"El bloc"
La manifa que fue
"¿Cómo puede el pueblo soberano reivindicar nada en la calle con semejante recua de tramposos poniéndose en la primera línea tras la pancarta?"
Transcurrida sin demasiado alipori la berrea patriótica del 28F, la dosis justa cuando el político se pone estupendo, pasó con más pena que gloria el aquelarre mujeril del 8M. Se pone cargantemente reivindicativo este entretiempo entre el invierno y la primavera, de un tiempo a esta parte. Lo aleatorio del calendario, sin embargo, ha puesto este año las fechas lejos del fin de semana, que son días más propicios para el alboroto, así que las diversas manifestaciones han padecido una descriptible aceptación de público, por no decir escasa, alabado sea el Señor. Tampoco ha contribuido al éxito la instrumentalización de ambas causas, si nobles o no queda a gusto del lector, por parte de quienes pastan en las instituciones. Cuando tal cosa ocurre, todo lo que se gana en solemnidad se pierde en mambo. Igual que nos hemos acostumbrado a la deriva andalucista de Juanma Moreno, cuya base social tradicional trufa con pertinacia los balcones de banderas rojigualdas, llevamos años instalados en la paradoja del feminismo innegociable de una socialdemocracia que prodigaba ayer mimitos al Tito Berni como antes defendía a los clientes vip de Don Angelo’s o que, en el Gobierno de la Nación, pacta con un hatajo de zumbados una ley que rebaja las penas a todo tipo de individuos rijosos con la alegría del colombófilo que suelta a sus palomas. ¿Cómo puede el pueblo soberano reivindicar nada en la calle con semejante recua de tramposos poniéndose en la primera línea tras la pancarta? Al menos, el tráfico en las ciudades no se ve perturbado porque el personal prefiere quedarse en casa antes que acompañar en el paseo a los beneficiarios de un sueldo público o subvención y a los aspirantes a la bicoca. Pasa lo mismo que viene ocurriendo desde hace lustros con el Primero de Mayo.
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