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El agente oscuro

El agente oscuro
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Llevo tres artículos seguidos tratando el tema de las novelas de espías y no por un empeño personal por reivindicar un género literario tan perjudicado por autores desconocedores de la realidad que tienen que basar sus éxitos de ventas, los que los tienen, a base de exagerar hasta el ridículo como una mala película de James Bond.

Aquí, como en todas partes, las hay buenas, malas y regulares y para mi esta clasificación tiene mucho que ver con la credibilidad de lo que se cuenta. Las hay malas por lo exagerado de los personajes y situaciones muy alejadas de la realidad, y entre las buenas se pueden distinguir las que cuentan una historia de ficción, pero creíble y, las mejores, las que cuentan una historia real.

Entre estas últimas está la recientemente publicada por Galaxia Gutenberg, El Agente Oscuro, de autor anónimo y prologada por Ignacio Cembrero. Es la Historia de un infiltrado por el CNI en el yihadismo, contada por el protagonista que, naturalmente, ha decidido permanecer en el anonimato.

La obra narra, con agilidad y precisión, las complicadas y peligrosas actividades de un español a quien el CNI capta y él

accede, para infiltrarse, primero en unos grupos radicales de estudiantes universitarios de izquierdas muy relacionados con los servicios secretos cubanos, siempre tan activos en España.

Tras el cese en ese primer escenario, sus circunstancias familiares le llevan a tener un estrecho contacto con imanes y grupos religiosos musulmanes, algunos de ellos radicales, y de nuevo el CNI le dirige para su infiltración en ese ambiente, donde de nuevo rinde un importante servicio a su país y a sus compatriotas.

Finalmente, un nuevo traslado por la geografía nacional le acerca a los servicios secretos marroquíes que operan en España y consigue, como en sus actividades anteriores, una importante información para el CNI, información de alto valor para nuestra seguridad.

Cuando la crítica de mis antiguos compañeros coincide unánimemente en alabarla es porque su argumento y personajes son auténticos y está bien contado. No pretendo hacerle publicidad, no la necesita, pero es de las que recomiendo a quien me pregunta.

Tuve ocasión de comentarla con Ignacio Cembrero, autor de un muy interesante prólogo, quien me certificó la autenticidad de lo allí narrado, pero, quienes hemos trabajado en esos menesteres, sabemos distinguir cuando se trata de ficción y cuando no.

Magnífica aportación al género de la novela de espías. Se encuadra entre las de calidad y realismo, nada de fantasías irreales, aunque, como pasa muchas veces, esta realidad supera a la ficción.