Viajes
Salamanca tienta a conocerla por sus edificios históricos que en su conjunto son un patrimonio arquitectónico de gran riqueza: sus dos catedrales, el Convento de San Esteban, la Universidad, la Casa de las Conchas…, pero también lo hace con lugares que están envueltos en leyendas y antiguas creencias, como la Cueva de Salamanca y el Huerto de Calixto y Melibea. Es como si esta urbe, por sus más de dos milenios, ofreciera un legado que va más allá de haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad: podría decirse que su patrimonio es único e incomparable.
El casco antiguo, el alma de la ciudad universitaria salmantina
Empecemos a recorrer Salamanca por su «corazón»: la Plaza Mayor. Pese a ser el monumento más joven del casco histórico, esta plaza de dos siglos y medio se ha convertido en el centro neurálgico salmantino. Miguel de Unamuno, que fue ilustre rector de la Universidad de Salamanca, la describió de la siguiente forma: «Es un cuadrilátero. Irregular pero asombrosamente armónico». Lo cierto es que al pasear por ella es como si su piedra franca de Villamayor, material principal con el que está construida, por su color y textura acogiera al que la mira, de ahí la armonía que percibió el citado escritor. Hoy día, terrazas de bares y restaurantes la ocupan aportando, a la belleza de tanta piedra arenisca, el latir de la vida, y por ese latido, es el corazón de la ciudad y una visita imprescindible.
A pocos minutos de la Plaza Mayor, se alzan esbeltas la Catedral Vieja y la Catedral Nueva, dos joyas arquitectónicas adosadas en un conjunto catedralicio, que sintetizan nueve siglos de historia y diferentes estilos arquitectónicos. En su exterior, destaca la famosa Torre del Gallo, el cimborrio de la Catedral Vieja que se eleva majestuoso, y la fachada principal de la Catedral Nueva, repleta de relieves iconográficos que contienen un complejo contenido doctrinal. La Salamanca monumental puede sentirse, también, cuando se contempla el edificio de la Clerecía; en ella, de igual forma que ocurre en el Ieronimus —las torres de la Catedral—, se puede subir para ver la ciudad desde lo más alto.
Capital Europea de la Cultura, un legado histórico
Nuestros pasos se detienen en la Universidad, la más antigua de España, la tercera en constituirse en Europa y la primera del mundo en admitir a una mujer como estudiante, también en tener a una profesora de universidad en su claustro. Momentos históricos, como la redacción de la primera gramática del castellano por Nebrija o los preparativos de Cristóbal Colón para su primer viaje, guardan relación con este edificio del saber, al que envuelve una leyenda que afirma que si encuentras la figura de una rana en su ornamentada fachada el deseo que pidas se cumplirá: «... Busca entre los relieves. Allí la hallarás, altiva sobre un cráneo que posee una gran verdad. Pide un deseo. Ella si la encuentras, te lo concederá.» «… Además del deseo cumplir, una inmensa sed de conocimiento te invadirá, despertará sentidos y tu ingenio agudizará…». Esta creencia popular, y la curiosidad, hace que se busque al anfibio, no en vano en esta universidad se forjaron célebres personajes —Francisco de Vitoria, Unamuno, Calderón de la Barca o Fray Luis de León, solo por citar algunos— que, por su sapiencia, hicieron historia. ¿Y si la leyenda fuera verdad?
Nuestro recorrido por la ciudad de Salamanca estaría incompleto si no visitáramos el Museo Art Nouveau y Art Déco de la Casa Lis, cuya vidriera deslumbra a los visitantes por la belleza de su diseño. Casi de frente, se sitúa otro de los elementos que distinguen la ciudad: el Puente Romano, el lugar preferido para pasear por los salmantinos, con la catedral y el sonido del río como telón de fondo. Pero no olvidemos un lugar muy especial por lo que representa, que aunque no es una imponente construcción, es un enclave famoso: el Huerto de Calixto y Melibea.
El Huerto de Calixto y Melibea, un rincón que enamora
La obra literaria más significativa y relevante del siglo XV, La Celestina, ha convertido este huerto de 2.500 metros cuadrados en un jardín que recuerda que «a la decrepitud no se debe aguardar». Situado en pleno casco antiguo, en la ladera de la vieja muralla, a los pies del río Tormes, esta huerta propiedad particular durante siglos fue adquirida por el ayuntamiento y abierta como parque público en 1981. Este lugar se cree que es el escenario donde Calixto y Melibea (protagonistas de la célebre novela) tuvieron sus encuentros de amor. Su mirador, sus vistas, el pozo, donde los enamorados ponen candados para sellar su amor y tiran monedas para ver cumplidos sus deseos, y sus bonitas flores y árboles son el mejor final para la visita a una ciudad que deja recuerdos imborrables.
Salamanca, por la belleza de sus monumentos, por la sabiduría que ha legado a la historia y por el encanto que sus emblemáticas calles preservan de día, y especialmente de noche, es una ciudad que, una vez se conoce, jamás se puede olvidar.