Consumo
«Somos un muro de contención para frenar una subida mayor»
Los supermercados andaluces recuerdan que todos los eslabones de la cadena de consumo soportan aumentos de precios por la guerra y los costes de los suministros
La subida generalizada de precios de la cesta de la compra ha puesto en el punto de mira a los supermercados, el último eslabón de una larga cadena que también viene soportando los efectos de la inflación. No solo los consumidores vierten sus críticas diariamente contra los establecimientos comerciales, a los que responsabilizan de esta situación, sino una parte del Gobierno –los ministros de Podemos– viene señalando a empresarios concretos como culpables. «No inflamos los márgenes, sino que somos un muro de contención para frenar una subida de precios mayor», asegura a LA RAZÓN Álvaro González Zafra, director general de la Confederación Andaluza de Empresarios de Alimentación y Perfumería (CAEA). «Las críticas parten de un gran desconocimiento del funcionamiento del sector del gran consumo, que está basado en la alta rotación de productos. Se venden muchos con escaso margen de beneficio, lo que da como resultado un elevado volumen de facturación», apunta González Zafra, quien subraya que el sector viene sufriendo tres años «muy complicados» por la pandemia.
La patronal andaluza de los supermercados habla de «tormenta perfecta», una concatenación de factores que afecta a toda la cadena de consumo y que acaba repercutiendo en los precios. De un lado, siguen latentes las consecuencias de la guerra en Ucrania, con problemas en la importación y exportación de determinadas materias primas que afectan a la alimentación animal y a los fertilizantes. Continúa siendo alto el precio de la electricidad y «con las medidas de bloqueo a Rusia avisan de que va a seguir subiendo», alerta González Zafra, quien recuerda que el suministro eléctrico «se ha convertido en el segundo coste más elevado que afronta el sector por detrás de las nóminas, ya que tenemos conectados los equipos de refrigeración y congelado las 24 horas al día los 365 días del año, y la factura se ha multiplicad por cuatro». También ha aumentado el precio de los carburantes, especialmente el diésel, con el hándicap de que el sector no se puede acoger a la bonificación de 20 céntimos por litro porque no pertenece al ámbito del transporte. Es decir, cada empresa tiene su propio transporte. A todo esto hay que unir el nuevo impuesto al plástico y la actualización de los salarios conforme a la subida del IPC, lo que eleva los costes en todos los eslabones de la cadena de producción. «El aumento de los precios es transversal y los productores están con precios en origen disparados», señala el director general de CAEA, además de apuntar que los supermercados «absorbemos gran parte de esas subidas, pero sino cubres los costes quiebras y no puedes pagar nóminas ni facturas de electricidad».
El pasado mes de diciembre los precios de los alimentos se dispararon un 15,7%, un dato que está por debajo de la media europea, que se situó en el 17,8. Con todo, los agricultores tuvieron que afrontar una subida del 38% de los costes de producción y en la industria, el eslabón intermedio, el incremento se situó en el 20,5. «Si trasladáramos directa y proporcionalmente las subidas de precios de los eslabones precedentes el IPC estaría por encima del 30%», advierte González Zafra.
Otro elemento a tener en cuenta es la distribución, que funciona de manera «estable y eficiente». En Andalucía hay 35.000 tiendas de alimentación que abastecen no solo a los ciudadanos, sino a 52.000 establecimientos del canal Horeca. «Tener debajo de casa todas las mañanas entre 6.000 y 12.000 referencias de productos, incluidos frescos, es complicado y requiere especialización. Todo esto se hace a través de mayoristas y plataformas», sostiene González Zafra, además de apuntar que si cada productor en origen quisiera distribuir sus productos «se bloquearía Andalucía y todo el país, así que el sistema actual funciona y es eficiente».
El Gobierno suprimió el IVA el pasado 1 de enero a algunos alimentos básicos, como el pan, la leche, las frutas y las verduras. González Zafra considera que es una medida que «va en la dirección adecuada», pero se circunscribe a un grupo de productos «muy limitado». «Es una medida directa que genera ahorro en el consumidor, por lo que puede tener más liquidez», sostiene, aunque afecta a un 20% de los productos que componen la cesta de la compra. CAEA propone que esa supresión del IVA se extienda a otros alimentos básicos en cualquier dieta, como la carne, el pescado o los yogures. «Todavía se está a tiempo de ampliar, debe ser más ambiciosa».
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