Crimen

Cae organización que iba a introducir 12 toneladas de hachís en narcolanchas

La Guardia Civil de ha interceptado en La Vila Joiosa (Alicante) una embarcación sospechosa que fue avistada cuando se dirigía hacia tierra firme y que resultó ser una 'narcolancha' que contenía casi un centenar de fardos de hachísGUARDIA CIVIL19/05/2021
La Guardia Civil de ha interceptado en La Vila Joiosa (Alicante) una embarcación sospechosa que fue avistada cuando se dirigía hacia tierra firme y que resultó ser una 'narcolancha' que contenía casi un centenar de fardos de hachísGUARDIA CIVIL19/05/2021GUARDIA CIVILGUARDIA CIVIL

Una organización criminal que pretendía introducir 12 toneladas de hachís en narcolanchas por todo el Mediterráneo ha sido desarticulada en una gran operación conjunta de Policía Nacional, Guardia Civil y Agencia Tributaria contra el narcotráfico.

En la operación han sido detenidas 65 personas, de nacionalidad española, marroquí y colombiana, en las provincias de Cádiz, Sevilla, Almería, Granada, Murcia, Alicante y Tarragona, según fuentes policiales, que ha indicado que todas han ingresado en prisión provisional.

Los detenidos estaban especializados en el transporte e introducción de hachís a gran escala por toda la costa levantina procedente de las costas africanas a través de embarcaciones de recreo, de pesca y de gomas o embarcaciones semirrígidas.

A todos se les imputa el delito de pertenencia a organización criminal y delitos contra la salud pública en su rama de tráfico de drogas y blanqueo de capitales.

Durante los registros fueron intervenidas más de 12 toneladas de hachís listo para su distribución y numerosas embarcaciones y vehículos de alta gama.

Esta operación es la culminación de dos operaciones que se han desarrollado desde mayo del año 2020 hasta la fecha, los operativos CRISTAMAR-MAGO Y TARLO-MAGO que perseguían el tráfico de droga y que han concluido al mismo tiempo.

Las investigaciones comenzaron hace aproximadamente un año a raíz de las sospechas de los investigadores de la Policía Nacional, Guardia Civil y Agencia Tributaria sobre varios de los detenidos, los cuales mantenían encuentros para organizar la descarga, ocultación y distribución de grandes cantidades de hachís.

Las organizaciones estaban bien diferenciadas, pero interactuaban entre sí para la introducción, ocultación y distribución de la droga.

Realizaban la entrada por mar de la sustancia estupefaciente por las provincias del Levante español y contaban con lugares para la ocultación de la droga y su posterior distribución por los alrededores de esos territorios.

Además, en Sevilla y Tarragona adquirían la logística necesaria para utilizarla en Almería y Murcia y, además, tenían descentralizada la logística del lugar de trabajo para dificultar la investigación policial,

Tras realizar una minuciosa investigación sobre todos los investigados y frustrar en varias ocasiones sus aspiraciones de introducir la droga por las costas, se procedió a los registros.

En ellos se han intervenido más de 12 toneladas de hachís, 5 embarcaciones de recreo, 15 embarcaciones tipo lancha rápida (goma), 3 motos acuáticas, 3 camiones, 3 semirremolques, 4 vehículos de alta gama, una furgoneta, 6 vehículos de gama media, 89 teléfonos móviles, y 2 pistolas detonadoras.

Además fue incautado numeroso material electrónico, informático y también documentación económico contable así como casi 100.000 euros en efectivo y 203.000 rublos de Bielorrusia.En los accesos a Mea Shearim, vistosos carteles en blanco y negro advierten: “no entren al barrio con vestimenta inmodesta”. Aquí viven los sectores más extremistas de la ortodoxia judía, que defienden postulados abiertamente antisionistas. Cuando Israel celebra su “Día de la Independencia”, son habituales las quemas de banderas nacionales: defienden que los judíos tendrán derecho de vivir en esta tierra solamente cuando el Mesías descienda del más allá.

