Viajes
Indiana Jones existió pero era anestesista
Un anestesista de Ohio se enfundó el sobrero de cuero para resolver los enigmas arqueológicos más apasionantes
Hemos aprendido de memoria el sonido de su látigo, la curvatura burlona de su sonrisa. Es el mismo que robó la novia a David Summers y cuyo olor adivinamos como una mezcla de cuero, sudor y esquirlas de oro azteca, es Indy, Indiana Jones, Henry Walton Jones Jr., el arqueólogo más famoso de la historia del cine. No somos pocos los entusiastas de la historia y las aventuras, que en algún momento de nuestra vida anodina hemos fantaseado con robarle el sombrero a Harrison Ford para derrotar a sectas hindúes con fines macabros, estrellar aviones en las montañas, resolver acertijos centenarios, hacernos amigos de estrellas del baile en Hong Kong y, por qué no, derrotar a los nazis sin perder el atractivo en el desierto de Jordania. De adultos y de chiquillos, en algún momento, hemos deseado salir de nuestra piel para mancharnos con sus aromas de aventura.
Hasta ahora solo nos reconfortaba saber que Indiana Jones es un personaje de ficción, tan asequible como cualquier criatura de fantasía, y así nos consolamos, al reconocer que no solo nosotros sino el mundo entero se ve privado de vivir esta clase de aventuras. Hasta ahora. Porque Indiana Jones existió a su manera, empapado con sus matices de realidad y un nombre diferente, un empleo diferente, una vida distinta a la de las películas. Su nombre era Ron Wyatt, nacido en 1933 y fallecido en 1999. Pero no era profesor de universidad sino anestesista en Ohio, además de adventista del séptimo día.
En busca del arca perdida
El periplo arqueológico de Ron Wyatt comenzó cuando leyó en la revista Life sobre el descubrimiento de la que se pensaba que podía ser el arca de Noé, en Turquía, muy próxima al monte Ararat. Al más viejo estilo de Indiana Jones, el anestesista se interesó profundamente por este objeto arqueológico propio de las leyendas, se enfundó el uniforme caqui sobrecargado de cuero (látigo excluido, sombrero incluido) y resolvió acudir al sitio arqueológico de Durupinar para comprobar la veracidad del descubrimiento. Y debe decirse que su curiosidad era fundada. En el sitio de Durupinar se encontró una estructura con una forma parecida a la de un barco - aunque la mayoría de los arqueólogos la señalan como una formación natural - y anclas hechas con piedra parecidas a las que usaban las embarcaciones del Nilo, todo esto muy cerca del monte que llaman Judi, que es donde el Corán afirma que se detuvo el Arca después del diluvio.
Fue el primer viaje de Wyatt a Oriente Medio. Le seguirían cien expediciones más con la intención de comprobar la veracidad histórica de la Biblia, convirtiéndose así en uno de los mayores propulsores de la arqueología bíblica.
Excavaciones ilegales
Las declaraciones de expertos arqueólogos, cristianos o ateos o de cualquier religión, contra Ron Wyatt, han sido habituales a lo largo de los años, inclusive después de su fallecimiento. Se le acusó de llevar a cabo excavaciones ilegales, es decir, sin el consentimiento expreso y firmado de las organizaciones estatales pertinentes, a lo que él respondió que contaba con contratos verbales. Se le acusó también de realizar labores arqueológicas sin estar diplomado como arqueólogo, algo que por entonces se veía casi tan grave como practicar una cirugía compleja sin haber estudiado medicina.
En conjunto, se criticaron un gran número de sus descubrimientos, no solo por su escasa preparación profesional y su falta de legalidad en ciertos asuntos, sino porque, llanamente, no se consideraba que aportaba pruebas suficientes para sustentar sus teorías. Por ejemplo afirmó haber encontrado el Arca de la Alianza (igual que Indy en su primera película) en la Tumba del Jardín en Jerusalén, en el mismo sitio que algunos consideran el lugar de enterramiento de Jesús. Una afirmación que le salió cara cuando no pudo mostrar el Arca a nadie y el propio Consejo de la Asociación de la Tumba del Jardín negó rotundamente las afirmaciones del arqueólogo aficionado. Responsables y rebeldes se enfrentan en este momento, pillos contra sensatos. Si bien es muy probable que Wyatt no encontrase el Arca de la Alianza, sí es cierto que otro puñado de sus descubrimientos han servido para otorgar una base sólida a las Sagradas Escrituras, entonces podemos conspirar con él, creernos esto de que en el mundo hay buenos y malos, y pensar que algunas mentes perversas no estuvieron dispuestas a permitir que el anestesista, nuestro héroe de sábado, desvelara una clase de misterios que los malos prefieren ocultos.
Descubrimientos de Ron Wyatt
Fueron decenas de descubrimientos a lo largo de su centenar de viajes a Oriente Medio, algunos surrealistas, otros fascinantes, la mayoría subvencionados por fundaciones pertenecientes a los adventistas del séptimo día. Además de los descubrimientos refutados del Arca de la Alianza y el Arca de Noé, consiguió realizar cierto número de hallazgos que no son del todo rechazados por la comunidad arqueológica. Por ejemplo discutió a quienes afirman que el Monte Sinaí se encuentra en Egipto para situarlo en Arabia, siguiendo lo escrito en Gálatas 4:25; fue uno de los tantos que señalaron las ciudades de Sodoma y Gomorra en una región inundada con altas dosis de azufre al sur del Mar Muerto; especificó el lugar exacto por el que los semitas cruzaron el Mar Rojo durante el Éxodo; descubrió el lugar del terremoto de Coré.... Incluso participó en la complicada búsqueda de la Torre de Babel, asegurando que se construyó en la actual Turquía (aunque hoy se piensa que se encuentra en la antigua Babilonia, en Irak).
La semejanza de Ron Wyatt con Indiana Jones va más allá de su vestimenta y sus dudosos métodos científicos. Al hablar de él nos referimos a un hombre que caminó con una agilidad pasmosa sobre la línea que separa la fantasía y la realidad, incorporando un poco de ambas en el lado contrario. Estoy seguro de que tampoco le faltó su racimo de aventuras peligrosas, en un mundo cargado de misterios y, quién sabe, por qué no, cargado también de oscuras organizaciones que harán todo lo posible por ridiculizar a quienes parten en busca de la verdad. Ron Wyatt era un iluminado, un farsante, un aventurero y nada más, un mentiroso. Ron Wyatt fue un visionario, un arqueólogo sin parangón, el descubridor de algunos de los mayores enigmas de la Biblia. Una de las dos, o quizá un poco de ambas. En cualquier caso existió, sin duda alguna, y puede considerarse el ejemplo más próximo a Indiana Jones al que podemos aferrarnos para soñar.
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