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Serie

Trueba y Niño Josele «La música como nunca»

«Bajañí» es la película que presentó el director en el South Internacional Series Festival de Cádiz acompañado por el artista

Trueba y Niño Josele «La música como nunca» South/Ana Belén FernándezSouth/Ana Belén Fernández

Fernando Trueba pasó por el South International Series Festival para presentar el avance de «Bajañí», su nueva odisea musical. En ella, la guitarra de Niño Josele se convierte en brújula para recorrer tres universos sonoros: el flamenco, el jazz y la música brasileña. Una experiencia sensorial que, más que verse, se escucha con los sentidos despiertos. «Bajañí», su nuevo proyecto musical, no es una película, ni exactamente una serie. Es un viaje, aunque nuestra primera parte de la conversación anduviéramos discutiendo sobre cómo llamarlo, ni serie ni mucho menos proyecto «Musical», quedó claro. Una partitura documental donde la guitarra de Niño Josele traza el camino y las notas son quienes lo escriben.

Hablaba Trueba de esa maravilla del cine y la música con una pasión que te engancha desde la primera palabra. «‘Bajañí’ es una película toda música. No hay bla bla bla. De normal, siempre hay gente hablando, contando no sé qué... Aquí se cuenta a través de la música», contó a LA RAZÓN el premiado director el día que presentaba este proyecto, producido por Womack Studios y previsto para estrenarse en 2026.

La palabra bajañí, que da título a esta serie dividida en cuatro capítulos, significa «guitarra» en caló. Y es precisamente ese instrumento el que guía una travesía dividida en tres actos —España, Nueva York y Brasil— en la que Niño Josele se encuentra con leyendas como Rubén Blades, Caetano Veloso, Kenny Barron, Ron Carter o las hermanas Estrella y Soleá Morente.

«El viaje de esta guitarra parte del barrio original de Josele, en Almería», explica Trueba. «Salimos de las raíces del flamenco y vamos evolucionando. Nunca se repite. Josele toca con gente distinta en lugares distintos. Dúos, orquestas... En Nueva York, Rubén Blades... En Brasil, con Caetano Veloso. En España, con las Morente, con la Orquesta de Almería... Es muy variado. Te va llevando de un sitio a otro y te da siempre algo nuevo», relata.

Para Trueba, que ya en Calle 54 (2000) firmó una de las grandes películas sobre el jazz latino, este proyecto es la culminación de una amistad de más de dos décadas con Niño Josele, un artista que considera «el más puro que jamás ha conocido, el menos contaminado». Ya habían colaborado antes, en discos como «Paz», que pasará a la historia y acumula recuerdos, o «Rumba de la isla», y en películas como «Chico & Rita».

«Siempre he sido muy disfrutón. Me ha encantado la belleza, las cosas bonitas. Esta película es una sobredosis de belleza, y estoy loco por compartirla con la gente», nos comentaba. «Siempre quieres hacer algo hermoso y bello. Es un desafío. Tienes que estar abierto, dándolo todo, con una autoexigencia grande. Ceder a la facilidad no ha lugar. Hay que poner el listón alto para dar a la gente algo que sorprenda», nos avanza.

Un imposible

Niño Josele, director musical del proyecto, habla con una mezcla de emoción y humildad. Todavía le cuesta creerse que «Bajañí» sea real. «Fernando es el mejor director del mundo —aunque buen guitarrista no es», bromea. «Ha logrado sacar adelante lo que yo creía imposible y ha sacado lo mejor de mí».

«Ha habido momentos muy buenos y todavía más buenos. Cada tema de la película musical es algo muy especial. Todos los músicos han dado algo con tanta emoción, que ha sido un viaje por el mundo de la guitarra —cómo puede llegar a entender el jazz, la música brasileña— tan natural y con un diálogo tan sencillo y con tanta belleza musical», comparte Josele.

La película se ha rodado sin prisas, con un despliegue técnico a la altura del contenido. «No hay nada más allá del nivel de audio que lo empleado en ‘Bajañí’», afirma Trueba. Y añade: «En tiempos de inteligencia artificial, hemos buscado hacer arte natural. Lo bonito es la conexión del corazón del artista con el del público».

Pero detrás de la belleza, también hubo criterio y muchos desafíos. Si alguien pensaba que esto iba a ser un paseo o fácil, que se lo quite de la cabeza. Cada localización incluía un solo de guitarra que tuviera sentido. «En España, un tema que tú sientas, algo nuestro. En Nueva York, uno con guitarra eléctrica —le dije que estaba loco. Y en Brasil, con música del maestro Hermeto Pascoal, uno de los grandes de la música brasileña, con 89 años, tocando en un árbol milenario. Una cosa muy especial», recuerda Josele. «Imagínate: tres solos de guitarra que no son habituales». Ahora solo queda esperar, y que se haga la magia.