La reportera Ariela Shtrenbaj se infiltró en el seno de esta comunidad bunkerizada. “Me abrieron sus puertas y corazones, y descubrí un mundo oscuro y retorcido”, apuntó en su investigación. La protagonista del vídeo reportaje cuenta que es una tendencia relativamente nueva. Su madre fue de las primeras en ir totalmente cubierta por las calles de la ciudad santa, y la miraban mal por tapar a sus hijas.

“Yo me cubro así incluso para ir a dormir. Está escrito: así los niños serán más bondadosos, y obtendremos mayores logros. Así lo escribieron los tzadikim (justos), y por ello creo que esa es la verdad que deseo”, proclamó mientras cambiaba los pañales a su bebé. Es su modo de perseguir la mayor modestia y santidad posible.

Sus ojos son invisibles. A ojos del resto, parecen fantasmas andantes. Están presentes también en otros municipios ultraortodoxos, como Bet Shemesh. Según coinciden varios medios locales, empezaron a extenderse a principios de los 2000.

Miriam, otra “judía talibán”, se aísla con sus tres hijos, dentro de un minúsculo apartamento, del resto de la comunidad jaredí. “Solamente tengo permitido ir a rezar a la sinagoga en Sabbat”, explica. Cuando decidió cubrirse con el oscuro burka, los colegas de su progenitor cuestionaron la decisión de su hija. “Mi padre todavía no lo termina de entender, pero lo que decide Dios es para nuestro bien”, consideró.

Mientras los varones dedican incontables horas al estudio y discusión de la Torá, la misión esencial de ellas es salvaguardar la modestia. “Está escrito que había mujeres que lo llevaban todo el tiempo, y fueron bendecidas con mucha santidad, modestia y silencio. Es un nivel del que todavía estoy alejada”, consideró Miriam, mientras a su lado andaban dos niñas de apenas cinco años cubiertas de arriba abajo. Según ella, visten las opacas telas con alegría.

En su camino semanal a la sinagoga, busca el camino más discreto y la hora menos transitada. Pretende evitar posibles encuentros callejeros con hombres, a pesar de que cuidan estrictamente los códigos estéticos. En el interior del centro de culto, decenas de mujeres de negro -que parecen clones-, recitan salmos con devoción.

Con su estilo de vida radical y aislacionista, evitan que sus hijas vivan experiencias infantiles tan comunes como una excursión escolar, un chapuzón en el mar, o un viaje en tren o autobús con sus amigas. Jamás serán expuestas a las características de un cuerpo humano descubierto. La única arriesgada salida es huir, lo que supone una desconexión de por vida de sus familias.

Muchas, especialmente quienes proceden de familias jerosolimitanas asentadas hace varias generaciones, siguen conservando el Yiddish –idioma de los judíos centroeuropeos-como lengua madre. No emplear el hebreo es otra vía de rechazo al moderno Estado de Israel. Algunas, no obstante, reivindican que “hay diferencias entre nosotras, no somos todas tan radicales”.

Pero el columnista Eran Baruj se sobresaltó tras un paseo por Bet Shemesh, donde vio a una “judía talibán” paseando un carrito de bebé. “La modestia es un valor importante de una cultura. Pero lo que vi es absurdo. Se borra la identidad y hay un obsesivo miedo por la sexualidad y represión del deseo”. Y prosiguió: “Esto genera problemas mentales e inseguridades con el propio cuerpo. Y ni entro en cuestiones como formar parejas sanas y relaciones sexuales. Es una fórmula que asegura la tragedia”.

En el sector ultraortodoxo son recurrentes las imágenes trucadas para borrar a ministras en Gobiernos, o la ausencia de imágenes femeninas en carteles publicitarios. Pero las integrantes de esta secta van más allá. “Cuando me casé, no quería que otras personas me vieran, soy solo para él. Tras cubrirme del todo, me sentí protegida”, explicó otra joven sin identificarse. Y tras divagar sobre su rol en este planeta, concluyó: “Me visto como nuestras matriarcas hace siglos. La modestia nos conecta a nuestras raíces”.