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Entre la máquina y el fin de la especie

La segunda temporada de "Retornados" llega a Onda Cero con un relato inmersivo sobre Marte, la fragilidad humana y la incómoda convivencia con la inteligencia artificial

Julio Rojas, creador de "Retornados"
Entre la máquina y el fin de la especieOnda Cero

Hace un año, 136 valientes partieron rumbo a Marte con la misión de buscar un nuevo hogar. Solo 23 regresaron. Esa fue la primera pista que nos dejó “Retornados”, la ficción sonora de Julio Rojas que transformó un simple viaje al planeta rojo en un espejo incómodo de nuestra propia sociedad. Ahora, la historia retoma vuelo en su segunda temporada y no se limita a responder preguntas: las multiplica. Porque cuando los vivos regresan, también regresan los fantasmas.

Esta vez, el foco se sitúa en la misión Orfeo 1, encargada de recuperar los cuerpos de quienes perecieron en aquella fallida colonización. En teoría, era un trabajo técnico y frío, un trámite con olor a formalidad burocrática. Pero el hallazgo de un sobreviviente, el doctor Nolasco Almeida, cambia todo. Sus confesiones, delirantes y lúcidas al mismo tiempo, no solo reconstruyen el desastre, sino que destapan un fenómeno inquietante: el llamado “efecto perspectiva”. Esa grieta mental que aparece en quienes han visto la Tierra desde fuera y ya no pueden volver a sentirla igual. ¿Exageración poética? Tal vez. ¿Una de las ideas más escalofriantes que se han planteado en la ficción sonora reciente? Sin duda.

Rojas, que ya había sacudido conciencias con “Caso 63”, vuelve a desplegar un estilo quirúrgico, más cercano al psicoanálisis que a la ciencia ficción de rayos láser. Aquí la tensión no proviene de extraterrestres, sino de la distancia entre humanos y de la sospecha de que el verdadero enemigo puede ser la propia curiosidad. El autor lo resume con ironía seca: “Yo escribo para explicarme a mí mismo ciertos misterios, y en este caso mi pregunta era: ¿por qué nos atrae tanto salir de casa si aquí está todo lo que nos da vida?”. La respuesta, claro, nunca es sencilla.

La segunda temporada de “Retornados” funciona como un puzle sonoro donde los silencios son tan importantes como las palabras. El testimonio de Almeida se fragmenta, se contradice, se desliza entre símbolos crípticos y visiones colectivas. El resultado es un relato que no se limita a entretener, sino que desafía al oyente a decidir en qué cree: ¿fue un accidente, un sabotaje, una mutación de la especie o un salto evolutivo que aún no sabemos procesar? La duda está servida y, como en los buenos banquetes, deja hambre en lugar de saciedad.

Pero no todo es filosofía cósmica. Hay también un gozo casi artesanal en cómo la serie utiliza el sonido. Desde los pasillos metálicos de una base militar en Cádiz hasta la vibración de un cohete atravesando la atmósfera, la producción cuida cada detalle como si la imaginación del oyente fuera un set de rodaje. Y funciona. Rojas lo sabe: “Intento que sea un viaje visual desde lo auditivo”. Una afirmación que, en la práctica, se traduce en esa extraña sensación de caminar junto a los personajes aunque uno esté fregando platos.

El gran monstruo de esta temporada, sin embargo, no está en Marte. Se llama inteligencia artificial. Rojas lo plantea sin rodeos: “La época humana llegó a su fin el día en que se lanzó Chat GPT”. Lo que parece una boutade es, en realidad, el corazón temático de los nuevos episodios. En un mundo donde las máquinas aprenden, simulan emociones y toman decisiones, la pregunta ya no es si nos reemplazarán, sino qué quedará de nosotros que valga la pena conservar. El autor confiesa que escribe para acercarse a esas preguntas vitales, y lo cierto es que “Retornados 2” se escucha como una advertencia disfrazada de thriller.

La trama engancha, pero lo que la sostiene es la tensión entre lo que las máquinas no pueden imitar: lo inútil, lo subjetivo, lo caprichosamente humano. Esa manía de perder tiempo en cosas que no sirven para nada, como subir montañas solo por placer o llorar con un atardecer. Esa es la grieta donde la serie encuentra su chispa. Y quizá sea ese el último bastión de nuestra especie: la capacidad de emocionarnos por lo que no tiene ningún sentido.

Con diez episodios que se liberan semana a semana (los tres primeros ya están disponibles en la web y la app de Onda Cero), esta segunda temporada se siente más ambiciosa e íntima al mismo tiempo. Más ambiciosa porque juega con conceptos que rozan lo filosófico; más íntima porque todo descansa en las voces, en la respiración nerviosa, en el eco de un interrogatorio. Y es ahí, en la mezcla de lo cósmico y lo cotidiano, donde “Retornados” encuentra su lugar. Una ficción sonora que no se contenta con narrar un desastre espacial, sino que convierte el desastre en un espejo donde nos vemos, incómodos, reflejados.

El renacimiento del audio en la era digital

Julio Rojas defiende que la ficción sonora vive un renacimiento, y lo explica con una idea tan simple como certera: “Las personas necesitamos tener las manos libres”. Escuchar una serie mientras se conduce, se corre o se cocina convierte al audio en un formato con ventaja frente a las pantallas. En un mundo saturado de estímulos visuales, el sonido recupera su intimidad ancestral: contar historias al oído. Rojas cree que dispositivos como los smart glasses impulsarán aún más este camino, devolviendo al audio su carácter envolvente, íntimo, comunitario y profundamente humano.