Popa, buen producto en un cálido ambiente

Hacerse hueco entre la complicada oferta gastronómica que cada día se renueva en la capital no es fácil, pero en apenas unos meses el restaurante Popa (calle Santa María Magdalena, 14) lo ha conseguido. El secreto no es otro que un buen producto y un servicio ágil y cuidado, aderezado con un precio muy razonable, ya sea a mediodía o al caer el sol.

El amplio local, decorado por Laura García Soto y Óscar García Moneo, responsables del estudio Byral, han logrado crear un espacio luminoso y elegante. Pero no nos engañemos. Además de bonito y agradable, lo que busca el comensal es comer bien. Y eso logra a diario, gracias a la excelente materia prima, bien elaborada, con sencillez, pero con toques de renovación. A mediodía es posible disfrutar de dos menús, uno exprés y otro completo. Por su parte, en la carta no faltan los platos tradicionales pero en su toque justo como la deliciosa ensaladilla rusa, las croquetas, que se derriten en la boca, o la tortilla de patata, sencilla pero muy sabrosa. Y también hay hueco para recetas más atrevidas, como el taco de rabo de toro con crema agria especiada y cilantro, mientras que entre los pescados destaca la merluza en tempura y entre las carnes el solomillo con verduras y gratín de patatas, sin pasar por alto su hamburguesa, servida en pan de brioche con crujiente de parmesano. Todo ello sin restar mérito a sus arroces, como el de bogavante. Obligado también, dejar hueco para los postres, como el crumble de almendra o el esponjoso de brioche. Seguro que volverá.