado, no el emocional. Aunque un famoso le tenga mucho cariño a algo, eso no significa que sea caro. A veces es justo lo contrario. Por eso es tan interesante: el objeto puede costar un euro o 50.000. Los tasadores saben perfectamente lo que vale cada pieza. Hay de todo, desde antigüedades traídas por expertos hasta cosas de bazar. El despiste está garantizado.

¿Qué tesoro guarda usted con más cariño?

Soy muy coleccionista de vinilos, sobre todo de singles. Me encantan. El primer disco que me compré con mi paga, con 14 años, fue uno de Chuck Berry. No es caro, unos 20 euros, pero le tengo un cariño especial. Lo he escuchado mucho y lo he tenido desde adolescente. Tengo discos más valiosos, pero si tuviera que ir como invitado, quizás llevaría ese, aunque su valor real sea bajo. Ese contraste entre valor sentimental y valor real es parte de la magia del concurso.

¿Qué aportan los famosos invitados al programa?

Vienen a concursar con los participantes, a ayudarles, pero no tienen más información que ellos. Solo saben el valor de su propio objeto. Algunos concursantes les hacen caso y otros no. A veces aciertan, a veces no. Hemos visto de todo: concursantes que se dejan guiar por los famosos y fallan, o que se fían de su instinto y aciertan. Eso genera momentos muy divertidos. Y los objetos que traen son muy variados, desde piezas de colecciones hasta auténticas frikadas con valor incalculable.

¿Disfruta más en el análisis o en el entretenimiento?

Me siento más cómodo en los programas en directo, con variedad temática. El directo te permite saber cuándo empiezas y acabas, y eso se agradece. Además, estás pegado a la actualidad y puedes romper la escaleta en cualquier momento. Es más emocionante. Pero hacer un concurso tiene la ventaja de que grabas varios en un día y te deja más tiempo libre. Aunque ahora lo compagino con el directo, me lo paso muy bien en ambos formatos. Son distintos, pero complementarios.

¿Siente presión por competir en prime time?

Mira, no tengo ni idea contra qué compito. No lo he mirado. Es que da igual. Todos los días son difíciles y hay una oferta brutal. Yo solo me he preocupado de que el programa sea divertido, que entretenga y que haga olvidar las penas del día. La televisión es muy caprichosa. Ocho de cada diez estrenos fracasan. Pero si hay competencia, hay mejores programas, más creatividad y más trabajo para los equipos. Eso siempre es bueno. Y yo, la verdad, he tenido mucha suerte en esta profesión.

¿Qué le indica a usted que un programa puede funcionar con el público?

En los programas donde mejor me lo he pasado, mejor han funcionado. «laSexta Noche», «Más Vale Tarde», todos ellos me han enseñado, me han hecho dudar, aprender, reírme... Y eso se nota. Aquí también me he divertido mucho. Además, he aprendido un montón. Ha habido concursantes que se han ido con 50.000 euros y otros con las manos vacías, pero todos se han ido abrazados.