Turismo

«En Málaga no hay turismofobia, sino urbanofilia»

Advierten de que el odio hacia la industria del turismo «tiene mucho de ideológico»

Varios turistas visitan el Teatro Romano de Málaga
Varios turistas visitan el Teatro Romano de MálagaEPEP

El fenómeno conocido como la turismofobia comenzó a gestarse entre los años 2016-2017, si bien de un tiempo a esta parte se ha comenzado a elevar el tono por parte de ciertos sectores que plantean críticas al turismo y, más en concreto, a determinadas políticas que favorecen su desarrollo en detrimento de otros sectores de la población. En concreto, algunos expertos hablan de un fenómeno social que provoca graves problemas medioambientales, sociales, culturales y económicos que afectan directamente a la calidad de vida de la población local de los destinos turísticos, y añaden conceptos derivados de aquel como turistificación referida al cambio que manifiestan las ciudades que basan su economía, principalmente, en el turista relegando a los vecinos del sector y moldeando un estilo de vida «ad hoc» al colectivo de viajeros.

Para el subdirector del Instituto Andaluz de Investigación e Innovación en Turismo de la Universidad de Granada, Málaga y Sevilla (IATUR), Enrique Navarro, y director-coordinador de la sede malagueña, este comportamiento, vinculado a cierta forma de «odio» hacia el turismo, tiene mucho de «ideológico», y atañe tanto a los grupos de derechas «que priman la autenticidad y rechazan al que viene de fuera» como a las izquierdas «que rechazan los sistemas capitalistas en los que se circunscriben los turistas».

Navarro, catedrático de Análisis Geográfico Regional, no cree que se pueda hablar de práctica extendida en Málaga sino que considera que la turismofobia tiene su origen «en una época de bonanza económica en la que sólo se ponían en valor los beneficios que acarreaba el turismo, no así las consecuencias que pudiera tener en la ciudadanía».

En este punto, entiende que los detractores de la industria turística, «lo que tienen es urbanofilia, o lo que es lo mismo, les gusta vivir y disfrutar de su ciudad; pero llega determinado momento en el que el crecimiento del turismo no tiene beneficios para ellos sino elevados costes».

En ese contexto, alude a la «masificación» que puedan experimentar determinados destinos turísticos, y cita como ejemplo la situación de la capital malagueña, ante eventos como el Festival de Cine que se celebra en este mes de marzo, «con importante repercusión e ingresos», si bien «esa consecución de ingresos no va acompasada de sueldos acordes o estabilidad en esos puestos de trabajo».

Navarro recuerda que desde la Universidad de Málaga «advertimos en el año 2007 de la idoneidad de poner en marcha estudios de capacidad de carga y flujos», al vislumbrar que la capital de la Costa del Sol «había optado por derroteros que nos encaminaban a capitales como Barcelona, con una gran apuesta por la cultura, los cruceros o los congresos».

Con todo, no cree que a día de hoy el fenómeno de la turismofobia esté «instaurado» en una capital malacitana para la que sí cree se podría arbitrar algún tipo de medida de «control» para precisamente evitar la implantación de ese fenómeno. «Se trata de plantear políticas de anticipación a partir de dos conceptos clave: límites y participación», sugiere.

A este respecto, y en relación al primero de los planteamientos, advierte de que «no hay crecimiento sostenible; la sostenibilidad tiene límites en la cantidad, en la monofuncionalización», para insistir en que «esos límites han de buscar el equilibrio, a partir de pruebas ensayo-error porque no existen recetas mágicas».

Junto a ello, defiende la necesidad de arbitrar mecanismos «de mayor participación y transparencia, de cara a abordar acciones actuales y futuras». Navarro reconoce que «abrir esos procesos implica ceder parte de soberanía, pero es más que necesario para abrir el modelo de ciudad a todos los actores implicados».

La coordinadora de la sección de Derecho Turístico de Abogacía de Málaga, Mar Alcázar, apunta que el concepto turismofobia a nivel etimológico «plantea de un lado el desplazamiento de personas por motivo de ocio o trabajo a nivel de turismo y, del otro, un temor angustioso e incontrolado que se sabe absurdo y se aproxima a la obsesión».

En este sentido, cree que el concepto en su conjunto «ha sido muy manoseado y se utiliza y ha utilizado mucho por gente que realmente no conoce el medio».

Alcázar, especializada en Derecho Turístico y socia fundadora de la consultora jurídica BoldRental.es, expone que «no es tanto un odio al fenómeno del turismo de masas sino al hecho de que no sea un modelo sostenible, que es lo que genera ese resentimiento y rechazo». «Estamos hablando de un sector con una gran contribución al PIB y es por ello por lo que ha de ser sostenible; pero no creo que en las principales ciudades andaluzas se haya procurado que sea tan sostenible», lamenta.

Además, advierte de la presencia de otros dos fenómenos «tremendamente negativos» vinculados a la turismofobia como son, de un lado, el overtourism, definido como el fenómeno en el que un destino popular es invadido por turistas de manera insostenible, y, de otro, el concepto de turistificación «entendida como un cambio significativo en el modelo de ciudad con el consecuente impacto para los habitantes de la zona, como ha ocurrido en el centro de Málaga».