Agricultura

El «estrés servero» pone en jaque la campaña del olivar en Andalucía

Alertan de que las altas temperaturas de este verano han provocado una caída prematura de las aceitunas, priorizando los árboles su supervivencia a la producción

Las altas temperaturas y la ausencia de lluvias han pasado factura al olivar andaluz
Las altas temperaturas y la ausencia de lluvias han pasado factura al olivar andaluzLa RazónLa Razón

Las sucesivas olas de calor de este verano y la ausencia de precipitaciones –la sequía es una amenaza cada vez más real– están poniendo en jaque la campaña del olivar, un cultivo con el que Andalucía se juega mucho. Así lo asegura la organización agraria COAG, que incide en otros factores que determinarán la recogida de la aceituna, como la vecería y la incidencia de plagas de prays y algodoncillo, que «ya provocaron una caída notable en la floración y un cuajado irregular, lo que afectó a la cantidad de frutos pero no a la calidad, provocando así una reducción de la cosecha prevista de hasta el 40% en zonas clave». Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el pasado mes de junio fue el más cálido registrado en España, mientras que confirma otro dato importante: se contabilizan ya 90 olas de calor desde el año 2000, con una clara tendencia al alza en frecuencia y duración, haciendo más intensos y prolongados estos episodios durante el verano. En algunos momentos del mes de agosto se llegaron a registrar temperaturas extremas, como 43 grados en Córdoba, 42 en Sevilla o 41 en Jaén.

Las temperaturas extremas sostenidas, por encima de los 38 grados durante varios días consecutivos, suponen un «estrés térmico severo» en el olivar, especialmente en las explotaciones de secano, que no cuentan con riego de apoyo. Este estrés reduce la actividad fotosintética, que afectó al cuajado del fruto y provocó una caída prematura de las aceitunas que ya habían comenzado a desarrollarse. Además, el árbol entra en una fase de defensa fisiológica en la que prioriza su supervivencia antes que la producción, limitando el crecimiento vegetativo.

En los secanos, el impacto es doble: a la falta de agua se suma el calor extremo, lo que impide al árbol regular su temperatura mediante transpiración. La consecuencia es un menor número de frutos por árbol, con calibre reducido, baja carga productiva e incluso numerosos daños visibles en hoja y brotes.

Según ha podido confirmar COAG, en muchas explotaciones, especialmente en las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla, se están viendo hojas abarquilladas y frutos arrugados. En este sentido, la organización agraria afirma que «el olivar se enfrentó a su particular cuesta de agosto por la falta de lluvias y las altas temperaturas. Si no ‘otoñea’ en septiembre, la cosecha será aún más baja de lo previsto».

En definitiva, la campaña ya se presenta más reducida de lo previsto, con la esperanza de que este mes de septiembre llueva y se moderen las temperaturas. Si esto no ocurre, además de tener menos aceitunas, el rendimiento graso también podría verse comprometido ya que, en años de calor extremo, «incluso los frutos que llegan a madurar contienen menos porcentaje de aceite, lo que reduce el volumen total de producción de aceite de oliva, afectando de lleno a la rentabilidad del agricultor».

En la misma línea, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) alerta de que las previsiones de producción de aceite de oliva para la próxima campaña se han visto notablemente rebajadas. Andalucía, la principal región productora, podría alcanzar entre 950.000 y 1.150.000 toneladas y la organización advierte de que «la euforia sobre una cosecha histórica se está derrumbando».

De otro lado, la organización ha analizado el proyecto de orden que regula las normas de comercialización del sector para la próxima campaña. Aunque valora la iniciativa como «muy positiva», considera que el Ministerio de Agricultura debe ser «más ambicioso» en este ámbito. Por este motivo, presentará una batería de propuestas para reforzar la rentabilidad del olivar tradicional, al que considera prioritario en el contexto del agro español.

El mercado del aceite se ha «dinamizado»

Para el consumidor, el aceite de oliva es uno de los pocos alimentos que se han abaratado en el último año. De hecho, según el último IPC, sus precios bajaron un 44,3% interanual en julio. COAG señala que el año pasado se partía de una situación «absolutamente atípica» como consecuencia de la sequía y de las caídas de producción y que el sector sabía que, en cuanto se normalizara, «también los precios volverían a un nivel normal». Con el estado actual de precios, «se ha dinamizado el mercado» y el futuro «dependerá de las estimaciones que finalmente se hagan y de la climatología del otoño», pero por ahora «todo está dentro de lo normal».