Tribuna
Romero y Burgos, la esencia
Dos carreras, una taurina y otra, literaria, que confluyeron hace dos décadas en aquella genial obra
Cantaba José Monge Cruz, el recordado Camarón de la Isla, a compás de bulerías: “Currro Romero, Curro Romero, tú eres la esencia de los toreros”. Y, quizás, recordando aquella inolvidable letra nació una de las biografías más memorables del pasado Siglo XX: “Curro Romero: La esencia”. Su autor, el gran Antonio Burgos. Dos carreras, una taurina y otra, literaria, que confluyeron hace dos décadas en aquella genial obra. Veinte años después de aquel encuentro, la Junta los distingue como Hijos Predilectos de Andalucía. Un título más que merecido, ya que tanto el uno como el otro encarnan hondamente al ser andaluz. Andalucía no se puede entender sin sus costumbres. Sin sus tradiciones más arraigas. Curro Romero es un mito en vida. Una leyenda que ha creado de forma natural una verdadera filosofía: “el Currismo”. Una manera de afrontar las realidades con una raíz profundamente andaluza. Sus tardes de gloria están escritas con letras de oro en las páginas más notables del libro de la tauromaquia, permaneciendo en los ruedos durante más de cuarenta temporadas de forma ininterrumpida. Antonio Burgos es Andalucía en sí. Sus escritos entroncan con los grandes de las letras andaluzas: Bécquer, Pemán, Santiago Montoto, los Machado o su gran amigo, Rafael Montesinos, por citar sólo algunos ejemplos. Es el Cronista de la Ciudad de Sevilla pero, también, gaditano de adopción y autor de las célebres “Habaneras”. Y en sus famosos “recuadros” y escritos, ha reivindicado incondicionalmente el alma del pueblo andaluz. Un reconocimiento que está considerado como la más alta distinción que existe en nuestra Comunidad Autónoma. Con esta distinción, Andalucía hace justicia a dos de sus grandes hijos (Curro Romero y Antonio Burgos, Antonio Burgos y Curro Romero), dos señores -del toreo y de las letras- que son lo que un día quedó escrito: esencia de Andalucía.
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