
Estreno
'Superestar', la nueva serie de Netflix que revive el fenómeno kitsch del "tamarismo"
Los seis episodios de la serie creada por Nacho Vigalondo con Los Javis en la producción ya están disponibles en la plataforma de streaming

La máquina del tiempo de Netflix nos transporta con 'Superestar' a la explosión kitsch que vivió la televisión española durante los primeros años del siglo XXI. Programas como 'Crónicas Marcianas' dieron voz y espacio a las grandes excentricidades de la farándula nacional, entre ellas Tony Genil, Alerkín, Paco Porras, Loly Álvarez, Leonardo Dantés y sobre todo la figura icónica de esta revolución cursi y artificial, Tamara. Nacho Vigalondo, con Los Javis a bordo en la producción, recrea en seis capítulos de una hora esta fantasía que toma individuos y situaciones reales como punto de partida para contar una historia que condena y absuelve a partes iguales a quienes formaron parte del círculo más íntimo de María del Mar Cuena Seisdedos. Ella era una joven vasca de Santurce que llegó a la capital con una maleta llena de sueños y un objetivo claro, ser cantante, aunque su legado va más allá de la música, convirtiéndose en la piedra angular de la mitología del "tamarismo".
El fascinante origen de la mitología del "Tamarismo"
Bajo la dirección de Vigalondo y Claudia Costafreda, con la ayuda en la lírica de María Bastarós y Paco Bezerra, y la visión inconfundible de Los Javis, todos confeccionan 'La Ilíada del glam español', con la pensión Paradai’s como el Monte Olimpo del "tamarismo". Cada personaje que aparece es como una figura mitológica caída, más cercana a las tragedias de Eurípides que a los cuentos de hadas, reviviendo un pasado donde lo divino y lo grotesco convivían en la parrilla televisiva. La serie no duda en señalar a quienes intentaron aprovecharse de Tamara, aunque tampoco la retrata como una joven inocente manipulada por el vertiginoso mundo de la televisión. Ella supo sacar partido de sus virtudes frente a la cámara y, hasta el día de hoy, ha logrado reinventarse para no quedar relegada al baúl de los recuerdos televisivos como una friki más de la televisión nocturna de los primeros años del siglo XXI. El ejemplo más claro de su magnetismo es que Tamara es el centro absoluto de la serie sin necesidad de ser una protagonista al uso. Cada episodio se enfoca en uno de los personajes que la acompañaron en su viaje psicodélico por los platós de televisión de nuestro país (con alguna que otra frutería de por medio), pero su presencia, aunque silenciosa, lo llena todo. Basta con una mirada desorientada, una frase suelta, un gesto fuera de lugar, para que el espectador entienda que ella está ahí, orbitando cada escena como una constelación fija. Gran parte de ese efecto se debe al trabajo de Ingrid García-Jonsson, cuya interpretación evoluciona con inteligencia y sutileza, comenzando como una sátira hasta rozar la emoción cruda de un biopic al uso, algo que sin duda esta ficción no es.
La serie reparte justicia y redención por igual entre los más cercanos a Tamara
Y es que a "Superestar" no le hace falta apoyarse en la realidad para transmitir el mensaje que quiere hacer llegar a los espectadores, que ya pueden disfrutarla en el catálogo de contenidos de Netflix. Además de Ingrid García-Jonsson como Tamara, la ficción de Nacho Vigalondo cuenta con un elenco brillante, con un mayúsculo Secun de la Rosa en el papel de Leonardo Dantés, quien encarna cómo la vorágine televisiva puede absorber a una persona hasta el punto de obligar al subconsciente a crear un alter ego para lidiar con los demonios que se esconden entre bambalinas. En un tono más luminoso, la serie también nos presenta a Margarita Seisdedos, la inseparable madre de Tamara, que viaja desde Santurce hasta Madrid para acompañarla en los platós, defenderla a capa y espada y alimentar el mito del ladrillo en el bolso, que tiene su primer y épico golpe en la serie con Alerkín (Julián Villagrán). Este no es el único “villano” de la historia, ya que la serie también expone las malas acciones de otras personalidades que intentaron aprovecharse de Tamara, como Loly Álvarez (interpretada por Natalia de Molina), Tony Genil (Pepón Nieto) y el histriónico Paco Porras, encarnado por un siempre brillante Carlos Areces cuya presencia en pantalla garantiza siempre diversión a raudales, y tanto sus escenas como el episodio que protagoniza son sin lugar a duda de los más estrambóticos de la ficción, con los montajes más delirantes de una de las series del año dentro del panorama nacional, que permitirá el redescubrimiento de muchos jóvenes del fenómeno cultural del "tamarismo".
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