"El bloc"

Triunfador

"La progrez gobernante y sus muchos medios afines apuntaban con los torpedos de la cancelación a la denominada Fiesta Nacional"

Morante de la Puebla sale por la Puerta del Príncipe de la plaza de la Real Maestranza de Sevilla
Morante de la Puebla sale por la Puerta del Príncipe de la plaza de la Real Maestranza de SevillaEfeAgencia EFE

A falta de los dos últimos festejos del ciclo continuado, la Feria taurina de Sevilla ha resultado fastuosa. Hacía más de medio siglo que un matador no cortaba un rabo en Real Maestranza –el maestro de San Fernando Ruiz Miguel a un miura de los que se lidian mañana– y lo logró el miércoles Morante de la Puebla, que es mucho más que el torero del momento. Es, ni más ni menos, el hombre solo que salvó a la tauromaquia durante los infaustos meses de 2020 en los que más arreciaba la pandemia; no sólo desde el dramático punto de vista sanitario, sino porque la progrez gobernante y sus muchos medios afines apuntaban con los torpedos de la cancelación a la denominada Fiesta Nacional, rebosante hoy de salud en España… y también en México, Francia, Perú u otros confines que ni osamos imaginar. El firmante, modesto aficionado, carece de criterio para determinar si el trofeo supremo de Morante fue merecido o exagerado –por cierto: qué maravilla la llegada del streaming a los toros gracias a una plataforma libre de los grilletes de la corrección política–, pero quiere pensar que la autoridad y los aficionados pusieron de su parte para concederle el hito como recompensa a una faena memorable, sí, y también a una trayectoria heroica en defensa de la industria. Algo así como el Oscar honorífico en honor a una carrera que se otorga a los cineastas olvidados por la Academia y que ratifica su condición de héroe de la España rural, la que resiste las embestidas –ahí sí que abundan las cornamentas reviradas y las fieras corrupias– de ese batallón pijo y urbanita que conforma el ecologismo, casi tan culpables de odio como ignorancia en su visión paternalista de la gente del campo. Contra ellos y sus prejuicios, siempre errados y a menudo criminales, se yergue la figura majestuosa de un artista. Ole.