
Entrevista
“El turismo de República Dominicana ha madurado, ya no es solo playa: se buscan la historia, el folclore y las raíces”
Cuando se cumplen 50 años de Soltour y 30 de los Bahía Príncipe Hotels & Resorts, nos atiende Lucas Tejado, director de uno de los hoteles más punteros de la isla, para analizar cómo ha cambiado el turismo en el país y su compromiso con la sostenibilidad

Bahía Príncipe Hotels & Resorts celebra tres décadas de trayectoria como referente del turismo sostenible en el Caribe. Treinta años de excelencia siendo el objeto de deseo de millones de turistas de todos los rincones del mundo. En República Dominicana nos atiende Lucas Tejado Sánchez, director general de Bahía Príncipe Luxury Esmeralda, para analizar los éxitos de la compañía y adelantarnos los planes de futuro. Madrileño de nacimiento, llegó hace una década al país caribeño y se quedó. Ahora gestiona este resort, por el que el año pasado pasaron más de 300.000 huéspedes, y asegura que “Bahía Príncipe está transformando el turismo con un compromiso real con la sostenibilidad y la cultura local”, porque su objetivo “es que cada huésped sienta que camina por un paisaje dominicano auténtico”.
De la mano de Soltour (que también está de celebración, siendo el turoperador líder independiente en España y Portugal durante medio siglo), nos alojamos en el Luxury Esmeralda, donde incluso hay un manglar integrado en sus instalaciones. Para Tejado, gran parte del éxito de Bahía Príncipe es trabajar con la comunidad local: “El dominicano busca ser feliz, y eso se refleja en todo. De todos los países en los que he trabajado, este es donde he visto el mejor servicio y la mejor orientación al cliente”, confiesa.
Bahía Príncipe lleva treinta años siendo referencia en el Caribe, ¿cuál es el secreto del éxito?
Durante muchos años el complejo más grande del Caribe. La capacidad ha variado un poco según las reformas, pero seguimos hablando de algo enorme. Aquí podemos llegar a tener 10.000 clientes al día y somos unos 5.300 trabajadores. Es prácticamente una ciudad, con más personal que muchos pueblos pequeños de España. En estos años ha habido una gran evolución. Bahía Príncipe es una empresa familiar, y su desarrollo ha ido de la mano tanto del crecimiento turístico como del relevo generacional. Seguimos con los mismos valores, pero adaptándonos a los nuevos tiempos. Hoy hay un compromiso mucho mayor con la sostenibilidad, con el entorno, con la cultura local. Ese es el mayor cambio: pasar a un modelo de turismo más sostenible.
El hotel que dirige dentro del complejo de Bahía Príncipe, el Luxury Esmeralda, es buen ejemplo de esa evolución del concepto de resort...
Reabrimos el hotel en diciembre de 2023, tras una reforma completa. Se trata de un nuevo concepto, totalmente diferente a lo anterior. Desde entonces, estoy aquí liderando el proyecto. Antes estuve en otros hoteles del complejo. Ahora mismo estamos en pleno proceso de renovación de casi toda la planta hotelera del grupo. En Esmeralda asumí el reto de estandarizar procesos y construir una nueva imagen de marca más alineada con nuestro entorno, capitalizando el producto local y generando valor.

¿Qué papel juega el proyecto EcoBahía en su apuesta por la sostenibilidad?
EcoBahía es el reflejo del compromiso de la empresa con el entorno. Trabajamos directamente con las comunidades locales, en educación, formación, protección ambiental. Por ejemplo, colaboramos con una escuela en El Cortecito, apoyamos a productores locales, controlamos especies endémicas, protegemos manglares, participamos en la protección de nidos de tortugas… Incluso la jardinería del hotel está basada en flora autóctona. La idea es que el huésped sienta que está caminando por un paisaje dominicano real. Todo forma parte de nuestra misión de acercar al turista al entorno real.
¿Cuántos turistas reciben al año?
En este hotel, el año pasado tuvimos cerca de 300.000 estancias en este hotel. En todo el complejo, cuando estamos al 100%, podemos tener cerca de 10.000 huéspedes diarios. Solo en Esmeralda, con 570 habitaciones, llegamos a 1.600 personas en Navidad, que es cuando vienen muchas familias.
¿Y qué nacionalidades predominan?
Depende de la temporada. Canadá suele ser el principal mercado por cercanía, seguido de Estados Unidos. En verano, recibimos muchos europeos: británicos, españoles, especialmente gracias a Soltour. Aproximadamente, un 45% de nuestros huéspedes son canadienses, y entre un 20-25% europeos. Pero varía mucho según la época del año.
¿Ha cambiado el perfil del turista en Punta Cana en estas tres décadas?
Muchísimo. Antes venían sobre todo por sol y playa. Ahora el destino ha madurado. Hay una gastronomía rica, cultura, historia. Por eso muchos turistas ya no vienen solo al hotel: alquilan apartamentos, recorren la zona. En nuestro hotel, por ejemplo, trabajamos con la cultura taína como eje temático. Queremos que el turista entienda que República Dominicana no es solo playa: hay historia, folclore, raíces. Así, eEn temporada alta, como noviembre o diciembre, vemos un perfil más adulto, matrimonios, jubilados canadienses que buscan cultura y conexión con la sociedad. El turismo se está diversificando y nosotros estamos acompañando ese cambio.
¿Se nota mucha variación según la temporada?
A nivel de ocupación solemos estar bastante estables durante todo el año. La temporada alta afecta más bien a las tarifas: cuándo cobras más o menos. Para nosotros, la temporada alta está más vinculada al mercado americano, que comienza en noviembre y dura hasta finales de Semana Santa. Es diferente a España, donde la temporada alta se concentra en verano.

