Opinión | Méritos e infamias

De mal gusto

"Somos un papel secante que asimila todo, se traga todo y copia todo. Hasta la mala educación que supuran los escaños y que llega a la calle en forma de irreconciliable crispación"

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (c), junto al grupo parlamentario del PP-A, y trabajadores del Parlamento Andaluz, cantan un villancico tras la sesión plenaria donde se ha aprobado el proyecto de Ley de Presupuestos de la Comunidad Autónoma de Andalucía para 2025. A 19 de diciembre de 2024, en Sevilla (Andalucía, España). PP-A aprueba en solitario el Presupuesto andaluz para 2025 incorporando medio centenar de enmiendas de la oposición. 19 DICIEMBRE 2024 María José Lóp...
Sesión plenaria con el debate final del proyecto de Ley de Presupuestos de la Comunidad Autónoma de Andalucía para 2025María José LópezEuropa Press

El pueblo llano, el populacho que las pasa canutas y no toca moqueta, asimila por imitación todo lo que le sucede a la cúspide de la pirámide social de nuestro tiempo. En ese vértice, en la puntita, se asienta la minoría política que vive, disfruta y cobra después de que metamos la papeleta en la urna de las elecciones. Porque una de las cosas prácticas que tiene esta democracia delegativa es que una vez que se acaba la campaña electoral, al currito de turno se le deshecha como el cigarrillo que acaba en la acera después de ser fumado. Lo malo, ya digo, es que, pese a ello, somos un papel secante que asimila todo, se traga todo y copia todo. Hasta la mala educación que supuran los escaños y que llega a la calle en forma de irreconciliable crispación.

Un mal ejemplo constante del que no se libra ningún partido, pero que el sector de la izquierda andaluza, tan sectario, acaba de exprimir al máximo en el Parlamento. Volvieron los villancicos a la Cámara y el presidente, Jesús Aguirre (Aguirre el del bolondrón), monta un coro para que sus señorías canten en Navidad como hacía ya tiempo que no se veía en las antiguas paredes del Hospital de las Cinco Llagas. Se quitó, la costumbre, si mal no recuerdo, en tiempos de Manuel Gracia y hasta que Antonio Sanz no ha cogido el cajón flamenco, nada. Bien hecho por los parlamentarios que tienen que lanzar la imagen de unidad, de compromiso y colaboración ante los andaluces, por encima de ideologías e intereses. Se supone, pero el bueno del señor Aguirre se puso a la tarea de llamar «uno por uno» a los grupos parlamentarios para que todos participaran. No hubo suerte, y sólo la bancada de los miembros del Partido Popular formaron el improvisado coro que devolvió, por una vez, las mejores horas de una cámara que tiene entre sus principales miserias la falta de unidad y la negación del contrario por sistema.