41º Congreso del PSOE

Juan Espadas, el anfitrión complaciente de Pedro Sánchez

El líder de los socialistas andaluces hasta ahora sólo se ha opuesto a Ferraz para aferrarse al cargo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el secretario general del PSOE de Andalucía, Juan Espadas
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el secretario general del PSOE de Andalucía, Juan EspadasPSOE Andalucía

Se atribuye al canciller alemán Gerhard Schröder el aforismo: «Tengo pocos principios, pero, eso sí, flexibles». Unai Emery, en la cuerda floja antes de conseguir tres títulos europeos, lo condensó: «Yo no voy a morir con mis ideas». El secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, hace las veces de anfitrión en el 41 Congreso socialista que se celebra en Sevilla bajo el lema “España adelanta por la izquierda”. Espadas, hasta la fecha, sólo se ha opuesto a Ferraz para aferrarse al cargo, a pesar de las sucesivas derrotas electorales. El ex alcalde de Sevilla tira de “Manual de Resistencia”: su futuro «lo decidirán los militantes» y «dedica todas las horas» del día a Andalucía. Al anfitrión de Pedro Sánchez, aunque cuestionado internamente, no se le espera ningún comentario fuera del argumentario respecto a los casos Koldo, Ábalos, de Begoña Gómez, del hermano del presidente o acerca de la dimisión forzada de Lobato en la federación madrileña, siguiendo a pie juntillas uno de los más célebres guiones de López Vázquez -«Aquí, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo»– en tanto el líder de los socialistas españoles dirime el futuro del ex alcalde hispalense.

En el PSOE-A no se toma una decisión sin que Ferraz dé el visto bueno. Los dirigentes andaluces -que cuestionan a Espadas pero no a Sánchez- muestran una fidelidad absoluta hacia el «sanchismo», como repiten en el PP y en el ejecutivo de Juanma Moreno. Juan Espadas no ha levantado la voz ni siquiera en un asunto que levanta ampollas en la ciudadanía andaluza como el «cupo catalán», mientras la comunidad sufre una infrafinanciación histórica. El único cambio visible de Espadas estos meses ha sido que se dejó barba tras el verano, quién sabe si para aparecer ante Ferraz como un candidato diferente. El también portavoz socialista en el Senado viene valorando, displicente y por momentos complaciente, las últimas decisiones Pedro Sánchez, sus pactos de gobernabilidad y los vaivenes judiciales que afectan a Moncloa.

El escenario en que trabaja el Gobierno andaluz es el de la continuidad de Espadas y su relevo por María Jesús Montero una vez que Feijóo sea presidente del Gobierno. Espadas, entienden, es el sparring ideal para Juanma Moreno. Se le considera «leal» institucionalmente y a la hora de la negociación parlamentaria y, en el plano de partido, su desgaste en Andalucía es importante como portavoz de Pedro Sánchez en el Senado y después de asumir, a diferencia de otros líderes socialistas como García Page, Javier Lambán o la propia Susana Díaz, cada uno de los postulados del sanchismo: de los indultos a la amnistía y ahora la financiación singular de Cataluña. Lejos de la más mínima crítica a Ferraz, Espadas llego a llamar al orden a Javier Lambán con la disciplina de voto.

Hace una década el PSOE acariciaba su último gran momento de gloria a escala regional en Andalucía: el 7 de septiembre de 2013 se produjo la investidura de Susana Díaz y el día 9 el BOJA recogía el nombramiento de los consejeros. De entonces a esta parte, el PSOE de Andalucía ha dejado de ser la federación socialista más importante de España en detrimento de otras regiones como Cataluña –donde a la postre se sustentó la resistencia de Sánchez en las generales– y ha perdido también su papel como «garante de la unidad» del país. En el proceso de primarias del PSOE-A en 2021 que acabó con Espadas como líder, Susana Díaz ya alertaba de que la formación se jugaba la autonomía o ser «una sucursal».

