Turismo
Castilla-La Mancha, ideas para un verano con encanto rural
La diversidad natural, el legado patrimonial, el potencial gastro y la autenticidad de los pueblos manchegos convierten la región en el destino ideal para desconectar lejos del bullicio sin ir muy lejos
Plantearse un viaje en estos tiempos que corren requiere un esfuerzo para acertar con destinos acogedores y de proximidad. Buscamos rincones seguros que garanticen el sosiego y que permitan desconectar en contacto con la naturaleza, con el patrimonio, con el sabor de la tierra… La suma de todo ello tiene nombre propio, pues es lo que entendemos por el llamado turismo rural. Y la solución a esa aspiración está más cerca de lo que pensamos. Buen ejemplo de ello es Castilla-La Mancha, cuya hospitalidad convierte la ecuación turística en perfecta, acompañada de experiencias que suponen una vuelta a los orígenes, donde no hay espacio para las prisas, el estrés ni el bullicio.
La variedad que regala el destino Castilla-La Mancha resulta casi infinita, perfecto para sorprender a los viajeros más experimentados. Desde las comarcas del sur de Albacete y el Valle de Alcudia en Ciudad Real, hasta las sierras del norte de Guadalajara, pasando por las planicies manchegas de Toledo y Albacete, o la Serranía de Cuenca, si lo que busca es la sencillez y tranquilidad de un rincón con encanto paisajístico; o la riqueza de pequeños pueblos con una historia milenaria; o la armonía de un entorno de espectacular belleza natural; o la inquietud por conocer las esencias culinarias sencillas y humildes pero de asombrosos sabores; o el descanso placentero... o ¿por qué no? todo a la vez, sin duda Castilla-La Mancha es un destino muy recomendable, que ya figura entre los más apreciados de turismo rural en España.
Paisajes naturales
Muchos de los rincones para perderse en la Castilla-La Mancha más rural encierran una extraordinaria riqueza paisajística y natural. Son parajes que invitan a la contemplación, al paseo en calma o al turismo más activo. Gran ejemplo de ello son los entornos de los parques nacionales de Cabañeros y las Tablas de Daimiel, aunque tampoco defraudan las Lagunas de Ruidera y el Campo de Calatrava, inmortalizado por Miguel de Cervantes en El Quijote.
Hacia el sur se extiende el Valle de Alcudia y no muy lejos aparece la silueta de Sierra Madrona, con famosos balnearios y lugar destacado para la observación de estrellas. Mención especial merecen las Hoces del Cabriel, en la provincia de Cuenca, al igual que La Manchuela, comarca repartida entre las provincias de Albacete y Cuenca, con enclaves como Alcalá del Júcar o Jorquera.
Por su parte, las tierras de Hellín y Tobarra dan paso a las sierras de Alcaraz y Segura, con sorprendentes rincones como Ayna –la «Suiza Manchega»–, mientras que hacia el oeste, cerca de Riópar, el nacimiento del río Mundo es visita obligada.
Pueblos para perderse
Al norte de la región, en Guadalajara, sorprenden las parameras en las que se levanta Molina de Aragón y su rico patrimonio, mientras que no muy lejos se encuentra la entrada al Parque Natural del Alto Tajo. Las cotas más altas de Castilla-La Mancha se localizan en la Sierra de Ayllón (Guadalajara). Por sus laderas se extienden los pueblos de la arquitectura negra, bucólicos, cuidados y silenciosos escenarios de un mundo rural al abrigo de la naturaleza, acariciado por el Hayedo de Tejera Negra, considerado como una reliquia botánica.
Las altas tierras de Sigüenza ofrecen también un bello entorno rural en el que sierras y parameras se ven surcadas de cañones como el del Barranco del Río Dulce. Pequeñas ermitas románicas, castillos en los altos cerros, aldeas y localidades con encanto austero e intenso salpican estas geografías en las que conviene detenerse en la riqueza patrimonial de Sigüenza y en pueblecitos como Carabias, Palazuelos, Atienza, Cantalojas, Albendiego, Campisábalos, Villacadima o Galve de Sorbe.
Mientras tanto, la Alcarria nos regala páramos, extensas campiñas tapizadas por fértiles vegas y un asombroso conjunto de arquitectura popular descrito a la perfección por Camilo José Cela en su literario Viaje a la Alcarria. Jadraque, Hita, Torija, Brihuega, Trillo, Cívica, Sacedón o Pastrana muestran un pasado histórico con una asombrosa variedad de paisajes y entornos naturales.
Por otro lado destacan las grandes planicies manchegas, donde viñedos y olivares salpican unas tierras de labor en las que sobresalen en lo alto de los cerros las siluetas de sus quijotescos molinos de viento. Es tierra de pueblos ricos en arquitectura popular, marcada por sus paredes encaladas con rodapiés pintados de añil: Alcázar de San Juan, Consuegra, El Toboso, Tomelloso, Campo de Criptana, Villarrobledo, Mota del Cuervo, Manzanares, Socuéllamos, San Clemente, Belmonte, Esquivias... la lista es interminable. Aquí la esencia más rural está muy ligada al espíritu cervantino que se descubre en las calles, plazas y caseríos. No muy lejos, en el Campo de Montiel, levanta su imponente caserío la monumental Villanueva de los Infantes.
Al oeste, los Montes de Toledo y la comarca de La Jara ofrecen una naturaleza cuajada de jaras, encinares, robledales y todo el encanto del bosque mediterráneo con pequeños pueblos con un encanto particular alejados de ajetreos como Los Navalucillos, San Pablo de los Montes, Hontanar, Orgaz, Los Yébenes, Las Ventas con Peña Aguilera o Robledo del Mazo; son tierras de ciervos, corzos, jabalíes, rapaces y buitres que hay que recorrer con calma, empapándose de una arraigada identidad rural.
Rincones desconocidos
Y hay en la región rincones con esa magia especial de lo desconocido, como la iglesia de San Juan Bautista en Alarcón (Cuenca), con sus espectaculares pinturas murales que le han valido el reconocimiento de la Unesco; la iglesia de Santa María de Melque en San Martín de Montalbán (Toledo); la ermita de Nuestra Señora de Belén en Líetor (Albacete) y sus pinturas del siglo XVIII; o el monumental Monasterio de Uclés (Cuenca).
Decía Henry Miller que «nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas». Y es que hay lugares que nos hacen ver las cosas de otra manera, en armonía con el entorno, aquellos que despiertan los sentimientos, que nos permiten relajar cuerpo y espíritu; en esos viajes vemos la vida de otro modo, algo que hoy se nos antoja más necesario que nunca.
Reportaje elaborado con la colaboración de:
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