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Jesús Albarrán: “El Dylan que me interesa está en las canciones”

El periodista y músico relata los comienzos del cantante norteamericano en un libro premiado con el Premio Manuel Alvar

Cajasol.- Jesús Albarrán y Antonio Serrano, ganadores de los Premios Manuel Alvar y Antonio Domínguez Ortiz 2020
Jesús Albarrán, Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2020, en una actuaciónlarazonFUNDACIÓN LARA

Bob Dylan acaba de cumplir 79 años y mientras al otro lado del Atlántico el músico estadounidense soplaba velas y sacaba nuevo disco, en Sevilla el periodista Jesús Albarrán recibía el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos por su trabajo sobre sus primeros años como cantante folk. A ambos los separan cinco décadas y los une su amor por la música y la literatura. ‘A Boy Walking. Bob Dylan y el Folk Revival de los sesenta’ es el título del libro que en otoño publicará la Fundación Lara, una inmersión en el inicio de Dylan antes de convertirse en figura de referencia mundial y el único Nobel de Literatura salido de las canciones.

“Me interesaban muchos poetas, pero también la música y él fue la unión equilibrada de eso”, resume Albarrán sobre cómo llegó a la figura del cantante. “Me di cuenta de que revolucionó muchos aspectos musicales, siendo un 'iletrado' de la música porque no sabe leer una partitura. Me interesaba eso y su imponente creatividad. Está siempre creando, incluso durante una conversación”.

Doctor en Comunicación y con un máster en escritura creativa, Albarrán transita también los senderos de la música. Ha participado en el programa de televisión “La Voz” y este año saca disco con su grupo, William Prime. Su aspecto y su voz recuerdan a su ídolo, a pesar de que se confiesa nada mitómano. “No me obsesiono mucho con la persona, el Dylan que me interesa está en las canciones”, dice. Como anécdota de su larga relación, cuenta que cuando le concedieron el Nobel “era curioso cómo la gente me felicitaba a mí”.

El libro surgió “por un proceso de decantación porque siempre he admirado muchos tipos de música y quería hacer una panorámica sobre de dónde venía esa música. Fue una revelación porque sintetizaba toda la parte poética que me interesaba”. El relato abarca desde el nacimiento de Dylan, en 1.941 en Minnesota, hasta 1.966 centrándose especialmente en su estancia en Nueva York, a donde había llegado cinco años antes. En esa época, destaca, "publicó hasta dos LP al año. Fue una incontinencia creativa y evolucionó muy rápido incorporando muchísimos lenguajes a sus composiciones”, según Albarrán, que dice reconocer “cualidades especiales” entre los seguidores del compositor. “Aquel que ama la literatura tiene muy fácil acercarse a Dylan, bebe mucho de los clásicos norteamericanos e incluso europeos. Era un lector voraz”, explica.

El autor nunca ha visitado Norteamérica, pero habla como si hubiera recorrido de arriba a abajo todos los rincones del Village. Su obra, de hecho, cuenta con algunos mapas que él mismo ha dibujado según las descripciones encontradas en los libros que ha usado como apoyo, la mayoría biografías sobre el cantante no traducidas al español, como las Scaduto o Shelton. Albarrán dice “entender muy bien” a Dylan, por eso mantiene que si lo viera por la calle no lo abordaría, aunque finalmente reconoce que haría algo parecido a lo que “el Dylan español”, Joaquín Sabina, tenía pensado cuando se topó con él en una barbería: soltarle la letra de una canción.