Fallecimiento

La última vuelta al ruedo de Jaime Ostos

Homenaje en la Real Maestranza de Caballería

Jaime Ostos, en una imagen de archivo
Jaime Ostos, en una imagen de archivoCipriano PastranoLa Razón

La plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla será el escenario de un homenaje al diestro Jaime Ostos, fallecido el pasado sábado en Colombia, con una vuelta al ruedo póstuma de sus cenizas, por deseo de la familia del maestro ecijano.

Será el próximo día 21, viernes, en una secuencia de actos que aún tiene pendientes algunos flecos organizativos forzados por el protocolo covid que podría incluir la celebración de una misa de réquiem que aún está pendiente de concretar en todos sus detalles antes de trasladar los restos del torero hasta su localidad natal, Écija, donde serán inhumados en la sepultura familiar.

Así lo han confirmado fuentes familiares aclarando que la esposa de Ostos, María Ángeles Grajal, aterrizará a mediodía de este miércoles en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid acompañando los restos de su marido, incinerado en Bogotá, la capital colombiana en la que falleció de un infarto fulminante mientras dormía.

Jaime Ostos en el Puerto de Santa María
Jaime Ostos en el Puerto de Santa MaríaBiblioteca Digital de castilla y León

Ostos, de 90 años, se encontraba pasando las fiestas navideñas en Colombia, país al que se encontraba estrechamente unido.

Nacido en Écija en 1931, fue un matador de gran trascendencia -famoso por su valor y marcado por numerosas cornadas- en la década de los 60.

Era miembro de una acomodada familia de agricultores ecijanos y aunque llegó a prepararse para seguir la carrera de aviador civil, la vocación taurina se impuso tomando la alternativa el 13 de octubre de 1956 en Zaragoza de manos de Miguel Báez, Litri, que le cedió un toro de Urquijo en presencia de Antonio Ordóñez.

Siete años después, en julio de 1963, sufrió una gravísima cornada en el ruedo de Tarazona (Zaragoza) que le mantuvo varias semanas entre la vida y la muerte.

Contra todo pronóstico logró reaparecer sin acusar el percance aunque su estrella iría apagándose paulatinamente a lo largo de la década siguiente antes de su retirada definitiva.