¿Cómo segmentan la oferta dentro del complejo?
Lo bueno que tiene este complejo es que cuenta con diferentes hoteles, cada uno con su ambientación, mercado y dinámica. Por ejemplo, Esmeralda suele tener un cliente más maduro y familiar. Fantasía está muy enfocado al público familiar con niños. Luego está Punta Cana, que está más orientado a gente joven, con un tipo de ambientación diferente. En lugar de segmentar el destino, segmentamos el producto. Cada hotel está enfocado en una experiencia específica.
¿Entre los turistas jóvenes, Punta Cana sigue siendo un destino de fiesta y excesos?
El turismo es un negocio, y las empresas que saben ofrecer distintos productos para diferentes públicos son las que triunfan. Etiquetar un destino puede limitar su desarrollo. Punta Cana tiene una imagen distinta en España, donde se asocia a viajes de fin de curso. Pero en Estados Unidos y Canadá, es un destino de lujo. Es una cuestión de cómo se ha vendido. Punta Cana es hoy uno de los destinos más consolidados del Caribe, tanto en número de llegadas como en ocupación. Y en muchos casos, es un destino de lujo.
¿Cuáles son los planes Bahía Príncipe para los próximos años?
Lo que estamos haciendo ahora es una renovación de la planta hotelera, no una ampliación como tal. Queremos llevar todos nuestros hoteles al estándar de calidad que ya se puede ver en Esmeralda. La intención es seguir mejorando y evolucionando. Es un proceso natural. Lo bueno es que hemos recuperado e incluso superado los niveles prepandemia de Covid. Pero también ha cambiado mucho la manera de viajar. Ahora el turista busca una experiencia completa más que el disfrute en sí. Eso cambió con la pandemia. Hoy vivimos en una sociedad donde cada comida o cada lugar debe ser una experiencia memorable, casi “instagrameable”. Hace siete años era muy raro ver una experiencia gastronómica de menú degustación diferenciada en un resort y aquí es nuestra prioridad.

¿Y el huésped ahora sale más del complejo para conocer el entorno?
Sí, definitivamente. Y también las empresas hemos cambiado. Al principio, el turismo en Punta Cana era muy impersonal. Podías estar en un resort en México, Jamaica o Dominicana y no notar la diferencia. Eso ha cambiado. Este hotel me entusiasmó porque pude ayudar a crear un producto diferente, donde potenciamos lo auténtico, lo endémico del país. Desde nuestros shows como Matum, que cuenta la historia de República Dominicana, hasta nuestros restaurantes, la idea es ofrecer algo con identidad local.
La gran mayoría de los trabajadores de Bahía Príncipe son locales, qué valor aportan al proyecto. ¿Cómo encaja la diferencia cultural?
Los dominicanos tienen un nivel de servicio es excelente. El detalle, la calidad... yo no lo he visto en ningún otro destino. Obviamente, aquí el clima influye. Nosotros tenemos “verano e infierno”, hace mucho calor. No es lo mismo trabajar en una obra en España que hacerlo en Dominicana, simplemente por una cuestión de biorritmos. Los tiempos son diferentes, sí, pero en términos de servicio y productividad, Dominicana está a un nivel altísimo. Pero es que el dominicano es muy trabajador y tiene una orientación al servicio espectacular. Disfrutan de la vida, sí, pero también saben trabajar. Parece que nos hemos llevado el estereotipo del dominicano que está todo el día bailando, tomando cocos en la playa y ligando. Y no es así. Aquí la gente disfruta, sí, pero también es muy hospitalaria. El dominicano busca ser feliz, y eso se refleja en todo. Por eso, de todos los países en los que he trabajado, este es donde he visto el mejor servicio y la mejor orientación al cliente.
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