Entrevista

"Estamos muriendo por el éxito, que no de éxito"

El psicólogo Buenaventura del Charco publica el manual de anti ayuda "Te estás jodiendo la vida" para ser auténticos y honestos

El psicólogo, Buenaventura del Charco
El psicólogo, Buenaventura del CharcoLa Razón

Buenaventura del Charco es un psicólogo granadino aboga porque seamos auténticos y honestos. Que nos olvidemos de jodernos la vida tratando de mejorar la versión de nosotros mismos ante un juez interior imposible de satisfacer. Acaba de publicar “Te estás jodiendo la vida”.

Mi padre puso un letrero en su cafetería donde advertía a los clientes ‘Prohibido hablar de la cosa’. Para usted ‘la cosa’ está bien jodida …

Por lo menos en términos de salud mental. Con el mensaje de la industria de la felicidad y que tienes que ser siempre tu mejor versión, cuando la gente está mal no se atreve a decirlo. Hay un conflicto social subyacente donde todo el mundo aparenta estar bien pero por dentro todos piensan que hay algo que no acaba de funcionar.

Cuando le comenté, a mi padre, que tenía una visión ‘tristofóbica’ de la vida, me miró raro.

Las generaciones anteriores no tenían ese miedo al malestar, había una relación natural con esta forma de sentir. No fingían que cuando tenía una ruptura sentimental no le afectaba, o cuando se moría un familiar se permitían el duelo y el luto. Sin embargo, hoy todo tenemos que superarlo rápidamente y tiene que dejar de afectarte. Nos chantajeamos a nosotros mismos para fingir que todo va bien.

Ahora todo tiene que ser perfecto, que nada perturbe nuestro centro de gravedad.

Estamos muriendo por el éxito, que no de éxito. La felicidad y el bienestar no es la meta sino la consecuencia. Pero nos pasamos todo el día fastidiándonos, haciendo cosas que no queremos; con una idea infantil de que eso es lo que nos va a hacer influencer, el ‘masca’.

Me ha llamado la atención su análisis psicológico del postureo.

Las redes evidencian lo que ocurren en la sociedad, quizás de una manera amplificada. Pero se ve perfectamente que cuando antes había un miedo al pecado o no cumplir con el deber, hoy día existe a no gustar. Nos identificamos más con la portada del ‘Hola’ o el posado de Ana Obregón en la playa. Y así de forma continua. El postureo es la forma de decirle a los demás que tu vida no es peor que la de otros. Una insatisfacción permanente.

Queda claro que “Nos estamos jodiendo la vida”. Como solución ofrece ‘Olvidarnos de nuestra mejor versión y ser nosotros mismos’.

Hay que dejar el foco en proyectar aquello que nos acerca a nuestro falso ideal. Seamos genuinos. Más leales y amables con nosotros. No todo tiene que ser tan perfecto ni tan técnico. Sobre esto último, hemos incorporado a nuestra vida al experto que nos dice qué comer, qué ejercicio físico hacer, incluso la manera adecuada de follar. Cada vez tenemos un encuentro menos humano, no nos tenemos un mínimo de humanidad. Hay que amarse por encima de nuestra realidad.

Que le den a nuestro ‘Pepito Grillo’ y liberarnos de la culpa.

Todo este deseo de agradar lo que conlleva es una vida falsa y la pérdida de libertad. No soy libre de decidir lo que quiero hacer, de mostrarme como soy. Sino que soy esclavo para proyectar esa imagen. Nos ponemos la obligación de ir al restaurante que está de moda, al destino más "cool", cuando lo que nos apetece es quedarnos en el sofá. Hay una deshumanización en el que convertimos al ser humano en una nueva mercancía.

Darle valor a lo que no valoramos.

La felicidad y el amor propio está por encima de la productividad y los objetivos. Encerramos nuestra vida, a veces, en una ‘celda’ de Excel; que no es otra cosa que una pequeña cárcel para nuestra libertad. Hay una privatización del malestar. Reivindico que no todo tiene que ser genial. Todo con tu hijo no tiene que ser momentazos. Los momentos especiales surgen de un imprevisto.