Cargando...

Mascotas

¿Microchip en los gatos? Es obligatorio y esto es lo que necesitas saber

Más allá de un mero requisito legal en varias comunidades, el microchip es la principal garantía para recuperar a un gato extraviado y la prueba irrefutable de su propiedad, un pequeño dispositivo que salva vidas y evita abandonos

¿Microchip en los gatos? Es obligatorio y esto es lo que necesitas saber Pexels

Para un número creciente de dueños de gatos en España, la identificación de su mascota ha dejado de ser una opción para convertirse en una exigencia legal. En comunidades como Andalucía, Cantabria, Galicia, Madrid o Cataluña, la normativa es clara y establece la implantación de un microchip como una obligación legal ineludible. Este procedimiento debe realizarse antes de que el felino cumpla los tres meses de vida o, en caso de ser adoptado, durante el primer mes de convivencia con su nueva familia.

De hecho, este pequeño dispositivo, de un tamaño similar a un grano de arroz, funciona como una suerte de DNI para el animal. Una vez implantado bajo la piel por un veterinario, contiene un código único de quince dígitos que queda asociado de por vida al gato y a su propietario. Dicho código se inscribe en la base de datos de la comunidad autónoma correspondiente, un registro que incluye información esencial como el nombre, el domicilio y el teléfono de contacto del responsable del animal.

En este sentido, la principal ventaja del sistema reside en su enorme eficacia para localizar a un animal extraviado. Si alguien encuentra un gato perdido y lo lleva a una clínica veterinaria o a un refugio, el personal puede leer el código con un escáner y acceder a los datos del dueño para contactarle de inmediato. Se trata de una herramienta que no solo facilita la recuperación del animal, sino que también funciona como prueba irrefutable de propiedad, dificultando así el robo y el abandono, una idea que comparten desde SanteVet. Existen sorprendentes historias de gatos que recorren grandes distancias al perderse, lo que subraya aún más la necesidad de un método de identificación fiable.

El papel del propietario más allá de la implantación

Por lo tanto, es crucial entender que el proceso no termina en la clínica. El microchip debe ser implantado por un veterinario colegiado, que es el único profesional autorizado tanto para colocar el dispositivo como para dar de alta al animal en el registro oficial. Este paso garantiza que la identificación se realiza de forma segura y que los datos se incorporan correctamente al sistema autonómico. Esta visita es también un momento perfecto para realizar una revisión general y aprender a reconocer las 9 señales para saber si un gato está sano, garantizando así su bienestar integral.

Sin embargo, la tecnología solo es eficaz si la información que contiene es correcta. La responsabilidad del propietario es fundamental a la hora de mantener los datos de contacto actualizados. Un cambio de domicilio o de número de teléfono no notificado convierte el microchip en un dispositivo inútil, rompiendo la cadena que permitiría el reencuentro en caso de pérdida. Del mismo modo, si el animal se extravía, es vital notificarlo al registro autonómico para agilizar la búsqueda. Esta responsabilidad se vuelve aún más crítica si el dueño se plantea entrenar al gato para que salga a la calle, una práctica que incrementa las posibilidades de que el animal se desoriente.

Asimismo, la identificación electrónica va más allá de la seguridad local, ya que el microchip es un requisito para viajar con el animal fuera de España. Para desplazarse por cualquier país de la Unión Europea, el gato debe contar no solo con el chip, sino también con el pasaporte europeo para mascotas y la vacuna antirrábica en vigor. Incluso en el ámbito doméstico, la tecnología permite instalar gateras o comederos que solo se activan con el animal registrado.