La cara oculta de su historia

Un aragonés en 'el circo de los horrores': medía más de dos metros y le exhibieron en EEUU, Europa y África

Hicieron falta diez hombres para portar su gran féretro de 2,40 metros de largo y 90 centímetros de ancho

Cartel de circo con el 'Gigante aragonés'
Cartel de circo con el 'Gigante aragonés'Bibliothèque nationale de France

Fermín Arrudi Urieta fue un personaje célebre por una estatura que todavía hoy asombra a cualquiera: el oscense medía 2,29 metros. Por tanto, a nadie puede sorprenderle que durante su época, finales del siglo XIX, todos le miraran con recelo. Eso sí, su casi infinitiva altura le valieron para viajar por medio mundo.

'El gigante aragonés', como se le denomina a Fermín, nació el 7 de julio de 1870 en Sallent de Gállego, provincia de Huesca. De lo poco que se sabe de su infancia, en ‘El Mundo’ aseguran que fue un bebé más bien pequeño de unos padres de estatura normal. Sería al inicio de su adolescencia cuando el ‘niño normal’ se convertiría en gigante. Al parecer, entre los 11 y los 15 años empezó a dar un estirón que terminaría a sus 25 años cuando alcanzó los 2,29 metros de altura, aunque algunos hablan de hasta 2,40 metros.

Exhibió su altura en remotos lugares como Argelia

Más allá de su excepcional altura, de su historia destaca su peculiar trayectoria profesional. Fermín supo aprovechar desde muy joven su destacable virtud física, por lo que se convirtió en un ‘animal’ de feria. El oscense se dedicó a exhibir su grandioso cuerpo por ciudades, circos y ferias, dentro y fuera de nuestro país. Ciudades de Alemania, Bélgica, Austria, Holanda, Francia y toda España pudieron disfrutar de sus casi dos metros y medio.

También cruzó el charco, no muy habitual todavía en esa época. Gracias a su peculiar profesión, conoció las grandes ciudades de Estados Unidos, pero también pisó el Caribe, Argelia, en África y Sudamérica. Uno de los muy pocos oscenses, seguramente, que entonces se recorriese medio mundo.

La otra cara de la historia del Gigante aragonés

Como en todo relato, la historia de Fermín también tiene una cara menos amable. Ganó mucho dinero por exhibir simplemente su físico, sí, pero tantas horas de exhibición le provocaron constantes dolores sobre todo de rodillas y caderas, que les costaba aguantar sus más de 180 kilos de peso.

Fermín era único, pero su gran diferencia conforme al resto de los mortales partía de una enfermedad crónica. El de Sallent padecía acromegalia (gigantismo) desde niño -un tumor benigno alojado junto a su hipófisis fue el causante del exceso de la hormona del crecimiento-. Razón principal por la que murió de tan joven, con tan solo el 43 años. Según algunas informaciones de la época, diez hombres portaron su gran féretro de 2,40 metros de largo y 90 centímetros de ancho.

Después, quisieron estudiar tan exótico cuerpo. El doctor Pollinger en la Universidad de Colonia (Alemania) lo examinó en su laboratorio privado en Múnich en 1896, Dejó registro de sus gigantescas medidas: mano extendida, 28 cm.; ancho de palma, 17 centímetros; pie, 42 cm.; circunferencia de torso, 150 cm y su altura, 229 centímetros. Números que en el siglo XXI siguen sorprendiéndonos.