Viajes

Tierra de nadie, tierras sin dueño

Todavía quedan tres territorios en el planeta faltos de dueño. Ya sea porque nadie los quiere para sí, o porque algunas potencias no logran ponerse de acuerdo, estas son las esquinas libres de todo dominio.

El cambio climático extenderá las tierras secas y serán menos productivas
El cambio climático extenderá las tierras secas y serán menos productivaslarazonValerio Pillar, CC BY-SA 2.0

A veces pienso con nostalgia que es una pena haber nacido en el siglo XX. Pienso, soy un romántico, que si hubiese vivido durante la edad dorada de la exploración, cuando Europa todavía estaba ciega a la mayor parte del mundo y cada semana salía una publicación en los diarios con nuevas tierras pisoteadas por los valerosos exploradores, yo podría haber sido uno de ellos. Sueño, luego escribo. Soy un afortunado por haber nacido en el siglo de la ciencia, lo sé bien, pero a veces me sale esta vena caprichosa. Como a tantos. Luego abro los ojos y decido investigar, Google por aquí, Bling por allá, para ver si hay algún centímetro de terreno que quede por investigar, navego por las esquinas más polvorientas de la biblioteca virtual. Sin éxito. No queda un palmo de terreno por descubrir.

Pero sí hay algo que se parece, aunque sea de lejos, a los territorios por explorar. Son las tierras de nadie, las terra nullius según su nombre en latín. Basado en las tierras de nadie que se forman durante las guerras, la franja de terreno que se sitúa entre dos ejércitos previo al enfrentamiento que decidirá su señor, el concepto es bien sencillo: se tratan de tierras sin dueño, sin gobierno que las controle. Son pocas, pero allí están. Salvajes y apartadas de las normas de la realidad.

Tierra de Marie Byrd

La Antártida es un desierto de hielo pero aun así cuenta con dueños. Su territorio está dividido entre las reclamaciones de Argentina, Australia, Noruega, Chile y Nueva Zelanda. Se ve tan apartada del mundo que a nadie le importa mucho lo que ocurra aquí, siempre y cuando siga congelada. Pero hay un buen pedazo de ella sin dueño aparente, la conocida como Tierra de Marie Byrd, llamada así en honor a la esposa del explorador Richard Byrd, que llevó a cabo numerosos y temerarios vuelos sobre la Antártida. Aunque supone 1.600.000 kilómetros cuadrados de terreno, a nadie le interesa demasiado este pedazo de mapa coloreado de blanco, ni siquiera a los estadounidenses. Ellos han sido los únicos en hacer el amago de reclamarla, aunque muy débilmente y nunca de forma oficial, y apenas han asentado algunas bases científicas en dicho territorio. Excavan núcleos de hielo y pasan frío. También los rusos cuentan con una pequeña estación meteorológica que han abierto y cerrado varias veces, pero a día de hoy, nadie ha mostrado un interés real por poseerla.

En la imagen se muestran las diferentes reclamaciones del territorio de la Antártida.
En la imagen se muestran las diferentes reclamaciones del territorio de la Antártida.larazon

Isla Hans

Toda la indiferencia que se muestra hacia la Tierra de Marie Byrd, se compensa con las peleas diplomáticas entre Dinamarca y Canadá por esta isla de 1,3 kilómetros cuadrados. Lleva siendo motivo de disputas desde los años 80. Es, literalmente, un pedazo de roca, sin recursos naturales ni fauna alguna, pero parece ser de suma importancia para los gobiernos de ambos países. Entre unos y otros le han clavado tantas banderas que la pobre roca parece un queso suizo. Por poner un ejemplo, los daneses colocaron una bandera en 1995, y al regresar en 2002, descubrieron con verdadero horror que su bandera estaba hecha pedazos. Bien pudo ser un albatros que no conocía de fronteras, pero ellos culparon ardorosamente al gobierno canadiense. Que también ha clavado sus banderas, en 2001 y 2005. Incluso el ministro de defensa canadiense voló en helicóptero a la isla para darse un paseo por ella y reivindicar su soberanía.

¿Qué tiene de especial la isla Hans? Es un misterio, nadie lo sabe. Aunque ciertamente parece importante para algunos. ¿Por qué? No se sabe. Puede ser que ni ellos lo sepan. Pero debe ser divertido para los peces ver, cada cierto tiempo, a un explorador de un país u otro quitar la bandera del contrincante para clavar la suya. Finalmente, en 2019, Groenlandia decidió dar un carpetazo al asunto como mediadora de la disputa y cerró la isla a todo el mundo.

La isla Hans. Una roca a orillas del Ártico.
La isla Hans. Una roca a orillas del Ártico.Toubletap

Bir Tawil

Este es un territorio comprendido en la frontera entre Egipto y Sudán. Y es tierra de nadie porque nadie lo quiere. Aquí viene su compleja historia.

En enero de 1899, el Imperio Británico firmó un tratado con Egipto en el que delimitaba su frontera con Sudán (por aquél entonces colonia inglesa) en el paralelo 22. Hasta aquí no hubo problema. El conflicto vino en julio de ese mismo año, cuando los ingleses decidieron añadir una enmienda al tratado. En ella se trazaba un límite administrativo que tomaba dos regiones, el Bir Tawil - perteneciente a Sudán - y el triángulo de Hala´ib - perteneciente a Egipto - para intercambiar su posesión entre ambos países. Es decir, que Bir Tawil pertenecería ahora a Egipto, y Hala´ib a los sudaneses (o a la colonia inglesa del Sudán). La explicación que dieron para este extraño cambio era que las tribus de la zona egipcia solían llevar sus reses a Bir Tawil, mientras que las sudanesas las llevaban tercamente a Hala´ib, y que de esta manera sería todo más sencillo. No lo fue. Tanto los sudaneses como los egipcios se quedaron a cuadros intentando comprender el lío que habían montado los británicos.

Los sudaneses se quedaron bastante contentos porque su nuevo pedazo de tierra era mayor que el anterior, pero no así los egipcios, que se habían llevado la peor parte del trato. Ellos rechazaron su nuevo territorio y los sudaneses se negaron a devolverles Hala´ib. Como una patata caliente se pasan el territorio de uno al otro, sin que ninguno se digne a aceptarlo. Y a día de hoy, nadie quiere Bir Tawil. Ni siquiera los ingleses.