Efemérides
El origen del Celador de Olot, el mayor asesino en serie del siglo XXI en España
El programa de actualidad política y social de Cuatro, 'Código 10', se ha centrado en el pasado y presente de Joan Vila, quien asesinó a once personas durante los años 2009 y 2010
El Tribunal Supremo de nuestro país condenó en el año 2014 a 127 años de prisión a Joan Vila Dilmé. Nacido el 26 de septiembre de 1965 (59 años) en Castellfollit de la Roca, Barcelona, Joan (apodado 'Ángel de la muerte') trabajaba como celador en residencia geriátrica Fundació La Caritat de Olot y durante agosto de 2009 y octubre de 2010, Joan Vila asesinó a once ancianos, convirtiéndose en el mayor asesino en serie de nuestro país en el siglo XXI y el cuarto en la historia de España. 'Código 10', el magacín de la noche de los martes en Cuatro presentado por Nacho Abad y David Aleman, repasaron el pasado y presente del Celador de Olot, quien se encuentra ahora mismo en prisión por los terribles actos cometidos. Actualmente, cumple esta pena en el Centro Penitenciario Puig de les Basses en Figueras.
Una visita al hospital que lo destapó todo
El 18 de octubre de 2010, Francisca, conocida como en la geriatría como Paquita, fue trasladada de urgencia al hospital por un grave deterioro de salud. Allí, los médicos descubrieron que había ingerido lejía, una sustancia totalmente ajena a cualquier protocolo médico y con consecuencias letales. Las investigaciones revelaron que no se trataba de un incidente aislado. El responsable era Joan Vila, trabajador del centro, quien adoptó la justificación típica de los llamados “ángeles de la muerte”: alegó que solo había querido aliviar el sufrimiento de la mujer. Durante la reconstrucción, admitió que aquel día había consumido alcohol y medicación, y que al verla “muy deteriorada” y “tosiendo” pensó en “ayudarla a encontrarse mejor”, según recogió el programa presentado por Nacho Abad.
El testimonio de Vila no solo confirmó su implicación en la muerte de Paquita, sino que también despertó nuevas sospechas. Su abogado, Carles Monguilod, relató que cuando asumió la defensa, el acusado ya había confesado los hechos y estaba colaborando con la Policía. Durante la inspección ocular, incluso insinuó la posibilidad de que otra persona hubiese muerto en circunstancias semejantes, lo que llevó a reabrir el análisis de casos previos en el centro. Este nuevo hilo de investigación permitió a los agentes indagar en muertes anteriores con signos compatibles con el mismo modus operandi. La confesión, unida a los hallazgos forenses, dibujó el perfil de un empleado que, bajo la apariencia de compasión, habría cometido un crimen sistemático contra los más vulnerables.