Feria de San Isidro

“Poeta” para la gloria mientras Ginés se asoma al abismo de la Puerta Grande

El presidente niega la oreja del sexto, pedida de forma mayoritaria, y que le hubiera abierto la Puerta Grande; lidió un lote extraordinario de Garcigrande.

Gines Martín, en un derechazo a "Poeta". Foto: Rubén Mondelo
Gines Martín, en un derechazo a "Poeta". Foto: Rubén Mondelolarazon

El presidente niega la oreja del sexto, pedida de forma mayoritaria, y que le hubiera abierto la Puerta Grande; lidió un lote extraordinario de Garcigrande.

«Poeta» tuvo que ser. Lo llevaba en la cara, lo llevaba en el nombre, en las terciadas hechuras, tan estrecho de sienes, tan armonioso, tan bien hecho, tan perfecto el toro que estaba obligado a embestir, predestinado por el nombre. Lo cantó de salida el ejemplar de Domingo Hernández, porque fue un canto en toda regla al ritmo, a la entrega, a la claridad en el viaje, una ida al más allá con billete de vuelta en los mismo términos. Ginés Marín meció los vuelos del capote y fluyó el toreo a la verónica, que es universal para las emociones y convierte en casi el resto de toreo de capa en puro bullicio cuando se logra hacer con esa pureza. El clasicismo sigue guardando la llave de la eternidad. No falla, anida el sentido último de la Tauromaquia, la negación repetitiva de las modas. No se salió de esa línea y la conquista anidó siempre en el margen de la cadencia. Quitó después, por el mismo palo, con infinito buen son y en su turno Castella. Era una exposición pública la calidad del toro y eso puede suponer una dificultad en sí mismo. Por abajo, el torero comienzo de Ginés, y ya en la verticalidad, y ya en el centro del ruedo, a pesar de que el viento es uno más en esta feria isidril, cuajó Ginés tandas muy ligadas y barnizadas de temple de arriba abajo. Ahí el vaivén del toreo. Por la diestra más rotundo, más macizo, era un gustazo ver aquello, el deleite de un toro que cosía su embestida a los vuelos de la muleta, planeaba, a ras de la arena, tan franco como bello con un ritmo que era pura poesía. Se desmoronó por momentos la faena al natural, fue el impasse de lo que venía, de lo que vino, una tanda larga, maciza, con intensidad en los remates. Bajó un poco el ímpetu el toro, que no la calidad ni la calidez de sus embestidas. Suavidad la tela de Ginés y soberbios los ayudados por bajo, sin recovecos, sin un ápice de mentira en ese toro que embistió en honor de la cabaña brava. Se fue Ginés detrás de la espada con los ánimos mermados en los tendidos, faltaba esa explosión que pellizca en otras ocasiones y por eso en vez de doble trofeo fue uno. Fue el toro perfecto de Sevilla, por dentro y por fuera. A «Poeta» le recordaremos. Faltó quizá eso que no se ve, el abandono al otro lado del cuerpo para sacarnos de la plaza destrozados. Esa simbología pura que acaba hablando del alma.

A ciegas se puso al natural nada más comenzar con el sexto. Fue otro toro importante, en otra versión, un caudal de transmisión llevaba el toro a cada paso, en cada embestida, rota por abajo y con el camino hacia la gloria escrito en algún lugar. Ginés no se amedrantó, a pesar de que a veces le pudieron las intermitencias, pero entre los paréntesis dejó, nos dejó, tandas mayúsculas y la luz al final del túnel de unas bernadinas de infarto. Un pinchazo precedió a una estocada fulminante. Se pidió la oreja con ganas, pero el presidente dio la espalda a la democracia y tiró de autoridad sin sentido. No son las reglas del juego y el juego es serio cuando se pone al servicio del destino la propia vida. Dio dos vueltas al ruedo. Se había llevado el lote de una tarde sin opciones para Castella ni Álvaro Lorenzo. El sorteo tuvo un único ganador a las doce de la mañana y así lo vivimos.

Ficha del festejo:

Las Ventas (Madrid). 23ª de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Garcigrande, Domingo Hernández, 3º, y un remiendo de Buenavista, 1º, deslucido por soso y parado. Desiguales de presentación y algunos terciados. 2º, entregado y de largo recorrido, pero a menos; 3º, extraordinario, de clase exquisita; 4º, derrotón, de corto recorrido y sin clase; 5º, va y viene desentendido; 6º, encastado, humillador y con mucha transmisión. Casi lleno.

Sebastián Castella, de tabaco y oro, dos pinchazos, media estocada (silencio); media muy defectuosa (silencio).

Álvaro Lorenzo, de tabaco y oro, pinchazo, estocada, aviso (silencio); dos pinchazos, estocada (silencio).

Ginés Marín, de teja y plata, estocada (oreja); pinchazo, estocada fulminante (dos vueltas al ruedo).