Feria de San Isidro

Cuando el toro es el espectáculo

Gran faena de Pinar al tercero de un encierro muy interesante de Victorino Martín

Rubén Pinar, feliz, con la oreja del tercer toro de Victorino Martín de la tarde
Rubén Pinar, feliz, con la oreja del tercer toro de Victorino Martín de la tardelarazon

Albacete. Sexta de la Feria de la Virgen de los Llanos. Se lidiaron toros de Victorino Martín, desiguales, pero en conjunto bien presentados, serios y cuajados. De juego también dispar, pero siempre exigente. Casi lleno en los tendidos.

Antonio Ferrera, de grosella y oro, tres pinchazos, media, estocada casi entera, aviso (silencio); estocada, descabello, aviso (silencio). Javier Castaño, de blanco y oro, dos pinchazos, descabello (saludos); pinchazo, estocada (división de opiniones). Rubén Pinar, de blanco y oro, estocada caída (oreja); pinchazo, media, aviso (vuelta al ruedo).

Casi veinte años –dieciocho, exactamente– hacía que no se lidiaba una corrida de Victorino Martín en Albacete. Una espera que se compensó con el encierro lidiado ayer en el sexto festejo del abono. Toros serios –pese a que alguno no llegase a los quinientos kilos–, peligrosos otros, duros, exigentes todos. Consiguieron que la gente estuviese todo el rato pendiente de lo que sucedía en el ruedo. Algo que no todas las tardes acontece, pero que con estos toros es raro que a nadie se le vaya el santo al cielo. Son toros también que dan. Lo hecho ante ellos suele tener recompensa. Y a punto de tener premio gordo estuvo Rubén Pinar, que se lució al veroniquear con desmayo y hondura a su primero y en el posterior quite por delantales. Supo luego encauzar las codiciosas embestidas de un toro que acometió con fiereza, pero humillado y con recorrido. El local demostró oficio y no poco valor en un trasteo muy emocionante, cruzado siempre y sometiendo a un astado que pidió a un torero que lo fuera. Una lástima que el estoque se le fuese muy abajo porque ya tenía ganada la Puerta Grande. El sexto ya tuvo otra condición, andarín y quedándose corto muy pronto. Pinar lo intentó y se esforzó. Lo dio todo en otra faena en la que estuvo tan bien como se podía estar.

El lote de Castaño fue ovacionado al saltar al ruedo. Su primero salió enterándose y con él se lucieron David Adalid y Fernando Sánchez en el segundo tercio. En la muleta no se entregó, listo y sin descolgarse nunca. Sin dejar ver sus intenciones. Castaño, aguantando miradas escalofriantes, anduvo firme y hasta sacó varios naturales estimables en una faena muy irregular. Volvió a lucirse su cuadrilla en los dos primeros tercios con el quinto, otro toro potable que embestía con el morro por el suelo, pero su matador no terminó de someterle y el animal se creció hasta terminar imponiendo su ritmo.

Arriesgó mucho Ferrera al banderillear a su bajito primero, que se revolvía con presteza, duro y correoso. Se fajó en una pelea casi cuerpo a cuerpo en la que se rindió el toro, que se fue a toriles al sentirse derrotado. Al banderillear al cuarto, Ferrera se hizo daño en el pie derecho y eso debió influir en el resto de su faena, pues le costó mucho buscarle las vueltas a un animal que fue largo y tuvo cierta nobleza, que se acabó diluyendo en una labor que no acabó de tomar altura.