Viajes

La Avenida de los Baobabs, la calle de Madagascar que habría vuelto loco al Principito

Existe una carretera que une dos localidades al oeste de Madagascar cuya belleza es inigualable

La avenida de los baobabs.
La avenida de los baobabs.Rod WaddingtonCreative Commons

Cuenta la leyenda que los baobabs fueron hace mucho tiempo los árboles más hermosos de la tierra. Únicamente el mundo de los sueños podría imaginar el porte y el color de sus deslumbrantes ramas, la forma mágica de sus hojas, el frescor de su sombra. También cuenta la leyenda que bastaba un milímetro de su corteza para curar cualquier enfermedad. Pero los espíritus que habitaban en los baobabs, conscientes de su inigualable belleza, eran a su vez los más orgullosos de todo África. Caprichosos, narcisistas, crueles incluso. Se burlaban y carcajeaban del sufrimiento de los hombres.

Hubieron de pasar muchos siglos hasta que un espíritu errante, quizá del mar o de las montañas, más poderoso que cualquiera de los baobabs, experimentó la cruel soberbia de los bellos árboles y, como castigo, fue cogiéndolos uno a uno para darles la vuelta y plantar sus ramas en el suelo. Por esta razón, hoy vemos las raíces de los baobabs en lugar de sus ramas, feas y retorcidas como castigo por su orgullo.

La Avenida de los Baobabs

Pero aun conociendo su historia, no podemos evitar sobrecogernos al colocarnos bajo uno de estos inmensos árboles africanos, que en ocasiones son capaces de alcanzar los 30 metros de altura y los 10 metros de diámetro. Sabemos, al palpar su corteza, que ciertas dosis de magia circulan por su salvia. Y este tipo de sensaciones se multiplican al caminar por la Avenida de los Baobabs, en el camino de tierra que une Morondava y Belon’i Tsiribihina, en el oeste de Madagascar. 25 de estos gigantes de la vegetación se yerguen con una solemnidad inigualable a los flancos de la carretera.

La Avenida de los Baobabs.
La Avenida de los Baobabs.Pat HooperCreative Commons

Imagine el lector qué trauma supondría para el Principito si, en vez de haber aterrizado en el desierto del Sáhara, hubiese caído en esta avenida plagada de sus enemigos acérrimos. Estoy seguro de que su historia habría sido entonces una menos tierna.

Algunos de los baobabs de esta avenida tienen la friolera de 2.800 años. Quiere decir que cuando sus primeros brotes verdes surgieron para beber la luz, el Imperio romano todavía lo componían una tribu de cabreros. Son, sin lugar a dudas, uno de los monumentos naturales más antiguos y deliciosos de contemplar en esta vida.

En sus inicios, este fue un bosque de baobabs todavía mayor, acompañado por infinidad de variedades de otro tipo de árboles. La tala intensiva por parte de la población local ha terminado por dejar en pie nada más que estos increíbles ejemplares, ahora protegidos - desde el 2007 - por el ministerio de Medioambiente malgache.

Los baobabs enamorados

Uno de los elementos más atractivos de los baobabs para los cazadores de historias como lo soy yo, son las leyendas que los rodean, desde sus orígenes hasta la actualidad.

Los baobab enamorados.
Los baobab enamorados.Hiroki OgawaCreative Commons

En la Avenida de los Baobabs es posible encontrar a dos de ellos profundamente entrelazados, como si fueran árboles siameses, tronco contra tronco y besándose las ramas, creando un monumento formado por los caprichos de la naturaleza en sus horas más amables.

La leyenda dice que se tratan de los espíritus de dos enamorados procedentes de aldeas diferentes, que fueron obligados a casarse con parejas que ninguno de los dos amaba. Ansiando experimentar su amor en común, aunque fuera después de la muerte, suplicaron a los dioses la oportunidad de vivir juntos por toda la eternidad. Enternecidos por el amor de esta pareja, los dioses concedieron, y tras su muerte crecieron sendos baobabs entrelazados.