Cuando Espadas asestó a Susana Díaz la última derrota de la ahora senadora, heredó un partido fragmentado, grogui tras la pérdida del poder en la Junta después de casi 37 años, con una carga guadianesca en forma de casos de presunta corrupción –la Faffe o los ERE– y también una gran masa social y una marca venida a menos pero durante cuatro décadas hegemónica. El alineamiento del PSOE andaluz de Espadas con los postulados del «sanchismo» no se limita a la equidistancia respecto a la negociación con los independentistas para la investidura de Pedro Sánchez. Más allá de la falta de crítica a la amnistía, el 10 de junio de 2021, el Parlamento andaluz se opuso a los indultos del procés con el voto en contra del PSOE y de Adelante. Hubo un amago de Espadas de marcar un rumbo propio, con la polémica de los regadíos de Doñana pero finalmente el cambio de criterio vino determinado por Ferraz. Espadas pasó de abstenerse a la propuesta parlamentaria enfrentándose a la ministra Teresa Ribera a alinearse sin fisuras con la oposición de Moncloa.

En los últimos meses, el secretario general andaluz ha defendido que hay que "espabilar" como Cataluña. "Queremos que las singularidades que puede tener Andalucía, o que tienen otras comunidades, se reflejen de una vez por todas en un nuevo acuerdo de financiación", señaló. Entre las enmiendas andaluzas de la militancia a la ponencia marco, la financiación ocupa un lugar muy relevante.

En estos años, el PSOE-A ha perdido influencia en Ferraz y relevancia en la comunidad. En el 77 fue el PSOE-A de Rafael Escuredo el que tiró del pueblo andaluz hasta el Estatuto como nacionalidad histórica. Ahora, los socialistas andaluces se encuentran en fuera de juego y más aún, si cabe, su secretario general Juan Espadas en su doble papel como portavoz de Pedro Sánchez en el Senado y líder del PSOE-A. Además, la posible sustituta de Espadas, María Jesús Montero, corre el riesgo de «quemarse» políticamente antes incluso de presentarse al convertirse en el centro de las críticas en su papel de ministra de Hacienda y con el lastre de que cuando era consejera en Andalucía defendía lo opuesto a lo que los socialistas promulgan ahora. El PSOE andaluz tras unos primeros titubeos defendió abiertamente el pacto entre su partido y ERC, una vez que fue bendecido públicamente por la ministra María Jesús Montero. El argumento es que el principio de solidaridad interterritorial «está garantizado por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, por parte del Gobierno de España» debido a que «los socialistas siempre vamos a exigir que este principio de solidaridad se aplique para que Andalucía tenga una financiación justa».

El portavoz del presidente del Gobierno en el Senado y todavía líder de los socialistas andaluces viene haciendo gala del «seguidismo» a las políticas de Sánchez que viene caracterizando su andadura al frente del PSOE-A, del indulto a la amnistía pasando por la reforma de la financiación. El PSOE andaluz es un partido que respira por la herida y Espadas un líder que en los debates sale con varios goles en propia puerta. Espadas y "la parte contratante de la primera parte": apuesta por combinar la bilateralidad con la multilateralidad en financiación. Espadas ha pasado de firmar mociones en el Ayuntamiento de Sevilla contra las exigencias independentistas a negar que exista un problema de financiación en Andalucía.

Juan Espadas, otra vez, habita bajo el síndrome del «pato cojo». El primer uso del término «pato cojo» se atribuye a la Bolsa de Londres en 1761 y, según la carta de Horace Walpole a Sir Horace Mann, se refería a «un especulador que adquiere unas opciones de compra a las que no puede hacer frente». En el mercado están por un lado «los toros» (bulls), que son los que apuestan al alza; «los osos» (bears), que van a la baja; y el «pato cojo», que es aquel que no puede seguir el ritmo del grupo y cae presa de los depredadores. En el PP son conscientes de la debilidad del jefe de la oposición andaluza y de puertas adentro entonan el cántico de «Espadas, quédate». Un «pato cojo» es, pues, alguien que no puede hacer frente a sus deudas y sobre Espadas pesan ya cuatro elecciones perdidas. Con Espadas al frente, los socialistas han perdido hasta la caseta de la Feria de Sevilla.

