El bloc
Nerón en La Moncloa
"Resulta imposible pelear contra la tórpida, casi criminal, adhesión del Gobierno de España a esos ecologistas teutones, recipientes de la basura woke que infecta al planeta"
Alemania es una joven y grandiosa nación que todo lo hace con el vigor imparable de sus habitantes: lo mismo revoluciona el pensamiento occidental o se convierte en la locomotora de la economía europea que, en su vertiente menos buena, excreta calamidades capaces de sembrar la destrucción por todo el continente. No retrocederemos demasiado en la Historia para no herir sensibilidades, sino que nos detendremos en su más reciente detritus intelectual, una criatura «gretathunbergiana» llamada Friederike Gravenhorst, que preconiza el boicot de la fresa de Huelva. El que una muchacha y su pandilla chiflada pretenda llamar la atención con una campaña en las redes sociales entra dentro de lo normal, acaso incluso es saludable este sarampión juvenil, pero resulta más llamativo que un par de cadenas de supermercados les hagan caso. Nada alarmante, sin embargo, que no pueda ser solucionado con fineza diplomática y la adecuada réplica mercadotécnica: los productores onubenses de frutos rojos pueden con esto y con más. Contra lo que les resulta imposible pelear es contra la tórpida, casi criminal, adhesión del Gobierno de España a esos ecologistas teutones, recipientes de la basura woke que infecta al planeta. Si Pedro Sánchez y su monaguilla Teresa Ribera creen que revertirán sus malos resultados electorales en Andalucía saboteando la economía regional, van dados. Ahí tienen el ejemplo de Madrid y su permanente confrontación con Ayuso. Y si se trata de represaliar al votante sureño por el formidable corte de mangas que le ha dedicado al César monclovita, dos veces, estaríamos ante la confirmación de que rige los destinos de la nación en émulo de Nerón al que conviene desalojar con urgencia del poder. El 23 de julio, sin ir más lejos.
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