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Tribuna | Desde el voladizo

Marcianos, pero no tontos

«La situación reclama compromiso y acción crítica más que resignación»

María Jesús Montero, vicepresidenta y ministra de Hacienda de Pedro Sánchez Ep

La señora Montero dijo en su momento que le parecerían marcianos los presidentes de las comunidades que no aceptaran la quita de la deuda propuesta por su Ministerio para satisfacer las exigencias del independentismo catalán. Pues muy bien, marcianos serán pero no tontos. Para tragarse el gato por liebre que propone la titular de Hacienda, hay que tener una falta de entendederas muy grande o una falta de escrúpulos todavía mayor. Y como no le presupongo a la ministra lo primero, no me queda más remedio que adjudicarle lo segundo.

Porque en realidad, hace no tanto, la que era marciana era la propia Montero. En su condición de consejera de Hacienda, nunca pidió que el Gobierno le rebajara la deuda. Lo que exigió fue que se mejorara la financiación. ¿Qué ha cambiado desde entonces? La respuesta es sencilla. Sánchez está comprando su continuidad en el Gobierno con el dinero de todos los españoles. La condonación de deuda a las comunidades autónomas no es una idea de Montero, sino un chantaje del independentismo. Si Sánchez sigue como el presidente del Ejecutivo es porque Puigdemont manda cada vez más.

Junts decide y luego el Consejo de Ministros inventa la narrativa. Si hay que decir que el acuerdo migratorio con Junts es progresista se dice y tal cual. Lo mismo con la entrega del control de las fronteras. La política española la decide un puñado de independentistas que quieren separarse de España. Se saltaron la legalidad y al hacerlo endeudaron a Cataluña y la respuesta que reciben del Consejo de Ministros no es solo la amnistía sino la recuperación del dinero malgastado y todo lo que ellos pidan por esa boquita reivindicativa. Ya que a la señora Alegría le gusta la comparación con la economía doméstica, el verdadero símil es este: le pagaremos la deuda al vecino que más se endeudó por querer irse de la Comunidad y correrse la gran juerga.

Nuevamente, resulta procedente acordarse de los dos grandes eslóganes de Hacienda: Hacienda somos todos y no es magia, son tus impuestos. La deuda de Cataluña somos todos. La nueva cesión al independentismo no será posible con la magia de Sánchez, sino con los impuestos de todos los españoles. La gran marcianada de la actual política en España es que las decisiones del Gobierno español solo pueden entenderse a la luz de lo que le interesa al independentismo catalán. O dicho de otra forma, de lo que impone en Bruselas un prófugo de Justicia. Puigdemont es más presidente que Sánchez. Y Nogueras más vicepresidenta y candidata a la Junta de Andalucía que la responsable de Hacienda.

A la señora Montero ya la teníamos muy calada en Andalucía pero más retratada se va a quedar ahora. Al próximo mitin igual debería invitar a Nogueras, que en Andalucía no debería pintar nada, pero en la práctica pinta mucho más que ella. La sustitución del reconocimiento de la infrafinanciación de Andalucía por una condonación de deuda es un contorsionismo político que puede dejar a la señora Montero electoralmente descoyuntada. Pero tampoco creo que le importe demasiado, porque aquí va todo de salvar al señor Sánchez.

Salvo que lo que pretenda la futura nada de la Junta de Andalucía sea absolverse a sí misma, que también cabría esa posibilidad. La cosa es que Montero generó el 86% de la deuda que ahora le quita a Andalucía. Una verdadera heroína. Primero endeuda a Andalucía y luego le perdona una parte de la deuda que ella misma ha generado. Pero lo mejor es que el perdón consiste en que los andaluces seguiremos pagando esa deuda a través del Estado y además pagaremos la de la gran fiesta independentista catalana.

El truco y trato es espeluznante y si no fuera porque, al parecer, los marcianos somos nosotros, parecería enteramente que la marciana es ella al proponerlo. La próxima vez que la señora Montero baje a Andalucía debería venir envuelta en la bandera independentista catalana para que así nos deje más claro cuáles son los intereses que representa.

Rafael Belmonte es diputado por Sevilla en el Congreso de los Diputados