América Latina
Programa de vacunación en México tiene aciertos y problemas
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, arremetió contra las críticas hacia el programa de vacunación del país contra el nuevo coronavirus
(AP). El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, arremetió el martes contra las críticas hacia el programa de vacunación del país contra el nuevo coronavirus, y describió un par de escándalos como obra de adversarios conservadores o casos de gente mayor gruñona “que va a regañadientes, no les gusta que los vacunen”.
A pesar de algunos aciertos, como el hecho de que todas las vacunas sean gratuitas, también se han presentado problemas por las desigualdades en la campaña, la cual se efectúa en centros de vacunación con calidad irregular y para la cual se aplican vacunas de una media docena de fabricantes.
La primera ronda de vacunación en México estuvo dirigida a personal médico, y la segunda, la actual, es para todos los mayores de 60 años.
Un hombre de 84 años sufrió un ataque cardíaco, y al menos tres más se desmayaron después de esperar durante horas su turno en un centro de vacunación en el estado norteño de Coahuila. Además, un hombre fue picado con una jeringa vacía en otro centro a las afueras de la Ciudad de México.
Algunos vecindarios más ricos aplican vacunas de mejor reputación en instalaciones sombreadas y con filas cortas, mientras que los ancianos en zonas más pobres y ubicados en las periferias son obligados a hacer fila durante horas bajo el sol, o reciben vacunas cuya eficacia está menos documentada.
Este ha sido un problema para un presidente cuyo lema es: “Primero los pobres”.
México ha obtenido más vacunas que muchas otras naciones latinoamericanas, con la llegada de unas 15 millones de dosis a la fecha y unas 9,3 millones administradas, apenas detrás de Brasil y Chile.
Pero la campaña de vacunación también ha quedado marcada por las desigualdades. México utiliza actualmente al menos seis vacunas de distintos fabricantes, algunos de los cuales han entregado la información completa sobre la efectividad de sus inoculaciones, pero otros no lo han hecho.
El gobierno administra dos vacunas chinas, fabricadas por Sinovac y Sinopharm, sin haber dado a conocer sus propios datos sobre efectividad.
Por ejemplo, los habitantes de dos de las colonias (vecindarios) más ricas del país, Lomas de Chapultepec y Polanco, recibieron la vacuna de Pfizer, cuya efectividad está bien documentada. En otras partes, en vecindarios menos acaudalados, se aplicaron vacunas chinas y de AstraZeneca.
La semana pasada, en un centro de vacunación de la colonia Roma —de clase media alta_, las filas eran relativamente cortas y los voluntarios atendieron a los ancianos de manera rápida y amable, en un proceso que por momentos llegó a durar menos de una hora.
En la Biblioteca Vasconcelos de la Ciudad de México, donde se atendió a personas de colonias pobres, la larga fila se extendía hasta un gran estacionamiento bajo un fuerte sol y salía hasta la calle. Las personas reportaron esperas de más de dos horas para recibir la vacuna. En ambos se aplicó la vacuna de AstraZeneca, que ha sido cuestionada en Europa debido a una posible conexión con la formación de trombos.
Evidentemente, no todas las experiencias en los vecindarios pobres fueron malas, ni tampoco todas en los vecindarios ricos fueron buenas. Pero parecía que todos los reportes de incidentes suscitaron la molestia del presidente.
Durante el fin de semana, una estudiante de enfermería en un puesto de vacunación en las afueras de la Ciudad de México fue grabada cuando picaba el brazo de un anciano con una jeringa vacía y se la retira de inmediato sin inyectarle nada.
La universidad en donde estudia la enfermera y las autoridades locales describieron de inmediato lo sucedido como un simple error. Dijeron que la voluntaria se dio cuenta de inmediato de lo sucedido, rectificó e inyectó a la persona la dosis que debía recibir.
Pero el presidente López Obrador, que considera casi cualquier crítica como un ataque de sus oponentes, a los que describe como “los conservadores”, insinuó que la situación fue planeada para perjudicarlo.
“Sólo hay dos explicaciones: que en efecto hubo un error, o un montaje, que no descarto por la difusión tan grande que se dio, con propósitos de afectarnos”, afirmó López Obrador el martes.
Las largas esperas de la semana pasada en la ciudad norteña de Torreón, en el estado de Coahuila, tuvieron un momento crítico después de que el presidente de la Comisión de Derechos Humanos estatal, Hugo Morales, confirmó que un hombre de 84 años sufrió un ataque cardíaco luego de esperar durante tres horas bajo el sol para recibir la vacuna.
Morales dijo que la comisión documentó los casos de tres ancianos que se desmayaron por esperar durante horas bajo el sol en un centro de vacunación en la misma ciudad el 29 de marzo.
“Personas de edad avanzada se encontraban en las filas por temporadas de hasta seis horas”, afirmó Morales. Señaló que el hombre que sufrió el ataque cardíaco se encontraba en estado crítico pero estable.
A pesar de que recomendó a las autoridades federales —las encargadas del programa de vacunación— que provean algún tipo de sombra y agua para quienes estén haciendo fila, hasta esta semana al parecer no se había atendido el problema, señaló Morales
“No han hecho absolutamente nada… no existen lonas, no existe la hidratación”, declaró.
En gran medida, la campaña de vacunación refleja tendencias previas en el gobierno de López Obrador, como su molestia frente a las críticas.
López Obrador encargó gran parte de la logística de vacunación a las fuerzas armadas, algo que ha hecho con la mayoría de sus principales proyectos desde que asumió la presidencia a finales de 2018.
El presidente también ha dejado de lado al sector privado, que representa gran parte de la atención médica en México, optando por que el gobierno maneje todo el programa de vacunación a la fecha, aun cuando los hospitales privados o cadenas de farmacias podrían estar mejor equipadas y ubicadas para hacerse cargo de algunas vacunaciones.
López Obrador es un declarado partidario de las grandes soluciones gubernamentales en la mayor parte de la economía, una tendencia que lo ha puesto en conflicto con compañías privadas en los sectores de la energía y la construcción.
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