Moderado y poco amigo de las polémicas, el principal valor político que se le atribuye a Juan Espadas (Sevilla, 1966) es que fue capaz de pactar a derecha y a izquierda. Aquello fue como alcalde de Sevilla y antes de Pedro Sánchez. Espadas nació en el antiguo hospital de las Cinco Llagas de la capital hispalense, actual sede del Parlamento andaluz. Su vocación política quizás venga de ahí y de los recuerdos de su abuelo Manolo, funcionario municipal que fue represaliado por Queipo de Llano poco después del golpe militar de 1936. Sin embargo, su formación académica tiene un marcado carácter católico. Estudió en los Salesianos y mantiene una magnífica relación con los cofrades de la ciudad. De hecho, no tiene reparos en fotografiarse presidiendo una procesión o saludando al nuevo arzobispo de Sevilla en la Catedral. Espadas se presentó como el «revulsivo» que necesitaba el partido para recuperar la Junta. Sin embargo, su trayectoria ha estado vinculada a la Administración autonómica y a los ex presidentes Chaves y Griñán. Poco después de licenciarse en Derecho entró en la Junta como jefe de gabinete y luego pasó a ser alto cargo en las consejerías de Educación y Medio Ambiente.

Chaves lo nombró consejero de Vivienda y Ordenación del Territorio en 2008, responsabilidad que ostentó hasta 2010. Griñán le propuso ser candidato a la Alcaldía, pero realmente fue Susana Díaz quien le animó para orillar en esta carrera a su oponente Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, con el que ha mantenido innumerables desencuentros orgánicos. Su estreno como cabeza de cartel resultó un fracaso, puesto que Juan Ignacio Zoido (PP) consiguió una mayoría absoluta abultadísima. En 2015 pactó con la izquierda y en el siguiente llegó a acuerdos con Cs. El estilo de Espadas es de buen talante y mucha mesa de negociación. Ya hizo algo que parecía imposible en su momento: cortar la mayoría absoluta de Zoido en Sevilla. Con Juamma Moreno no es que no esté pudiendo sino que en las propias filas del PSOE se le viene reclamando un mayor tino en las labores de control al Gobierno del PP, que atribuye a Ferraz la última estrategia de llevar a la justicia los contratos de emergencia de Sistema Andaluz de Salud.

La oposición interna a Espadas ya es como los ríos secretos de la Antártida. Bajo la superficie de las placas heladas de agua subyacen lagos subglaciales que, según la ciencia, pueden estar conectados por un complejo sistema de túneles debajo del hielo, conformando unos ríos nunca antes detectados y que llevan el líquido elemento por debajo de la superficie del continente blanco. Los opositores a Espadas ya van más allá de los grupúsculos independientes y «outsiders» de Bases Andaluzas Socialistas o Reconstruyendo PSOE-A. Primero, se han ido sumando provincias: los últimos exsecretarios provinciales de Córdoba pidieron junto a alcaldes y exalcaldes un «nuevo liderazgo» y el secretario general del PSOE de Cádiz, Juan Carlos Ruiz Boix, reclamó «una reflexión profunda». El diputado onubense Mario Jiménez aplaudió ambos movimientos y la dirección regional le acusó de estar en «un proyecto personal». El exportavoz en el Parlamento y ex senador José Caballos –histórico socialista acostumbrado a no dar puntada sin hilo y que ya anticipó el relevo de Susana Díaz también con otro artículo– junto a casi medio centenar de firmas pidieron «una nueva dirección» para el PSOE-A. En Jaén también hay marejadilla interna, aunque el factótum Paco Reyes aún no se ha pronunciado en público. Los críticos aguardarán a que pase el cónclave, a mayor gloria de Pedro Sánchez, para mover ficha. La alternativa a Espadas se fraguará tras la cita federal y con el objetivo puesto en el posterior regional con fecha límite del 23 de febrero.

En los mentideros del PSOE se asegura que Espadas no aceptó en su momento una salida a Bruselas, quizás esperando un Ministerio, algo a lo que el secretario general del PSOE-A contesta que «está centrado en la comunidad». De nuevo, la puerta del Ministerio de Medio Ambiente –una cartera en las que tiene experiencia de su anterior etapa en la Junta– se le ha cerrado con el nombramiento de Sara Aagesen. Espadas, de momento, mantiene la paciencia que ya mostró con la mayoría absoluta de Zoido en el Ayuntamiento de Sevilla esperando un cambio de viento con el aplastante apoyo social de Juanma Moreno. Según la física cuántica, con mil millones de años apoyado en una pared hay posibilidades de atravesarla. El tiempo que dura el universo. Y, aunque sea sin rechistar a Pedro Sánchez, ahí espera seguir Espadas.