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La ruta de los restaurantes centenarios de Madrid
El corazón de la capital alberga verdaderas joyas gastronómicas con más de un siglo de vida, que ofrecen una comida exquisita, cuentan historias fascinantes y guardan secretos inconfesables
En el bullicioso corazón de Madrid se esconden joyas gastronómicas que han resistido muy bien al paso del tiempo y, más de un siglo después de su apertura, continúan ofreciendo el mejor servicio y la mejor calidad a su clientela. La capital alberga restaurantes y tabernas centenarios que no solo ofrecen una suculenta cocina, sino que también cuentan historias fascinantes y guardan secretos inconfesables de las generaciones que han mantenido viva la esencia de la ciudad.
Gestionados por las mismas familias durante décadas, estos establecimientos han sido refugio de intelectuales, políticos, artistas y aristócratas. Son auténticos guardianes de la cultura madrileña, convirtiéndose en paradas obligatorias para quienes desean hacer un viaje a épocas pasadas a través de cada bocado. Historia y gastronomía se abrazan en una sinfonía de sabores y tradiciones que seducen a comensales de todas las edades, quienes reservan a menudo atraídos por su exquisita oferta y por todo lo que representan.
En los fogones de estos restaurantes se preparan con mimo platos de toda la vida, como el cocido, los callos a la madrileña, el cochinillo y el cordero asado, recetas heredadas generación tras generación que continúan siendo un reclamo para la clientela y encabezando las preferencias de los comensales.
El Restaurante Botín es, sin duda, la joya de la corona. Fundado en 1725, no solo es el restaurante más antiguo de Madrid, sino del mundo, según el Libro Guinness de los Récords. Situado junto al Arco de Cuchilleros, en pleno Madrid de los Austrias, este emblemático establecimiento celebrará su cumpleaños número 300 el año que viene; tres siglos en los que ha sido testigo de innumerables historias y ha atendido a infinidad de personajes ilustres. Goya trabajó en sus cocinas de friegaplatos, Hemingway y Truman Capote degustaron sus sabrosos menús... La historia se respira en cada recoveco de sus salones. Por no hablar de sus propuestas culinarias… Sus asados, cocinados en un horno de leña que ha estado en funcionamiento desde su apertura, son una delicia que no se puede dejar de probar.
Botín no es el único local castizo que cuenta con una trayectoria longeva y próspera. Resultaría imposible enumerar todas las tabernas centenarias repartidas por la región, pero hay algunas que merece la pena mencionar para que los amantes de la buena mesa las incluyan en su lista de imperdibles.
La segunda parada de la ruta de restaurantes centenarios de Madrid bien podría ser, por ejemplo, La Casa del Abuelo. Este emblemático bar de tapas, fundado en 1906, es famoso por sus gambas al ajillo y su ambiente acogedor. Es uno de esos sitios que no se puede dejar de visitar cuando se va en busca de un buen tapeo acompañado de un vino o una cerveza. Cuentan que Andy Warhol se apostaba en su barra cada vez que llegaba a Madrid acompañado de un chato de vino. Otra anécdota entrañable apunta que durante la Guerra Civil Española, el dueño del local escondió a varios refugiados en el sótano del restaurante y les ofreció comida y protección.
Lhardy es otro de los puntos de encuentro con más solera de la capital de España. Situado en la Carrera de San Jerónimo, desde 1839 muestra sus suntuosos salones, testigos de los últimos 185 años de historia, y su cocina tradicional. Este establecimiento ha sido testigo de numerosos eventos históricos y literarios a lo largo de los últimos siglos. Su decoración y ambiente aristocrático han atraído a figuras destacadas de la política, la literatura y la cultura española. Como curiosidad, Lhardy fue uno de los primeros restaurantes en Madrid que introdujo el concepto de menú fijo y las minutas por escrito, un detalle revolucionario en su época. También se cuenta que, durante la Guerra Civil Española, sirvió como punto de encuentro secreto para políticos y escritores que discutían el futuro del país mientras disfrutaban de su famoso cocido madrileño.
Continuando con esta ruta tan entrañable como deliciosa, se puede hacer un alto en el camino en Casa Alberto, una elegante taberna-restaurante que fue fundada en 1827. Ubicada en la calle Huertas, en el mismo edificio donde vivió Miguel de Cervantes, conserva todas sus recetas originales. Los callos a la madrileña, el rabo de toro, las albóndigas de ternera, las croquetas de jamón, el bacalao a la madrileña y cualquiera de sus platos de cuchara son una auténtica perdición para los sentidos.
También en la zona centro de capital, en la calle Cava Baja, se encuentra la Posada de la Villa, que fue fundada en 1642 y posee el encanto de las grandes posadas de antaño del Madrid de los Austrias. Este restaurante, que en su origen fue una posada para arrieros, conserva su ambiente rústico y acogedor. En sus fogones se preparan platos de la gastronomía castellana y madrileña entre los que cabe destacar el cordero lechal en horno de leña, el cocido madrileño en puchero, la gallina en pepitoria, los callos, así como los postres típicos de Madrid.
En la localidad madrileña de Fuencarral se encuentra otro referente centenario de la cocina tradicional castellana y madrileña: Casa Pedro. Lo que comenzó siendo una casa de postas en 1702, se ha convertido en el punto de encuentro de viajeros y locales, con una gran variedad de salones y comedores privados, una gran terraza y una bodega donde disfrutar un fabuloso ambiente informal.
La lista no termina aquí. Hay muchos establecimientos que merecen ser mencionados y reconocidos por su brillante y larga trayectoria. No comer al menos una vez en la vida en lugares como Malacatín, Casa Ciriaco, La Bodega de la Ardosa, La Taberna Antonio Sánchez, Café Gijón o Casa Labra sería un error imperdonable para los amantes de la historia y la gastronomía.
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