Tribuna
Si es mi cultura, no es mi censura
Sol Cruz-Guzmán, diputada del PP en el Congreso, critica la Iniciativa Legislativa Popular contra la fiesta de los toros
Llega esta semana al Congreso de los Diputados, la Iniciativa Legislativa Popular que tiene como objeto censurar un arte tan antiguo como los trazos que se grabaron en las cuevas de Altamira. Una iniciativa que pone fin al colofón de ataques injustificables a la Tauromaquia por parte de un ministro antitaurino y del presidente Sánchez, cómplice del atropello. Sin embargo, aunque parezca una paradoja, lo que hoy parece enfrentar en el hemiciclo a animalistas contra taurinos, es justo lo que nos une. Siempre fue Él. Venerado y temido por el hombre, el Toro bravo.
Como afirmaba Mercedes Sosas, la censura y la ignorancia suelen ir de la mano, y si hay algún sector que conoce y protege al toro bravo es sin duda el taurino.
Este amplio colectivo lo conforman desde los profesionales del campo que miman al animal en la dehesa a los veterinarios. Desde los mayorales a las cuadrillas. De los críticos taurinos, con sus infinitos adjetivos para definir al toro, hasta las peñas que se cruzan España para poder elegir con acierto el que correrá en las fiestas de su pueblo. Y los toreros. Y los de plata. Los que miran a los ojos al animal con el que tendrán que conseguir hacer de la lucha arte, y del miedo emoción. Los que buscan la musica tras tres pases y la ovación tras la faena. Un arte ocasional, que habla con silencios y une al publico en un coro de oles al unísono, si la tarde se da bien.
El escueto texto de la propuesta popular pide la derogación de las dos leyes que reconocen el valor cultural y patrimonial a la tauromaquia. Por que el orden es ese, no se equivoquen. Los toros son cultura, y hay dos leyes que asi lo reconocieron.
Un hecho, el cultural incontestable. Lorca definía la fiesta en su última entrevista antes de ser asesinado; como la más culta de todas. Y es que quien censura la tauromaquia esta censurando a Miguel Hernández, y a su impronta en el Cossio y cancela a Alberti y a Cháves Nogales, aquel que bebió de las criticas taurinas de su abuelo. Pero también le escriben al toro bravo los contemporáneos: el gran Andrés Amorós con sus cien poesías, Chapu que nos regala sus monólogos con taurinas, Rubén Amón con la fiesta del escándalo, José María jurado o José Carlos Vara, que hacen arte del arte.
Defienden la tauromaquia la universidad de Córdoba o la Real Maestranza de Caballería con sus trofeos taurinos y universitarios. Y los miles de pintores que plasman el color, la vida y la muerte, con sus pinceles. Hasta Sir Norman Foster dejó su impronta con su cartel taurino. Y Albert Serra, que con sus Tardes de Soledad nos mostró una visión sobre un arte ante el que es imposible quedar impasible. Este arte siempre fue vanguardistas y rompedor, y por eso la plasmaron Picasso, Tapies o Dalí con una maestría singular.
Los proponentes y este gobierno no son los primeros que han sido críticos con la tauromaquia. Desde Baroja a Jovellanos, o Cernuda, con su lápiz y lengua afiliada, hasta Reyes y Papas. Pero el debate visceral y legitimo, tan antiguo como la fiesta, nunca debe terminar en censura.
Esta censura de los grupos animalistas ha llegado también a los parlamentos de nuestros países vecinos, Francia y Portugal. En ambos, el tramite por el que vamos a pasar esta semana en el Congreso fue su último escalón. Parada en seco. Ambas cámaras dijeron no a la cancelación de parte de su historia, de parte de su cultura.
Su segunda justificación para esta cancelación es según los proponentes, es la evolución de las tendencias culturales y la disminución de publico en los festejos, que en todo caso, si fiera cierto, sería un argumento para protegerla con más ahínco.
Lo cierto es que es una visión muy alejada de la realidad, con unos jóvenes que abarrotan las plazas ante estos ataques, y con más del 60% de los municipios españoles, de todas las ideologías, impulsando festejos taurinos que disfrutan vecinos y visitantes. Muchos, de otros países hermanos con los que nos unen la pasión por los toros: Méxicanos, peruanos, venezolanos o colombianos. Y es que es así, la tauromaquia no tiene ideología, nadie tiene derecho a patrimonilaizarla.
La tauromaquia es cultura y vertebra nuestro territorio. Es palanca económica y social. Pero sobre todo es arte. Esta claro que ni para los proponentes de esta propuesta ni para sumar o podemos tiene el valor cultural que los taurinos le damos, pero lo que no debemos permitir como sociedad, es que ningún gobierno, ningún dirigente nos imponga que cultura consumir. Respetó y libertad es lo que pedimos.
Esta semana en el Congreso, el balón se encuentra en el tejado del partido socialista, que lleva dos años dando pases cambiados y alguna estocada a la fiesta. Que si en contra de la recuperación del premio nacional en el Congreso, que si a favor en el senado, que si fuera del bono joven… Cambios de criterios a los que estamos acostumbrando en estas tres legislaturas donde la negociación con Bildu o la amnistía catalana llegaron tras negarlo una y mil veces.
Yo espero que en esta ocasión los diputados socialistas vuelvan a cambiar de criterio, y sean libres para defender la cultura de sus territorios. A los diputados socialistas de mi tierra, Andalucía, a los extremeños, manchegos, aragoneses, castellanos, valencianos… ¡A los navarros ¡, les pido que defiendan su tierra, que defiendan su cultura, y se abstengan para parar esta censura a los toros.
A todos ellos, les pido que apoyen la libertad frente a la censura, la cultura frente a la ignorancia, para poder alejar para siempre las amenazas al arte de la Tauromaquia, tal y como recogen nuestras leyes, nuestra Constitución y nuestra historia.